Cambio de sentido
Carmen Camacho
¡Oh, llama de amor propio!
La firma invitada
VOY a comenzar cometiendo la osadía de hacer públicas unas reflexiones, pero no lo hago de forma insensata sino persiguiendo transmitir las dificultades que todavía se tienen, desde la perspectiva del ciudadano, para abordar, intentar mejorar o paliar los grandes problemas que los aspectos socio-sanitarios tienen también en los países desarrollados, que es donde teóricamente nos encontramos.
En primer lugar, la sociedad actual tiene una tendencia importante a la pseudoanestesia. Es decir, los problemas aparecen o se desvanecen sólo en función de que aparezcan en los medios de comunicación, todo ello con gran intensidad. Basta aparecer en las portadas de los periódicos o encabezar los telediarios para que de forma impactante la sociedad tome conciencia de un problema; bien es verdad, que es suficiente que deje de salir en esos medios para que de forma automática "se solucionen".
Estamos en la época de la publicidad. Nada que no se publicita existe. Este mecanismo no sólo es fundamental para conseguir el consumo de un producto sino que afecta también a cualquier tipo de institución, organismo, proyecto o iniciativa, ya sea pública o privada. Esta tendencia obliga a que todos utilicemos estos medios para tratar de conseguir nuestros objetivos. Claro está, cuanto menos recursos se tengan, muchas menos posibilidad tienes de existir. Además, tiene otro peligro añadido y es que la publicidad en sí misma es engañosa; se trata de destacar las medias verdades que benefician, ocultando las otras medias verdades que no lo hacen, para tratar de convencer al usuario o cliente. La decencia marca las reglas de esas campañas publicitarias, lo que es un mecanismo de control poco seguro.
Los problemas socio-sanitarios son tremendos para los que los sufren pero no existen para los que no los padecen. Una abuela puede vivir sola y abandonada en una azotea a pocos metros de una fiesta social masiva sin que ni siquiera tengamos conciencia de ello. Para estas grandes necesidades, las ONGs son las que primero reaccionan, con pocos recursos pero mucha imaginación y, sobre todo, mucho esfuerzo e implicación, tratan de paliar estos déficits con una gran eficiencia. Pero lo realmente injusto no es que aborden cuestiones que deberían ser de la Administración Pública sino que después de muchos años tengan que seguir demostrando que son necesarias y merecedoras de ayudas económicas públicas. La única forma de abordar este tema es auditar a las ONGs, constatar la labor que realizan y concertarlas de forma duradera, para que los esfuerzos de los pobres recursos que habitualmente tienen, los destinen a la solución de los problemas y no a la burocracia de las ayudas que necesitan.
La infección por el VIH, en el momento actual y en España, es una infección de transmisión sexual. Afecta fundamentalmente a dos subpoblaciones: a homosexuales masculinos jóvenes que no han vivido la asociación de Sida y muerte, por lo que han bajado la guardia en la prevención y a mujeres también jóvenes que son contagiadas por mecanismo heterosexual, en muchas ocasiones presionadas por sus parejas masculinas para la no utilización de preservativos en las relaciones sexuales.
La reproducción del modelo de imposición machista en la juventud actual es preocupante. Por estos motivos, las estrategias de prevención tienen que dirigirse a estos colectivos de forma prioritaria pero no mediante campañas publicitarias en días concretos sino organizando programas de Educación para la Salud tanto en colegios e institutos como en organizaciones juveniles o similares. La mayoría de las propuestas que se hacen recaen en los profesionales de la enseñanza, habitualmente sin tiempo y sin formación específica. Por ello, de forma transitoria se podría paliar mediante la concertación con ONGs que en sus proyectos tengan programas de educación sexual y desarrollarlos durante el curso académico. Además, son fundamentales que estas iniciativas, que despiertan el interés entre los jóvenes, tengan continuidad en el sistema sanitario. Las consultas de jóvenes en los centros de salud han demostrado su utilidad para mejorar los déficits de información que en el terreno de riesgos sexuales se tienen habitualmente. Aprovecho la ocasión para destacar que con la presión que desde hace tiempo tienen los profesionales de la Atención Primaria de Salud es imposible la realización de éste o cualquier otro programa, por lo que estamos acabando con la esencia del pilar fundamental del sistema sanitario.
Pero siendo cierto que la infección por el VIH en el momento actual es por transmisión sexual no lo es menos que alrededor del 10% de los Sida de nuestro entorno pertenecen al colectivo de toxicómanos procedentes de la marginación que lo padecen desde finales de los 80 y han sobrevivido desde entonces en el sentido más amplio del término. La existencia de estas personas, debido a ese historial de droga y exclusión social, transcurre entre estancias intermitentes o permanentes en cárceles, ingresos hospitalarios y, en el peor de los casos, en la calle. Hay que abordar de una vez por todas esta situación porque existen soluciones. Las viviendas de acogida a enfermos de Sida social (VAES) deben de ser los centros en los que estos enfermos sean recuperados hasta el máximo nivel posible para, posteriormente, plantearse la difícil reinserción social con otros recursos. La libertad condicional desde la cárcel y su acogida en estas casas debería ser una práctica rutinaria ya que la mayoría de los casos cumplen condenas por delitos menores relacionados con la droga. Finalmente, estas VAES deberían ser concertadas de forma estable y duradera para que sus esfuerzos se dediquen a recuperar a estas personas. Esta es la reivindicación que hacemos desde el Hogar Gerasa de Chiclana, proyecto con el que tengo el honor de colaborar, sin que se entienda que no apreciamos las ayudas económicas que, fundamentalmente, desde la Consejería para la Igualdad y el Bienestar Social de la Junta de Andalucía, recibimos todos los años.
Por lo tanto, la reflexión final es que en cuanto a la infección del VIH estamos mejor que estábamos pero hay que seguir progresando porque es posible. Termino con una frase de Vicente Ferrer, auténtico modelo para muchos: "Transforma la sociedad en humanidad".
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