La esquina
José Aguilar
¿Tiene pruebas Aldama?
Editorial
EL ministro de Educación, Ángel Gabilondo, no ha podido sacar adelante el Pacto de Estado que se había propuesto como gran objetivo de su mandato. Después de varios meses de negociaciones con los representantes políticos y la comunidad educativa se alumbró un texto amplio, que suponía cierta rectificación de la política seguida por los gobiernos socialistas en materia de enseñanza. No ha sido suficiente para despejar las reticencias del Partido Popular, para el que los cambios propuestos no suponen el abandono del modelo inspirado en la Logse que, en su opinión, ha llevado a cotas muy elevadas de abandono y fracaso escolar en enseñanza secundaria y a una merma de calidad sustancial en el conjunto del sistema educativo. En particular los populares creen que el plan de Gabilondo no garantiza la libertad de enseñanza, la presencia del castellano en las comunidades bilingües y la implantación de las materias comunes en todo el territorio nacional. IU, PNV y BNG se oponen, por su parte, por motivos opuestos, alegando que el programa del Ministerio no defiende la escuela pública o refuerza la uniformidad. En definitiva, no ha habido concesiones sobre los planteamientos ideológicos de cada grupo parlamentario, lo que hace imposible el pacto. Es de esperar, no obstante, que en la plasmación de las 148 medidas propuestas en leyes y otras normas los partidos orillen la defensa numantina de sus modelos y sean capaces de respaldar algunas medidas concretas que, sin demasiadas connotaciones políticas, tratan de introducir mejoras parciales en cuestiones de gran calado social que se han venido demostrando imprescindibles para aumentar la calidad de la enseñanza, tales como la garantía de la autoridad del profesor, el restablecimento del esfuerzo y la aplicación como valores a inculcar en los alumnos y la posibilidad de elegir itinerarios diferentes en ciertos tramos de edad de acuerdo con las inclinaciones y capacidades del estudiantado. Otro pacto necesario se ha frustrado, pero el país no puede permanecer pasivo ante el lamentable estado en que se encuentra su sistema de enseñanza, una de las claves del futuro.
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