Gafas de cerca
Tacho Rufino
Un juego de suma fea
La firma invitada
ES verdad que transcurre el día de la Villa en tiempos malos. Pero también es verdad que es en los tiempos difíciles cuando mejor se mide la talla del ser humano en el plano individual y de los pueblos como proyección colectiva de los seres humanos.
Los tiempos que vivimos están poniendo a prueba nuestra capacidad de resistencia, las seguridades que creíamos asentadas se tambalean; la confianza en las instituciones para afrontar los retos del mercado, la capacidad del poder político para resolver las injusticias económicas, la convicción de que el progreso tecnológico siempre traería de la mano el desarrollo humano de las sociedades… todo parece estar confuso, toda solución parece estar lejana, todo parece dispuesto y redactado a fin de que nos resignemos.
Pero no será verdad, no consentiremos que se haga verdad el augurio del poeta (Sánchez Ferlosio), no lograrán que los años malos nos hagan más ciegos, ni que los años ciegos nos vuelvan más malos; no conseguirán que los años tristes nos vuelvan fríos ni secos ni torvos.
Por el contrario, en tiempos malos, no nos resignamos.
No nos resignamos a que la gente de nuestro pueblo se quede sin trabajo porque el poder económico ha decidido que le rinde más beneficios la inversión especulativa que la inversión productiva.
No nos resignamos a que la gente de nuestro pueblo se quede sin casa porque antes se ha quedado sin trabajo y no puede pagar la hipoteca o el alquiler.
No nos resignamos a que las conquistas sociales en educación y salud se vean arrinconadas, reducidas, privatizadas…
No nos resignamos a que después de toda una vida de trabajo se nos diga que no es suficiente y que aún hay que trabajar más años.
No nos resignamos a que, mientras que en los años de bonanza no se avanzó en sistemas de protección social, en los años de crisis se recorten las prestaciones (informe FOESSA).
No nos resignamos a una "vuelta al hogar" en tiempos de crisis para resolver con cuidados femeninos la carencia de servicios, a costa de la proyección personal de las mujeres.
No nos resignamos a que nuestros jóvenes tengan menos expectativas de futuro de las que tuvieron sus padres.
No nos resignamos a pagar con nuestro trabajo, nuestros derechos y nuestras vidas, las trampas que las instituciones financieras se han hecho entre sí.
No nos resignamos al deterioro de la vida política ni a su conversión en un espectáculo incomprensible.
No nos resignamos a que se mida a todos por el rasero de los indeseables ni a que los indeseables siempre ganen.
No nos resignamos a que se nos nieguen los recursos para poder actuar en las necesidades de nuestro pueblo.
No nos resignamos a gestionar la miseria material por cuenta de quienes año tras año de crisis siguen obteniendo beneficios moralmente inaceptables.
Hemos sido elegidos por nuestro pueblo para hacer realidad la democracia cercana y no para servir de amortiguador de los conflictos sociales que genera la voracidad del poder económico a cuyos representantes nadie ha elegido.
Se nos ha elegido para elaborar las leyes que regulan y armonizan las relaciones entre las personas no para cambiarlas al gusto de quienes detentan el poder económico.
¿Qué son las leyes del mercado? ¿Quién ha escrito las leyes del mercado? ¿Quién ha elegido a los que dictan las leyes del mercado?
No, los malos años no nos volverán más ciegos porque es hora de señalar con claridad a los responsables y a sus valedores, ya sean ejecutivos o más bien ejecutores.
No nos convertirán en verdugos económicos ni en espectadores inermes de la tristeza de nuestros pueblos.
Queremos dignificar la política, demostrar que nuestra obediencia solo está al servicio del pueblo que nos ha dado su mandato, que los malos políticos no son nuestra medida. Queremos reafirmar que nuestra única medida es la esperanza y la fe de nuestro pueblo.
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