La Rayuela
Lola Quero
Nadal ya no es de este tiempo
DE POCO UN TODO
DESDE el principio me cuento entre los críticos de Zapatero. Pero no me parece bien censurarle una cosa y la contraria. Por principios o, como mínimo, por el principio de no contradicción. La oposición política y mediática se toma su nombre tan a pecho que se oponen a todo lo del oponente. Eso mismo -aunque al revés- hacen los forofos que le van quedando: aplauden con arrobo a su líder, vaya por aquí o vuelva por allá.
Si critiqué a Zapatero por imponer la paridad, no puedo hacerlo cuando, al menos para su Gobierno, la ha defenestrado. Habrá que ver si, ahora que el impulsor se ha retractado, se van a desdecir o no en esas otras instancias en las que la han exigido con toda la fuerza de la ley. En todo caso, hay que alegrarse de que en el Gobierno se haya acabado ejemplarmente con esa imposición ineficaz, y no porque haya más hombres que mujeres, que también nos alegraríamos muchísimo si hubiese más mujeres que hombres. Lo importante es que se elijan a las personas por sus méritos, sin corsés ideológicos de género y número.
Si nos manifestamos contra los ministerios de Vivienda y de Igualdad, no podemos manifestarnos contra que los haya suprimido. El de la Vivienda era inútil, como se vio, y el de Igualdad, a pesar de su nombre, era peor. Por tanto, por lo que a mí respecta, un aplauso a Zapatero.
Y agradecido, porque nos ha dado una esclarecedora lección de teoría política postmoderna. Casi todos los comentaristas hablan de que con este cambio de Gobierno ha tirado la toalla y da el relevo a Rubalcaba, pero es más que un cambio de caras. Con esta remodelación, unida a su previo volantazo en economía, Zapatero viene a demostrar que el proyecto socialdemócrata es un capricho de niños ricos. En cuanto las cosas se ponen feas, sin dinero fácil que corra con los gastos, el progresismo del siglo XXI se desconcierta.
Los que ven en Rubalcaba una posibilidad de que remonte el Partido Socialista se engañan. Porque, ¿qué tiene el PSOE que ofrecer a la sociedad, ahora que se han quedado sin sus discursos altisonantes de paridades ni alianzas de civilizaciones y sin aquellos, ¡oh verdura de las eras!, novedosos ministerios rutilantes? Hagan la resta, noten que la división ideológica entre buenos y malos ya está amortizada, vean la multiplicación del paro y verán la suma del haber socialista. Muy pobre. A estas alturas, un neo-neoliberalismo vergonzante, en una intentona desesperada de crear riqueza… para volverla a dilapidar. Sin arcas del Estado llenas, no saben qué hacer. Zapatero, más listo que Rubalcaba, digan lo que digan, lo ha visto claro y ha dado un pasito atrás.
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