Cuatro cartas para no olvidar el horror nazi
La familia del serrano Pablo Barrera Pernía, que murió en un campo de concentración de Mauthausen-Gusen hace una donación al Archivo de Olvera
El olvereño Pablo Barrera Pernía falleció el 2 de febrero de 1942, en un campo de concentración nazi de la preceptura Mauthausen-Gusen, a la edad de 25 años, dejando mujer y cuatro hijos. Unos meses antes, en 1941, y desde otros campos de detención para militares, escribió cuatro cartas a su mujer Carmen Márquez Márquez, que llegaron a sus manos gracias a la colaboración de la Cruz Roja Internacional.
Esas misivas forman ya parte del Archivo Municipal del Ayuntamiento de Olvera, que las custodiará para su conservación y las pondrá a disposición de la sociedad para que no caiga en el olvido uno de los capítulos más amargos de la historia como fue el holocausto nazi. Barrera Pernía tuvo vinculación con el PSOE y el PCE olvereño, y no había tenido responsabilidades militares hasta su ingreso en la Legión Francesa tras su huida acabada la Guerra Civil, como recoge el libro La historia recobrada. República, sublevación y represión en Olvera, de los autores Fernando Sígler, Jesús Román y Juan Antonio del Río.
Ahora, y por decisión de la hija del que fuera prisionero en los campos alemanes y austriacos, María Barrera Márquez, de 75 años de edad, estas cartas llegan a Olvera porque "es bueno que se sepa la historia y se pueda acceder a la memoria escrita viva", argumenta su propio nieto, Rafael Romero. En ellas, Barrera Pernía contó todo lo que echaba de menos a su familia y se interrogaba sobre el paradero de otros olvereños, aunque tamizado todo para salvar la censura nazi. Las cuatro cartas que componen el fondo llegaron entre febrero y mayo de 1941 hasta el domicilio familiar de entonces, de la calle General Franco, nº 17 de Morón de la Frontera (Sevilla), desde los campos de detención para militares.
Una de las misivas del prisionero 96610 en el campo alemán para prisioneros de guerra XI B Fallingbostel (comando 1197), con fecha del 30-4-41, dice así: "Querida esposa: ante todo salud, en unión de nuestros queridos hijos y familia. Yo por ésta muy bien. Carmen, como observarás te escribo desde otro lugar. No sé si tu recibirás mis cartas, porque yo las tuyas no. Hace un poco de tiempo te escribí una tarjeta por la Cruz Roja Internacional. No sé si la habrás recibido. Dime cuando me contestes como sigue mi hermano y mis padres y los niños. Carmen, en una de tus cartas me decías que muchos amigos se encontraban en ésa, pero no me dices quiénes. Dime algo de Niño Rubia. Yo pienso que mi Cuerta no se tarde mucho en dar una visita por ésa. Dime cómo lo pasan los niños. Tú no ves al Titi, pero yo no veo al Titi ni a Juanele. Dime algo de Muñoz y López. Sin otra cosa de momento, muchos besos (…)". Un testimonio único de la vivencia de los miles de españoles que sufrieron los desmanes del nacismo y cargado de sentimiento, aunque con la espada de la censura encima. "Si mi bisabuelo hubiera llegado a contar lo que estaba viviendo allí, esas cartas no habrían salido nunca del campo de concentración", explica Romero.
Recoge el libro mencionado antes que por los campos de Mauthausen-Gusen pasaron, además, otros dos olvereños que corrieron distinta suerte. El antiguo dirigente de la CNT local y teniente Eduardo Escot Bocanegra, que pudo celebrar la liberación y aún reside en Francia. Peor suerte corrió Cristóbal Raya Medina, secretario de la CNT y capitán, que murió allí. El alcalde de Olvera, José Luis del Río (IU), agradece a la familia de Pablo Barrera la donación de este fondo y la generosidad por ceder estos escritos por el incalculable valor sentimental que poseen. José Luis del Río reconoce que "esta donación es de común interés para la sociedad, en aras de la preservación y difusión de la historia y de las señas de identidad de la ciudad de Olvera", expresa.
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