La esquina
José Aguilar
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La cornucopia
EL gobierno francés quiere determinar qué es lo que define la identidad nacional del país galo. Para ello, ha solicitado a sus conciudadanos que respondan a través de Internet, a una sencilla pregunta: ¿En qué consiste ser francés? La crónica que al respecto publicó Antonio Jiménez (El País, 8.11.2009) no tiene desperdicio, ya que las variadas respuestas van desde la obviedad hasta el enfado, pasando por el patrioterismo, la racionalidad, el ingenio y la contradicción. Una mujer lo precisa diciendo que "es cantar La Marsellesa en actos patrióticos y deportivos"; un grandilocuente declara que "consiste en el orgullo de pertenecer a la nación más grande del mundo, tanto por su influencia como por su historia", sin ignorar al libertario que manifiesta que "Yo soy bretón, francés, europeo, ciudadano del mundo, hijo espiritual de Gandhi, Einstein, Espinoza y muchos más. No necesito una identidad nacional para decir lo que soy; yo soy un hombre libre, y nadie me hará cantar las infames estrofas belicosas de La Marsellesa…"
Ante tantas opiniones, consulto el Larousse y descubro que el vocablo "francés" y sus aledaños sólo tiene dos menciones: "Francia" país y "Francés(a)" como identificación nacional. Y en el Diccionario español de Seco, las citas se limitan al país y al vocablo "francesada", descriptivo de la invasión gala de 1808.
La interrogante que fluye después de repasar la aludida crónica y sus referencias lingüísticas resulta inevitable: ¿Y qué pasa en España? ¿En qué consiste ser español? Parto con la revisión filológica y descubro las notables diferencias, porque el Seco incluye catorce vocablos acerca del tema, que van desde "España" hasta "españolizar, pasando, entre otros, por "españolada", "españolería", "españoleo", "españolamente", etc. Y si a esto unimos los innumerables ensayos sobre la realidad social de esta península desde hace siglos, una definición concreta se hace casi imposible. Decido contentarme con Idearium español, que escribió, hace más de un siglo, Ángel Ganivet: "El espíritu español, tosco, informe, al desnudo, no cubre su desnudez primitiva con artificiosa vestimenta: se cubre con la hoja de parra del senequismo (Séneca); y este traje sumario queda adherido para siempre y se muestra en cuanto se ahonda un poco… en la superficie de nuestra nación".
¿Diría hoy lo mismo Ganivet si comprobara la delincuencia urbanística y fiscal, el espionaje hispano-ruso, el desconcierto zapateril, el déficit presupuestario, la amenaza sindical, el paro, Afganistán, la trama Gürtel, los atracos callejeros, el narcotráfico…? Y me detengo aquí por problemas de espacio.
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