Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
Siempre he estado convencido de que el puente de La Pepa se terminaría en los plazos previstos. A pesar de que en las últimas semanas ha existido cierta confusión acerca de las fechas debido a los planes del Gobierno para ajustar las cifras de déficit público, para mí siempre ha estado claro de que el puente se inauguraría en marzo de 2012, coincidiendo con el bicentenario de la Constitución de 1812, La Pepa, de la que recibe el nombre. Siempre he tenido confianza absoluta en el trabajo del Ministerio de Fomento para que esta obra no se viera incluida en esos planes de recorte de inversiones, como finalmente ha decidido el ministro José Blanco.
Estaba seguro por varias razones, la primera de ellas, porque es una obra necesaria para los que vivimos en esta ciudad y en la Bahía de Cádiz. El puente es muy importante para la movilidad de todas las ciudades de la Bahía y su construcción garantiza, y para ello está planificado, la conexión de todas nuestras ciudades a través del anillo ferroviario metropolitano, una apuesta fuerte por el transporte público en un área de conurbación urbana tan importante como es nuestra Bahía.
Además, el Puente de La Pepa es una estructura fundamental para el presente y el futuro del puerto de Cádiz. Nuestro puerto necesita una vía rápida de acceso y salida de las mercancías que llegan por vía marítima, no sólo para facilitar el trabajo a las empresas que actualmente trabajan en él, sino también para permitir plantear una ampliación de sus instalaciones que tendrá como consecuencia mayor tráfico de mercancías entrando y saliendo de la ciudad, lo que supondrá una mayor actividad económica, con las repercusiones positivas para el empleo que esto tiene, convirtiendo sin lugar a dudas al puerto de Cádiz en un pulmón de desarrollo económico y de creación de riqueza en nuestra ciudad y de la Bahía.
En segundo lugar estaba convencido porque un puente de estas características, es decir, una gran obra civil como la que el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero está construyendo, actúa como símbolo colectivo de la ciudadanía, como emblema que proyecta una determinada imagen favorable de la ciudad y de sus ciudadanos hacia el exterior.
Cuando en 2012 se celebre la cumbre de jefes de Estado de Iberoamérica Cádiz tiene que ofrecer la mejor imagen de sí misma y entonces estará el puente terminado y los vehículos circulando sobre la que ya es la mayor inversión pública que ha realizado nunca un Gobierno de España en ésta ciudad. La ocasión lo merece y no tener el puente terminado entonces hubiera tenido un efecto contrario al que he expuesto.
Y en tercer lugar, el puente es también un símbolo político de primer orden porque representa muy gráficamente las ventajas del encuentro de dos extremos que están separados por obstáculos, del diálogo entre dos territorios alejados y distantes y, en este caso, puede simbolizar además el diálogo de todas aquellas personas que en 1812 discutieron, desde posiciones que parecían irreconciliables, pero con pasión y honestidad, hasta elaborar y aprobar la primera constitución que tuvo España.
Hace aproximadamente un año firmamos en Cádiz un pacto entre todos las instituciones y agentes sociales por el que decidimos apartar de la confrontación política todas las cuestiones referidas a ésta celebración. Me parece que fue un acierto y por la responsabilidad del Consorcio que presido y como consejero de la Junta de Andalucía puedo asegurar que seguiremos defendiendo este espíritu de consenso y de diálogo y esta manera de preparar el Bicentenario.
Me gustaría además, ahora que se acerca un periodo electoral importante con las elecciones municipales previstas para el próximo año, que todas las instituciones y colectivos que estamos trabajando en el Bicentenario nos reafirmáramos en este compromiso.
Comprendo que la posibilidad de usar este asunto para la confrontación política y la exaltación de los ánimos de los ciudadanos puede ser muy tentadora para un ayuntamiento, pero eso desvirtúa de manera importante los acuerdos a los que nosotros mismos nos comprometemos y con los que pretendemos honrar la memoria de aquellos diputados del Doce.
El puente de La Pepa es todo esto porque es un proyecto con el que nos hemos comprometido con la decisión y la esperanza de conseguir que Cádiz y sus ciudadanos vivan mejor, pero no hay que olvidar que de no ser por el Bicentenario, ésta obra quizá no habría comenzado aún y su construcción se habría alargado mucho más en el tiempo. Sin embargo, estará acabada en 2012.
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