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EL consumo moderado de vino tinto aumenta el deseo sexual de las mujeres. Y de los hombres, pero esto ya se sabía. Un grupo de investigadores de las universidades de Turín y Florencia se han adelantado esta vez al más que previsible experimento de científicos norteamericanos, y han constatado el efecto libidinoso, sección femenina, del popular tintorro.
Ochocientas mujeres de la Toscana con relaciones estables se sometieron a la evaluación. Las dividieron en tres grupos: las abstemias, las que tomaban una o dos copas de tinto al día y las que sólo lo bebían esporádicamente. Y las sometieron a un cuestionario sobre la función sexual femenina según una escala homologada internacionalmente. Diecinueve preguntas, en total, sobre seis parámetros de la sexualidad: deseo, excitación subjetiva, lubricación, orgasmo, satisfacción y dolor. Bueno, pues las consumidoras moderadas de vino tinto (las de un par de copas cada día, como máximo) arrojaron mejores puntuaciones en deseo y lubricación que las otras participantes.
Es decir, el vino les hizo tener más ganas de sexo y el cuerpo más preparado para tenerlo. ¿Y eso por qué? Ah, amigo, ahí la investigación se detuvo por falta de datos objetivos. No se conocen los mecanismos mediante los cuales el tinto abre el apetito erótico de las féminas. Los indicios apuntan a los polifenoles y los flavonoides -no se asusten, son componentes de esta bebida-, pero haría falta indagar más a fondo. Hay que volver a emborrachar a las mujeres del estudio. Perdón: hay que darles una o dos copas durante más tiempo o con instrumentos de medición más precisos y completos. Los ignorantes acientíficos tendemos a creer que el alcohol en general, siempre que no sea en cantidades groseramente abundantes, desinhibe a las personas, hombres y mujeres, y que esa ausencia de retraimiento y pudor abre la llave para el contacto amoroso. Pero mejor esperamos a investigaciones más profundas.
De momento conozco a más de uno que se ha puesto alegre como unas castañuelas al saber que en sus conquistas, o intentonas, ya no necesitará gastarse el dinero en chocolate, mariscos y otros productos que el tópico ha colocado en primera línea de los afrodisiacos (también están los diamantes, claro, pero éstos no se comen ni se beben), sino que podrá trabajar con el modesto tinto, porque el efecto es parecido, según han revelado las toscanas. En el grupo que se orienta en pubs, discotecas y otros ambientes propicios cambiará también la forma de entrar a las muchachas.
-¿Estudias o trabajas?, se decía antes
-¿Te apetece un tintito?, se dirá en el futuro.
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