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EL ALAMBIQUE
RECONFORTA con calidez singular que, en estos tiempos de dura crisis, en los que la cultura parece resignarse a una suerte de dolorosa agonía existencial, como si en lugar de un componente definitorio de la civilización se tratara de un contingente elemento consumista, proyectos como Artífice Galería celebren su primer aniversario. Un año puede parecer un periodo corto, incluso inicial o simbólico, pero en singladuras de traza tan imprevisible como una galería de arte adquieren una equivalencia biológica similar a la de, cuando menos, una orientada juventud.
Es seguro que cuando José Tejero y José María Godínez abrieron las puertas de un espacio dedicado a la pintura, a la fotografía, a los ecos de la palabra, más de un paseante contumaz del casco antiguo ofrendase a la iniciativa un gesto sorprendido o escéptico, cuando no presurosamente conmiserativo. Pero, por fortuna, el guión del destino concede a veces, entre líneas, la dichosa certidumbre de que el territorio imaginario de los sueños acabe traduciéndose en una corpórea geografía, en una dulce realidad que no por su estricto telurismo renuncia a su envoltura mágica.
Con un convencimiento propio de quienes han hecho de la ilusión una de sus más preciadas armas de trabajo, la entidad nos anuncia su firme empeño de seguir creciendo en este 2011 que asoma (tantas penalidades ya acumuladas por tantos, entre el relámpago de la esperanza y el trueno del miedo), y metaforiza su decisión, en la que uno adivina un reto personal que debiera tornarse afán colectivo, en la figura de un niño erguido y con los brazos abiertos, la imagen de un infante firme en su receptividad, en su actitud espontánea y solidaria, quizá inocente en su entrega, amable y fresco, desde luego, ante un mundo al que quiere aportar y del que desea formar parte.
Los portuenses debemos sentirnos satisfechos porque Artífice Galería nos ofrezca, en un lugar tan cotidiano, tan consuetudinario en su latido como la calle Placilla, un espacio para la mirada, que es tanto como decir la curiosidad, que es tanto como decir la vida.
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