La hoz y el martillo (De la teoría a la práctica)
El ex coordinador provincial de IU deja atrás un cuarto de siglo dedicado a la política para centrarse en sus obligaciones laborales en una empresa de construcción y en sus nuevas responsabilidades como agricultor
Hace un año y medio su preocupación era acabar la autovía El Puerto-Rota, que se había quedado empantanada; hoy su preocupación es que ha tenido unos días de mucho ajetreo laboral y no ha tenido tiempo para limpiar la maleza que empieza a reinar entre sus espárragos. Hace un año y medio le preocupaban los mil y un trámites que seguían pendientes (y aún siguen) para poner en servicio el tranvía de la Bahía; hoy le preocupa extralimitarse al echar el sulfato de cobre que es esencial para que su viña no se muera. Hace un año y medio tenía en su punto de mira a Arcos y a las grietas que seguían abriéndose en las viviendas de La Velada; hoy sigue mirando a la localidad arcense, pero porque va allí casi a diario para levantar una nueva gasolinera. Hace un año y medio lo que le quitaba el sueño era no poder frenar tantísimos desahucios; hoy su pesadilla es el mildiu, un hongo que ataca a todos los órganos verdes de la vid y que en Trebujena recibe por arte de magia el nombre de mildeos.
La vida, ya se sabe, cambia mucho en muy poco tiempo. También para los políticos. Incluso también para los dirigentes de Izquierda Unida. De eso puede dar fe Manuel Cárdenas, hasta hace una semana coordinador provincial de IU y que ahora ha decidido dar carpetazo a un cuarto de siglo dedicado a su pasión de siempre, que sigue siendo la política. Atrás quedan ya tres años de concejal con responsabilidades de gobierno, 18 años de alcalde de Trebujena, dos años y medio de delegado de la Junta de Andalucía en la provincia y, entre medias de todos esos cargos públicos, un intento frustrado por ser diputado en el Congreso, otro revés al no lograr un escaño en el Parlamento de Andalucía y casi ocho años como máximo responsable de IU en la provincia.
"Estoy bien. Estoy muy tranquilo. Este era un paso que quería dar desde enero y que ahora se ha hecho efectivo. No podía afrontar otra campaña electoral como coordinador provincial de IU porque me era imposible estar en todos los sitios donde se me requería. Ahora ya sí podré dedicarme de lleno a mis proyectos profesionales en los que estoy muy ilusionado". Manuel Cárdenas se sincera ante una cerveza en un rincón del bar Litri, santo y seña del buen comer trebujenero. Después nos enseñará su viña de 9.000 metros cuadrados que tiene en producción y otra finca de 15.000 metros cuadrados de la que es el arrendatario y donde está volcado en el cultivo de espárragos. Pero ahora repasa su trayectoria política, y elogia a su sucesor al frente de IU (Fernando Macías, alcalde de Medina Sidonia) a quien califica como "un líder con los pies en la tierra", y da su visto bueno a la coalición "necesaria y coyuntural" que su partido ha cerrado con Podemos para las elecciones generales de dentro de tres semanas. "IU y Podemos no somos lo mismo, pero tenemos más puntos en común que otros partidos políticos", aclara antes de subrayar que esta unión "es necesaria en el momento social y político que vivimos en el país" y antes de apostillar rotundo que Izquierda Unida "claro que seguirá existiendo, porque somos un proyecto político insustituible".
En muchos momentos habla como si ya se hubiera jubilado de la política para siempre. Pero que diga eso una persona de apenas 47 años, cuesta creerlo. Digamos que ha cerrado la puerta a la política, pero que sabe dónde está la llave. "Mira, me gusta esa definición", afirma este trebujenero que a lo único que no diría que no, si su partido lo ve oportuno, sería a ser coordinador local de IU en su pueblo, pero poco más. "Ni a corto, ni a medio plazo me planteo asumir ninguna responsabilidad pública, pero no porque me haya llevado muchos palos sino porque siempre he tenido claro que uno no puede vivir eternamente de la política", reflexiona antes de repetir una frase que, por manida, ya ha convertido casi en un axioma personal: "Es que a mí la política me gusta más que comer con los dedos".
Hay niños que con 14 años son un prodigio con un balón o con un piano. A esa edad Manuel Cárdenas ya militaba en Juventudes Comunistas. "Hoy me parece una locura pero es que siempre me ha apasionado esto". Con 18 años y un mes ya formaba parte de una lista electoral de IU, en las municipales de 1987 en Trebujena, pero sin éxito. Sería concejal en 1991 y alcalde apenas tres años después, cuando dimitió Juan Olivero y sus compañeros le señalaron a él como sucesor. Apenas tenía 25 años pero ante él se habría un horizonte jalonado con cinco mayorías absolutas. Es de la opinión de que un ayuntamiento es la mejor escuela para esa política que él llama "real", la del día a día con los vecinos. "La política local es lo más gratificante en los buenos momentos y lo más duro cuando vienen mal dadas. Y mis últimos años fueron horribles, por la crisis. No había dinero en el Ayuntamiento, muchos vecinos perdían sus casas o sus empleos y yo no podía hacer nada, salvo llorar con ellos".
Todo dio un giro en 2012. IU se decidió a pactar con el PSOE en el Gobierno andaluz para frenar al PP. Y Cárdenas dejaba la Alcaldía para asumir la Delegación Territorial de Fomento, Vivienda, Turismo y Comercio de la Junta. "Sí, disfruté mucho en esa etapa. Fue una experiencia muy buena y creo que desde IU demostramos que se podía hacer política aunque no se pudieran hacer obras porque no había recursos". Estuvo apenas dos años y medio en el cargo y lo que menos le gustó, aclara, fue la "política virtual" que vio en la Junta. "Allí un mensaje que se repite mil veces para muchos se convierte en realidad aunque no lo sea. Sucedió con eso de Andalucía, imparable, cuando de imparable ni tenía, ni tiene nada".
Lo bueno dura poco y en enero de 2015 Susana Díaz rompía con IU, el partido que le había servido de flotador al PSOE en la única victoria electoral del PP en unas andaluzas, y convocaba elecciones anticipadas. Han pasado los años y Cárdenas se sigue negando a hablar de traición por parte del PSOE. "Para nada. A uno sólo le puede traicionar su pareja, su familia o sus amigos pero nunca un adversario político", dice rotundo.
Era su segundo revés en apenas dos meses, porque en noviembre de 2011 no pudo agarrar un escaño en el Congreso. El mal fario le persiguió. Unas décimas en el padrón privaron a Cádiz de su noveno diputado y él, cabeza de lista de IU, se quedó el noveno, a muy pocos votos del éxito. "En lo personal la pena sólo me duró media hora porque ser diputado no era algo que hubiera buscado; me dolió más por mi partido, porque estábamos en nuestro mejor momento, porque habíamos triplicado nuestros resultados y porque hubiera sido muy bueno para la organización, pero no pudo ser".
Del todo a la nada. Cárdenas no quiso ir en la lista a las municipales "porque Trebujena tiene al mejor alcalde posible y va a seguir ahí muchos años" y se tuvo que apuntar al paro. Con sus estudios de Graduado Social completados 20 años atrás -no tiene el título porque le faltó hacer el trabajo de fin de carrera- se quedó a verlas venir. No logró el año pasado escaño en el Parlamento andaluz porque su partido le relegó al segundo puesto de la lista, aunque él ni rechistó. Y fue un amigo suyo, propietario de varias empresas pequeñas dedicadas sobre todo a la construcción, quien le rescató del desempleo el pasado verano. Allí lleva todo el papeleo, pero cuando es menester igual carga camiones que echa cemento o que usa la pala excavadora. Lo que tercie.
Y en sus ratos libres, al campo. En el pago de La Arboleda tiene dos aranzadas de viñas, aunque por ahora sólo una de ellas está en producción. Allí, con el río Guadalquivir buscando juguetón Bajo de Guía al fondo, Cárdenas mima sus uvas palomino con la confianza de que el mildeos no cause un estropicio. De paso, alguna cebolla emerge para saludarle. Y un poco más a la derecha, ya con Lebrija vigilando perenne la frontera entre dos provincias, una finca de 15.000 metros cuadrados que le fue arrendada encierra su gran sueño. Los espárragos de secano van fortaleciéndose, pero sin prisas. Para que sean productivos habrá que esperar aún un par de años. A partir de ahí, podrá venderlos y Cárdenas sopesará si ha merecido la pena y si, como desea, puede vivir del campo al cien por cien, aunque para ello precisaría de más tierras y más esfuerzo.
La teoría de los símbolos comunistas de la hoz y el martillo está bien. Pero la práctica es durísima. Eso lo sabe un Manuel Cárdenas que ha encontrado en la construcción y en el campo lo impensable: un futuro alejado de su pasión.
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