Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Y que viva México, carajo
Ala vista de todos y con impunidad total se ha levantado un hotel ilegal en la playa de Zahora, ladrillo a ladrillo, carretada a carretada y con camiones, es de suponer, entrando y saliendo en primavera, verano, otoño e invierno. Imposible no darse cuenta. Ha estado funcionando durante al menos un años y se ha anunciado en internet con una magnífica presentación. Sin embargo y pese atodo ello, el Zahora Riad no existe oficialmente; es un negocio "clandestino". Atendiendo a su vocación y estilo arquitectónico semejante a una kashba, podría decirse que para las autoridades municipales y autonómicas es como un espejismo del Sáhara, pero en la playa barbateña. A pesar de que inspectores de una y otra administración han tenido que darse cuenta del desaguisado urbanístico, el establecimiento no ha tenido ningún problema. El alcalde de Barbate ha declarado cumplida su responsabilidad con la apertura de un expediente; la delegación de Turismo de la Junta de Andalucía ha estado "un par de veces y no ha detectado actividad", y afirma que no pueden "andar cerrando" establecimientos, cuando la práctica está bastante extendida. Ante todo este carnaval de despropósitos, el pasmo ha aparecido en la cara de los ciudadanos, y la indignación en el rostro de los industriales que han cumplido todos los requisitos y trámites de años para montar su negocio. No digamos ya, porque seguramente será irreproducible, lo que pensarán los propietarios que han vistos sus casas ilegales derribadas. Este caso parece demostrar que, ante el descontrol de la normativa urbanística en la zona de Zahora, las autoridades competentes han optado por la inacción y la vista gorda. No cabe duda de que esta actitud incapaz de la Administración, arrastrada desde hace años, ha propiciado el tremendo caos, que hay que achacar también a muchos propietarios de la zona, poco cuidadosos con el tesoro que es su entorno. Nadie duda de la complicación que supone arreglar ahora esos entuertos pero tampoco de la urgencia de hacerlo, y como ejemplo ahí está el difícil proceso de regularización de El Palmar vejeriego.
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