Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
El catamarán
ME dirijo a ti hoy, atribulado militante socialista que aún no sales de tu asombro con lo que sucede a tu alrededor. A ti, que te llevas las manos a la cabeza cada vez que lees o escuchas lo que se dicen unos a otros tus dirigentes en la provincia de Cádiz. Que callas por prudencia pero sientes dentro de ti la rabia de ver cómo cada día se dinamitan puentes y se levantan alambradas de espino en tu propia casa. Que ves cómo tus compañeros se despedazan en lugar de abrazarse, se lanzan andanadas de continuo y no atienden a las llamadas a la unidad.
Sí, sé que lo debes estar pasando francamente mal. La situación a nivel nacional no es precisamente para tirar cohetes y en los últimos meses, tal vez años, has tenido que soportar los continuos vaivenes del Gobierno, las críticas por decisiones -muchas veces meramente estéticas- que separan en lugar de unir a la sociedad, los nombramientos y ceses que nadie entiende y un sinfín de asuntos que en los últimos años te han convertido en diana de los comentarios de tus allegados.
Anónimo simpatizante del PSOE que llevas meses viendo a diario cómo se dibuja una sonrisa en el rostro de dirigentes, afiliados y simpatizantes del PP cada vez que se produce alguna de esas circunstancias a las que me refiero. Has visto cómo se crece la figura de los rivales políticos de tu partido y te has asombrado al comprobar, por ejemplo, cómo una alcaldesa popular ha sido capaz de arrancarle a un ministro socialista la mayor inversión que llegará a la provincia de Cádiz. Y tú, en tu pueblo, en tu ciudad, has tenido que vender a tus convecinos -con la mejor cara- esas migajas que te han caído para el año que viene. Y mientras tratabas de convencerlos, el fuego amigo una vez más sobre tus espaldas.
Tú, que te has limitado a ser obediente, leal y trabajador con unas siglas con las que siempre te has identificado, no te reconoces en el carné del partido estos días. Te han dolido las decisiones económicas que no casan con tus ideas, has pensado en qué diría Pablo Iglesias, pero las has acatado. Te han molestado los repetidos ataques a muchos de tus compañeros, pero sabes que forman parte de la democracia.
Pero lo que no puedes llegar a comprender, insisto, es que ahora que debiérais estar más unidos que nunca, aparezcan las puñaladas por todas partes: Cádiz, Jerez, Algeciras... Tal vez, me permito apuntarte, es que estemos ante el final de una etapa, momentos que suelen ser cruentos por lo que de ruptura suponen después de tanto tiempo. O quizá, honrado y sufrido socialista a quien dedico estas líneas, hayas llegado a preguntarte por qué has estado tanto tiempo en silencio.
También te puede interesar
Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
Por montera
Mariló Montero
Los tickets
El balcón
Ignacio Martínez
Negar el tributo y lucir el gasto
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La pesadilla andaluza
Lo último