Muere desangrado en Chiclana tras recibir un disparo en una pierna

El fallecido, de 67 años de edad y que estaba en tratamiento anticoagulante, perdió la vida en su finca de El Marquesado a la que llegó con un tiro que le había roto la femoral · Por ahora no hay detenidos

La Guardia Civil, investigando ayer por la mañana en la finca de El Marquesado donde murió desangrado Juan Amaya Marín, cuya imagen aparece en el recuadro superior.
La Guardia Civil, investigando ayer por la mañana en la finca de El Marquesado donde murió desangrado Juan Amaya Marín, cuya imagen aparece en el recuadro superior.
F.s.zambrano/M.mateo / Cádiz

17 de noviembre 2012 - 05:01

Juan Amaya Marín, de 67 años de edad, falleció desangrado la noche del jueves en su finca de El Marquesado, en Chiclana, después de recibir un disparo de escopeta en una pierna que le diseccionó la femoral. Los servicios sanitarios que acudieron al lugar no pudieron hacer nada por su vida ya que el fallecido estaba en tratamiento anticoagulante con Sintrom, lo que precipitó la pérdida de sangre. Ayer no se habían producido detenciones y se desconocían las causas del tiroteo. La Guardia Civil investiga el caso y el Juzgado de guardia de Chiclana decretó el secreto de las indagaciones.

Pese a este mutismo oficial, este periódico pudo conocer ayer que el fallecido cenó la noche del jueves junto a su mujer y un amigo en su finca de El Marquesado, ubicada en el kilómetro tres de la carretera de este núcleo rural que enlaza los términos municipales de Chiclana y Puerto Real. Concluida la cena, Juan Amaya se ofreció a acercar a su amigo a su casa en su furgoneta. Poco tiempo después regresaba a su finca ya con la herida de una escopeta en una de sus piernas, en concreto en la izquierda.

Al bajar del vehículo Juan Amaya sólo pudo gritar "¡Curra, Curra!" llamando desesperadamente a su esposa. De repente comenzó a sufrir muchas convulsiones y, pese a que su mujer avisó a los equipos de emergencias sanitarias del 061, su marido perdía la vida poco después debido a la amplia pérdida de sangre que sufrió al serle diseccionada la arteria femoral.

En el lugar de los hechos se personaron efectivos de la Guardia Civil y de la Policía Local de Chiclana y más tarde hicieron acto de presencia miembros de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz, que se hicieron cargo de la investigación.

En la mañana de ayer era visible la presencia de varios agentes de la Policía Judicial que seguían realizando indagaciones en la finca propiedad de Juan Amaya para intentar hallar pistas que pudieran ayudar a esclarecer lo ocurrido. Sin embargo, las pesquisas no dieron resultado, al menos hasta ayer, porque no se produjo detención alguna.

Sí trascendió ayer que el fallecido sólo presentaba un único impacto en su cuerpo -en su pierna izquierda- y que los investigadores interrogaron al amigo del fallecido al que había llevado a su casa, quien al parecer no fue testigo de lo ocurrido y, por tanto, fue exonerado de responsabilidad alguna. También se supo que en la furgoneta de Juan Amaya, la misma que utilizó la noche del jueves, era ayer visible el impacto de un disparo de escopeta en su parte trasera, sin que se sepa si se trata de un segundo tiro que recibió el fallecido por parte de su agresor o agresores o si correspondía al mismo que impactó en su pierna, rompiéndole la femoral y causando su muerte. Del mismo modo, se apuntaba la posibilidad de que el tiroteo pudiera haber tenido lugar a la altura de la venta Luna, ubicada en la misma carretera de El Marquesado.

Juan Amaya Marín era una persona muy conocida en Chiclana y de manera muy especial en la zona de El Marquesado tanto por su peculiar barba blanca -muy poblada- como porque se dedicaba a vender patatas, verduras, frutas y otras hortalizas que él mismo cultivaba en su finca. Además, también alquilaba ponys y eran frecuentes sus viajes por la zona con un tractor que utilizaba para realizar las labores de cultivo.

El fallecido en el homicidio de Chiclana había sufrido dos infartos en los últimos años, lo que motivó que estuviera en tratamiento con Sintrom, un anticoagulante que facilita el riego sanguíneo y evita trombosis y problemas circulatorios. Juan Amaya tenía 67 años, estaba casado y era padre de seis hijos, uno de los cuales es guardia civil y está destinado en la Comandancia de Huelva.

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