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Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
DE POCO UN TODO
SI lo llego a saber, quizá no lo escribo; aunque probablemente sí. En La Gaceta hago crítica literaria, y ni siquiera sobre best-sellers, sino sobre poesía o pensamiento, o sea, sobre lo que lee poca gente, siendo "gente" ya una hipérbole optimista. Si recogiese en libro mis reseñas, sería bajo el título de En el ángulo oscuro.
En mi acostumbrada penumbra andaba, pues, tan contento, cuando me enteré de que Francisco Pérez de los Cobos, el candidato de consenso del PP para el Tribunal Constitucional, muy alabado por todos los partidos, porque venía a sustituir al denostado (por conservador) Enrique López, había publicado dos libros. El País los llamaba "novelas", pero eran dos breves volúmenes, uno de aforismos, titulado Parva memoria, y otro de cuentos, titulado No hay derecho. Comenté la posibilidad de reseñarlos, y en La Gaceta, viendo la punta noticiosa, me animaron.
Me gustó más el de aforismos. Destaqué varios: "Al reino de los cielos se llega herido", "El 'haz el amor y no la guerra' explicita ya una inquietante concomitancia" o "Lo peor de un imbécil son sus matices". Unos pocos, muy perspicaces, eran de política: "Ser revolucionario es la forma más histriónica de ser superficial" o "En política, casi todo es virtual". Y cuatro eran críticos con el nacionalismo. O en general: "La única ideología capaz de seguir produciendo pesadillas es el nacionalismo" y "¡Cuánta mediocridad tapan las banderas! Quizás se inventaran para eso". O con el nacionalismo catalán en concreto: "El dinero es el bálsamo racionalizador de Cataluña" y "No hay en Cataluña acto político que se precie sin una o varias manifestaciones de onanismo".
Eso, y se ha liado parda. Varios periódicos se hicieron eco, escandalizados. Los políticos catalanes, incluyendo aquellos que habían alabado "su brillante currículo" (Carles Bonet, de ERC) o que lo consideraron "un buen candidato" (Jordi Vilajoana, de CiU,), pedían ahora, agitados, que no se le nombre magistrado. Rajoy, desde luego, no comparte esas opiniones, que ignoraba. Pilar Rahola ha escrito una columna gesticulante en La Vanguardia. Y la bola sigue creciendo. Pérez de los Cobos aduce, a la defensiva, que sería desorbitado defenestrarle por dos frases.
En lo que tiene razón, sin entrar en el hecho de que tanta sobreactuación quizá demuestre la verdad del aforismo contra el que se sobreactúa. La historia, añado yo, deja un retrato desolador de nuestra clase política. Nadie había leído los dos libros breves de quien iba a ocupar uno de los puestos claves de nuestro sistema. Claro que lo que yo añada importa poco. Y cuando importa, es peor.
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