Envío
Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
DE POCO UN TODO
EN mi colección de paradojas tengo una muy buena: "Para triunfar, nada más necesario que el fracaso". La fama es fatal y de ahí esa expresión certera: "Murió de éxito". Podría pensarse que mi valoración del fracaso se basa en razones biográficas, que quien no se consuela es porque no quiere. Y no niego que pueda venirle bien a mi autoestima, por supuesto, pero, aunque parezca mentira, lo mío es lo contrario: todo fracaso es poco…, y aun así, no sé.
Sin personalizar, lo mejor de la paradoja es su belleza práctica. A cualquier creador, el éxito lo carga de compromisos que le van chupando las materias primas de su trabajo: el tiempo, el silencio, la independencia, la reflexión, la melancolía. A la posteridad le asombra que tantos genios llevasen vidas oscuras, pero no se trata de una maldición mágica. Muchas celebridades, de haber tenido su dosis justa de frustración, en vez de fuegos artificiales fugaces, hubiesen podido realizar obras mejores, más sopesadas y auténticas, como discretas estrellas imborrables.
Lo he recordado viendo los vídeos de la campaña Esto sólo lo arreglamos entre todos.org. Diversos famosos aparecen diciéndonos que hay que arrimar el hombro, aúpa, que de ésta salimos. Yo he salido de la página web aterrorizado. Que no se les haya ocurrido otra cosa que esa campaña da un indicio de la magnitud del desastre. ¿Necesitamos que unas celebridades nos motiven? ¿No huele eso de "esto sólo lo arreglamos entre todos" a que no exijamos responsabilidades a quienes nos han traído hasta aquí? ¿Cuánto cuesta la campaña? ¿Y para qué? ¿Se la cree alguien?
Recordando mi paradoja, me ha entrado mucha compasión por bastantes de los que salen allí, buenísimas personas. Su fama les ha puesto en la tesitura de hacer el indio. Alguno lo habrá hecho convencido del todo, pero otros estarán pagando, pobres, el precio de su popularidad. Porque, ¿quién se niega a participar en una iniciativa, por disparatada que sea, que trate de llevar algo de luz al desastre económico nacional? No lo sé, pero me temo que, si me lo hubiesen pedido, yo habría acabado diciendo que sí, ea, y habría salido allí asegurando que "esto sólo lo vamos a arreglar entre todos", venga, aun a sabiendas de que un mensaje tan impostado, metiendo optimismo a presión, produce justamente el efecto contrario en el respetable, que piensa: "Pues estamos arreglaos".
He vuelto, por tanto, a dar gracias por mi anonimato. Qué alivio que nunca me llamen para firmar manifiestos ni filmarlos. Para salvarse hay que pasar a menudo -lo supo Ulises- por ser nadie. Para salvarse, al menos, de hacer el tonto (útil).
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