Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
DESDE SATURNO
Como decíamos ayer… Cuando en 1998 abandoné la redacción de DIARIO DE CÁDIZ de la calle Ceballos, cerca de la plaza del Mentidero o de la Cruz de la Verdad, para hacerme cargo de la dirección de EUROPA SUR, Teófila Martínez llevaba tres años en la alcaldía de Cádiz. Tras ganar de forma incontestable las elecciones de 1995, relevó al primer alcalde de la restauración democrática, el socialista Carlos Díaz, uno de los políticos más honestos que he conocido -y los he escrutado de todos los partidos y pelajes durante estos 25 años de oficio-.
Desde entonces, la izquierda gaditana está en plena travesía del desierto y ya van 15 años de camino, polvo y derrotas. Y todo hace indicar que en los comicios del año que viene la cántabra volverá a ganar y completará así un ciclo de 20 años en la plaza de San Juan de Dios. Lo logrará posiblemente por méritos propios, pero también por demérito del PSOE, principal partido de la oposición y de la izquierda, que no ha sabido ofrecer a los gaditanos un proyecto ilusionante al no haber construido una alternativa seria de poder en torno a socialistas con crédito ciudadano, méritos e ideas, que haberlos, haylos, aunque, claro, a lo mejor no son 'patas negra'-dícese de aquellos leales a la causa antigriñanista que apoyan a Griñán los años bisiestos y no todos-.
La corriente mayoritaria que gobierna el socialismo democrático en la provincia de Cádiz, heredera del sutil sectarismo familiar de los chicos de la 'tecnología de la carretá' y del varguismo, se ha tornado faltona, excluyente y alérgica al debate. Y se ha sacado de la chistera, para evitarle al mandamás una alferecía electoral ante Martínez, a una candidata 'pata negra', Marta Meléndez, que es una auténtica desconocida. Esto, claro está, después de descartar a Emilio Aragón, un socialista con más tirón ciudadano pero señalado por sus amistades políticamente incorrectas y por un excesivo romanticismo que no es de gusto de los patrones, más prosaicos.
Aunque para ser justos, Meléndez debe contar, al menos con el beneficio de la duda, y se le podrá valorar sólo cuando se meta más en faena y elija -si la dejan- a sus compañeros de viaje en esta aventura política incierta. Otra cosa bien distinta ocurre con algunos posibles acompañantes de lista que, aunque no dejan de rejuvenecerse como Benjamin Button a base de una ingesta continuada de sopa boba provincial, son demasiado conocidos en la sociedad gaditana para desgracia del PSOE y de su alcaldable.
Y todo esto porque el estiércol acabó devorando a la rosa. Seguro que por este último lirismo -y por defender una urgente asamblea de los propios- me llaman mercenario o, algo muchísimo peor, poeta.
También te puede interesar
Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
El balcón
Ignacio Martínez
Negar el tributo y lucir el gasto
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La pesadilla andaluza
Por montera
Mariló Montero
Los tickets
Lo último