La Rayuela
Lola Quero
Nadal ya no es de este tiempo
DE POCO UN TODO
EL primer indicio de que se acercan las navidades y el Año Nuevo no son ni los escaparates iluminados ni los anuncios de perfumes. Son los calendarios. En mi más tierna infancia, aquellos con señoritas ligeras de ropa fueron un clásico de los talleres mecánicos. Ahora han expandido su mercado y se han revestido -qué paradoja- de glamour.
Entre los más conspicuos, tenemos el calendario Pirelli y el de las azafatas de Ryanair, y no sé -confieso que no he hecho un exhaustivo trabajo de campo- si Victoria's Secret realiza otro almanaque o simplemente un desfile de modas con amplia cobertura fotográfica, y sólo fotográfica. Lo indiscutible es que calendarios y análogos proliferan. Y que los periódicos serios publican reportajes del making of como si fuesen exclusivas de política internacional.
"Hoy para ser puritanos basta tener buen gusto", sentenció Gómez Dávila, así que me ocuparé, dejando los evidentes, de otros aspectos que también llaman la atención. Lo que cunde el ejemplo, por ejemplo. A asociaciones vecinales, colectivos de defensa de los animales y ONG no se les ocurre más medio para recaudar fondos que mostrar a sus miembras (sic) como chicas Pirelli. Y a ver quién les explica ahora a ellas que no es lo mismo. En los tiempos de Cecilia y de Serrat se cantaba mucho contra la hipocresía de aquellos tés de caridad donde las marquesas, con la excusa de una loable intención, se reunían a charlar un rato. Hoy, con el pretexto de cualquier propósito noble, la gente se desnuda más rápido que un misto.
La diferencia es que aquí hay un innegable aliento democrático: no se trata de exclusivas reuniones sociales, sino de mostrar al mayor número de cristianos o, mejor dicho, de ciudadanos lo que se habrán de comer los gusanos. Lo idéntico y lo feo de ambas prácticas es la fermosa cobertura: si antes se usaba la caridad para tomar el té con tranquilidad de conciencia, ahora se recurre, oh signo de los tiempos, a la solidaridad para quitarse los trapos con conciencia de clase. Las coartadas siempre resultan sospechosas.
Mientras tanto, ¿dice algo Aído de iniciativas tan poco feministas? Es cierto que algunos hombres, aprovechando un juego de palabras, intentaron también hacer su agosto en noviembre: el cuerpo de bomberos o el de la policía municipal, recuerdo difusamente. Pero no gozaron de éxito de crítica ni de público. Da curiosidad saber los ojos con qué mirarán esta nueva afición prenavideña las ministras del Gobierno más igualitario del mundo, aunque da miedo. ¿Se les ocurrirá, para levantar la popularidad del Ejecutivo, que anda bajo mínimos, hacerse un calendario?
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