Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
Calle real
Vaya por delante. Todo lo que tengo pensado escribir es pura especulación. No he hablado con Loaiza, ni con Arenas, ni con Sanz. No he hablado con Antonio Moreno. Sé, de un modo intuitivo, lo que puede saber cualquier persona. Que puede ser verdad que la dirección regional del PP haya pensado que Moreno sería el mejor candidato para San Fernando. Que puede que Antonio Moreno, aceptadas sus condiciones (independencia, lista, etc.) haya medio comprometido su aceptación. Que todo iba bien hasta que González Nantes abortó el proceso por los cauces democristianos habituales. Puñal y veneno, como es sabido. Que a Pedemonte el asunto le cayó como un tiro e intrigó como sabe hasta que alguien le dijo en Sevilla que "tatequieta ya". Que muchos se confabularon y juramentaron. Y que, esto ya no es especulativo, el aventar el nombre de Antonio ha causado heridas irreversibles. Porque quien le debe todo a Antonio Moreno (Manuel de Bernardo Foncubierta) no puede decir, sin consecuencias, que "no iría con él ni a la esquina". Muy muy muy fuerte.
El solo apunte, la sola posibilidad, ha movido los cimientos de la ciudad. En su antiguo partido y en el Partido Popular. Tantos años y tantos favores que ha debido hacer el ex alcalde andalucista han arrojado este saldo de ingratitud. En los foros le han faltado el respeto, han alargado la fecha del principio del robo de la caja hasta una fecha en la que él gobernaba la ciudad (cuando en realidad no sabemos lo robado mes a mes, año a año, y hay un arqueo definitivo, que le ponen a la firma, en la que se afirma, por quienes tenían la obligación ineludible, que todo estaba en orden). No importa, ahora es tiempo de pin pan pun fuego contra Antonio Moreno.
Alguna vez he ido por la calle con él y le ha faltado tiempo para atender a tantos abrazos y besos, tantos saludos llenos de cariño y gratitud. Tornadizos son los afectos, es sabido. Y voluble el amor del pueblo, al parecer. El Evangelio de San Mateo es definitivo cuando narra los sucesos de Jerusalén, el tránsito del domingo de olivos al viernes de muerte. Moreno no necesita ser Cristo para que lo pongan como a un Cristo. Y lo quieran "sepultar" en el Colegio de La Salle como si eso fuera un castigo, cuando es un regalo. El poder es una mierda cuando hace lo que ha estado haciendo en San Fernando desde que, precisamente, Antonio Moreno tiró la toalla sin que nadie nos lo haya explicado. Desde luego yo no soy equidistante, ya que estamos en abierta confesión. Siempre me he tenido por amigo de Antonio, aunque no he participado de sus ideas nacionalistas. Ha sido siempre mejor que todos sus corifeos, con diferencia. Los que ahora lo niegan y antes lo adoraban, como la que ponía los ojos en blanco en la cola de los pollos.
El PP tiene ahora un problema, Houston. Antonio Moreno es mucho Antonio Moreno, qué se habían creído.
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