Un joven bornense vive a contrarreloj para frenar su ingreso en la cárcel
Ministerio de justicia Una familia pide por segunda vez la condonación de pena
Ernesto Jaén ha solicitado, con el apoyo del Ayuntamiento, un indulto que lo aleje de la ejecución de una condena que le llega seis años después cuando ya ha rehecho su vida y acaba de ser padre
Ernesto vive pendiente de una llamada, una misiva o una súplica que haga retroceder el paso inminente que le espera. En cualquier momento, deberá entrar en prisión para hacer efectiva una condena de tres años por un delito contra la salud pública (tráfico de drogas) de unos hechos que ocurrieron hace seis años, en Bornos.
Pero Ernesto Jaén Cardoso, de 34 años, se aferra a la petición de un indulto ante el Ministerio de Justicia porque tiene, por fin, dice, y después de mucho esfuerzo, su vida armada. "Tengo una vida como cualquier otro ciudadano", explica este hombre, electricista de profesión, que acaba de ser padre de un bebé y que ha montado una familia junto a su compañera Isabel María. "Tengo ahora una vida plena, por la que he luchado, que me la pueden destrozar si entro en prisión", insiste con angustia.
Por eso, vecinos de su pueblo se han volcado con su caso e incluso, el Ayuntamiento de Bornos, a través del pleno, ha apoyado una solicitud de petición de indulto, con informes de buena conducta de la Policía Local y la Guardia Civil. Además, su defensa ha presentado, también, un recurso de súplica para la suspensión de la pena ante la Audiencia Provincial mientras está en proceso esta solicitud. Es la segunda vez que Cardoso pide un indulto, aportando informes positivos de su inserción social, contrato de trabajo fijo en una empresa del pueblo, y argumentando que acaba de ser padre, siendo sus ingresos económicos los únicos con que cuenta su pareja y su hija, de dos meses, para atender sus necesidades. El Consejo de Ministro denegó una primera petición de indulto en febrero de este año.
Este hombre fue detenido el 10 de abril de 2007 en una operación antidroga por cocaína cuando se disponía a salir a trabajar, que se saldó con 28 imputados. Como otros implicados, reconoció los hechos, y se declaró culpable para obtener así el beneficio de una rebaja de la pena, teniéndose en cuenta que se iba a poder solicitar la suspensión de la condena por ser consumidor de cocaína.
"Todos demostraron que eran consumidores con informes de peso de un centro de drogodependencia, cosa que Ernesto no hizo porque nadie se lo indicó. No obstante sí logró rehabilitarse por sí mismo", dice un escrito de su defensa. Ernesto confiesa que ha perdió 20 kilos en los últimos cuatro meses por la tensión. "Sólo pido que revisen mi caso, que vean los fallos que hubo en mi defensa. Sí fui un drogadicto en aquel momento, pero después de aquello me quité por mis propios medios y soy otra persona. Yo atenté entonces contra mi vida, no con la de nadie. Mi reinserción no le ha costado ni un duro al Gobierno. Pero todos los imputados están en libertad y yo me voy a comer este marrón", apela.
En esta lucha contrarreloj por frenar su entrada en prisión, este hombre no está solo. Está arropado por su madre, hermanos, su hija y su pareja. "Es una angustia permanente estar esperando a que me contesten. Si no hay nada favorable, en 15 días estoy en la cárcel", concluye Ernesto.
Después musita, casi con la voz rota: "Eso, estoy seguro, que acabará conmigo".
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