La rebelión de 'Las Kellys'

El colectivo de camareras de hotel denuncian una situación laboral, para muchas, "aberrante"

La calidad de un hotel está, en buena parte, en manos del colectivo de sus camareras.
La calidad de un hotel está, en buena parte, en manos del colectivo de sus camareras.
Joaquín Benítez Cádiz

23 de febrero 2016 - 05:01

Tienen ya un libro, una canción, página en facebook y en twitter. Las camareras de hotel, o de piso, despiertan ahora de un letargo y parece que han optado por sacar a la calle sus reivindicaciones laborales contando a los cuatro vientos una situación que, para muchas de ellas, es "aberrante".

Ellas tienen también nombre. Se hacen conocer como Las Kellys. Pepi Camacho se enarbola en Cádiz como la portavoz de este colectivo de mujeres cuyo objetivo número uno debe ser tenerle a usted, o a mí, la habitación impoluta y la cama perfectamente hecha y estirada para así pasar una buena estancia en el hotel.

Pepi quiere anteponer que "nunca es bueno generalizar" a la vez que repite, una y otra vez, que dentro de su colectivo hay aún mucho miedo: "Entre nosotras nos lo contamos todo y es cuando realmente salen a relucir nuestras penas". Camacho, camarera de hotel en la provincia de Cádiz, afirma que conoce casos que realmente quitan el sueño. "No es el mío", pero todas tenemos en común que "somos el personal invisible del hotel".

En cuanto al régimen de trabajo, lo habitual es que la Dirección del hotel les imponga un rango sobre su jornada de ocho horas. Habitualmente están obligadas a hacer unas 20 ó 22 habitaciones por camarera al día, por unos 1.000 euros al mes. "Pero, antes, tenemos que dedicarle aproximadamente una hora y media a lo que nosotras llamamos las zonas nobles del hotel".

Pero a la hora de imponer ese rango, algo peculiar es que no se tiene en cuenta el número de camas que tenga cada habitación. "Evidentemente no es lo mismo una habitación familiar con cuatro camas que una que tan sólo tenga una de matrimonio, sobre todo a la hora de cambiar las sábanas es cuando notamos esa gran diferencia", comenta Pepi Camacho, que afirma que prefiere ser cauta y callarse aún muchas de las denuncias que llegan hasta sus oídos. "Yo, por fortuna, no lo sufro en mi puesto de trabajo pero todas, todas, tenemos que empezar la jornada laboral medicándonos. Para nosotros es normal arrancar con paracetamol o ibuprofeno".

El caso de Pepi es muy habitual. Ella cuenta que empezó a trabajar de camarera de hotel con 17 ó 18 años. Ahora tiene 43 y se lamenta cuando dicen que "muchas de nosotras no llegamos hasta los 60 en condiciones de seguir cotizando". "¿Y si planteáis una baja, con qué respuesta os soléis encontrar?", se le pregunta a esta camarera gaditana. "Si eres eventual, normalmente te buscas la calle y que no te llamen más; y si eres fija, para qué contarle". "Si te encuentras con un director o una gobernanta dura de roer, a lo mejor preferirías que te hubieran puesto de patitas en la calle".

Repite Camacho que no es bueno generalizar porque "hay hoteles y hoteles, y aquí en la provincia no son precisamente los peores".

En cuanto al trato que reciben por parte del turista que llega al hotel, la portavoz en Cádiz de Las Kellys comenta que "los alemanes son realmente adorables", pero, sin embargo, los españoles, "somos como somos y vamos a lo que vamos, a tener una criada que te lo haga todo, sin acordarse de que también somos personas y que, como a ellos, nos gusta también que nos den las gracias".

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