Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
Tribuna
FRANCISCO Antonio Enrique Jiménez Fernández, nació el día 1 de diciembre de 1848 en la casa nº 29 (hoy 24-26) de la calle del Mirador, en pleno barrio de Santa María de Cádiz.
Hijo de Francisco Antonio Jiménez Rodríguez y de Carlota Antonia Fernández Monge, ambos naturales de Cádiz. Recibió el bautismo el día 5 del mismo mes, siendo sus padrinos el cantaor Enrique Ortega Díaz Señor Ortega El Viejo y su esposa Carlota Feria Ruiz, y los testigos fueron Francisco Jiménez y Sebastián de Feria.
La profesión de Enrique el Mellizo fue la de matarife, en la casa de matanza, al igual que su padre y hermanos. También compartió el arte del toreo, como banderillero y puntillero en diferentes cuadrillas, con los matadores El Lavi, El Marinero, Frascuelo, Lagartijo, Morenito de Algeciras, Villegas, Fernando El Gallo y, sobre todo, con Manuel Hermosilla.
La colosal figura de Enrique El Mellizo es como cantaor. En la historia del cante flamenco es uno de los pilares más importantes, por su excepcional categoría creadora y cantaora, el mas grande de todos, de entonces y de siempre, por lo que nos ha legado la memoria de lo jondo, es Enrique El Mellizo.
No consta, al parecer, ningún antepasado de su familia como cantaor, aunque desde antes de el nacer, existía gran amistad entre su familia y otras familias como las de los Ortega, los Feria, los Ezpeleta,… con gran abolengo, tanto en el flamenco como en el toreo. Así se demuestra en su partida de bautismo y en matrimonios entre miembros de dichas familias, pues sus primos hermanos, José Jiménez Sánchez Poncho -matador de toros- casó con María del Carmen Ortega Díaz, y Francisco Lázaro, con Rosa Ortega, padres de los toreros Rebujina.
No cabe duda de que Enrique El Mellizo desde niño sentiría esa afición al cante, y en fiestas familiares escucharía cantar a los maestros de aquella época: Curro Dulce, Señor Ortega el Viejo, Juan Feria, Dolores Jacoba (quien más tarde sería su suegra), y todo ese caudal lo refundió en su crisol donde su instinto personal fue capaz de fundir diferentes músicas y crear algo nuevo, pues del canto gregoriano forjó su malagueña grande, algo sorprendente, con unos lamentos patéticos, desesperados, con frenesí en los tercios finales.
Genio y bohemio, su cante y su rajo desolador, transmitía emoción y, como decían gitanos viejos de su barrio, daba miedo escucharlo.
Creó y cosechó sus propios estilos de cantes como seguiriyas, soleares, malagueñas, martinetes, saetas, tangos, alegrías, etc. Y fue ante todo músico genial y lo cantó todo de forma magistral.
Contrajo matrimonio el día 8 de febrero de 1874 con Ignacia Ezpeleta Ortega, nacida en Cádiz el día 30 de octubre de 1852, hija del matador de toros Francisco Ezpeleta Machuca y de la cantaora Dolores Jacoba Ortega Díaz, La Jacoba. El padrino de Ignacia de Bautismo fue el gran cantaor Juan Feria. Con este matrimonio se unieron las familias más importantes del toreo y el flamenco gaditano. Ignacia fue hija, madre, nieta, sobrina y biznieta de toreros y cantaores, como se demuestra en el mosaico instalado en la Plaza de la Merced con las dinastías de los Ortega y Mellizo.
Los hijos de Enrique El Mellizo y de Ignacia también fueron cantaores de categoría: Antonio Mellizo, Enrique Hermosilla y Carlota. Los dos últimos fallecieron solteros y Antonio fue padre de los cantaores Enrique El Mono y Antonio Chico Mellizo. También destacaron en el cante dos sobrinos de Enrique El Mellizo que fueron Enrique Butrón y Tía Luisa Butrón.
La dinastía de los Ezpeleta comienza en Cádiz concretamente cuando el matador de toros Fernando Francisco Ezpeleta Moreno, natural de Sanlúcar de Barrameda, contrajo matrimonio con la gaditana Josefa Ignacia Machuca Cruz, el día 11 de febrero de 1814, y de cuyo matrimonio nacieron: Francisco (que casó con Dolores Jacoba el día 7 de agosto de 1849 y ellos fueron los suegros de Enrique El Mellizo), Rufina (que casó con Curro Dulce el día 10 de marzo de 1846. Una hija de éstos fue Rufina Fernández Ezpeleta, que contrajo matrimonio con José Ortega Feria, El Águila, cantaor y torero, el día 5 de junio de 1869 y ellos fueron los abuelos del cantaor Manolo Caracol).
A Enrique El Mellizo tenemos que considerarlo como una fuente pura y profunda donde bebieron sus más fieles discípulos, además de sus familiares, como fueron Antonio Chacón, Manuel Torre, Fosforito El viejo, Aurelio Sellés, Manolo Caracol, Antonio Mairena, Pericón, La Perla, Manolo Vargas, Chano Lobato, Camarón, Juan Villar, Santiago Donday,… entre otros.
Qué sentiría ese gitano cuando el cantaor gaditano Caracol El Viejo, padre de Manolo Caracol, contaba de él que se iba a cantar a la muralla y a la tapia del manicomio.
Teniendo en cuenta la forma de ser de Enrique El Mellizo, se llega al a conclusión de que, sus rarezas, su forma de querer y de odiar, sus penas, alegrías y desesperación; o sea, sus sentimientos, los expresaba en su cante, ese era su desahogo, para él sería la mejor forma de expresarlos. Así se demuestra en esa seguiriya que como loco cantó al perder a su hija María del Loreto con 8 años: "Llamarme al médico / llamarme al doctor / que se me arrancan las alas de mi cuerpo / de mi corazón". Igualmente cuando se celebró ese homenaje en el Teatro Eslava de Cádiz, para recaudar fondos para poder librar a su hijo Antonio del servicio militar y cantó la siguiente letra: "Mira la vergüenza / que me has hecho de pasar / de andar pidiendo limosna de puertecita en puerta / pa tu libertá."
Mellizo no fue, ni él ni su padre, ni ningún hermano. Desde 1833 -en que su padre quedó viudo-, hasta 1852 -que contrajo un segundo matrimonio con la que fue su madre-, ocurrieron unos hechos que constan en el expediente de su segundo matrimonio, de donde es muy probable que provenga el apodo de "Mellizo" por alguna de esas circunstancias.
La Malagueña grande que se le atribuye a Enrique El Mellizo ¿tuvo algo que ver con la Malagueña que cantó su suegra Dolores La Jacoba, en aquella velada de Santiago y Santa Ana en la Triana de mediados del siglo XIX, cuando aún no había nacido El Mellizo? Es curioso cuando Estébanez Calderón en su obra Escenas Andaluzas nos describe que los allí presentes, incluyendo al Planeta y al Fillo, llegaron a la conclusión de que lo que cantó la gitanilla no fue la Malagueña de Jabera, "sino otra cosa nueva con diversa entonación, con distinta caída y de mayor dificultad y que por el nombre de quien con tal gracia la entonaba, pudiera llamársela Dolora". La copla tenía principio en un arranque a lo malagueño muy corrido y con mucho estilo, retrayéndose luego y viniendo a dar salida a las disidencias del Polo Tobalo, con mucha hondura y fuerza de pecho, concluyendo con otra subida el primer entono: fue cosa que arrebató siempre la oyó el concurso. Lo único que falta en dicha descripción es que la musicalidad parecía extraída del canto Gregoriano.
Enrique El Mellizo falleció el día 30 de mayo de 1906 en la casa nº 8 de la calle torno de Santa María, hoy Teniente Andújar, víctima de tuberculosis pulmonar, con 58 años.
El Ayuntamiento, a petición de la asociación de vecinos del Barrio de Santa María, acordó rotular una calle con su nombre y un busto en la calle Santa María, donde se describe un poema que le escribí en el centenario de su muerte. Igualmente la primera peña flamenca gaditana que fundamos un grupo de aficionados en 1972, de la cual fui presidente entre 1975 y 1979, lleva su nombre.
Hoy conmemoraremos el 162 aniversario de su nacimiento.
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