Cuando una resaca puede ser mortal
Incidentes en el litoral de la Bahía de Cádiz
Las olas pasaron de medio metro a dos en el Golfo de Cádiz en apenas unas horas el domingo. Expertos explican un fenómeno más común de lo que se piensa.
La fuerte resaca provocada por una borrasca que se formó la pasada semana en el Atlántico provocó un mar de fondo que convirtió las playas gaditanas en peligrosas para los bañistas durante algunas horas que resultaron críticas. El lunes murieron dos personas en la playa isleña de Camposoto, y el domingo sólo la diligente labor de los socorristas de las playas de la capital, y de algunos ciudadanos transmutados en héroes anónimos, evitaron que más personas fallecieran ahogadas, sobre todo en la zona de Cortadura, donde llegaron a producirse hasta 15 rescates y se izó la bandera roja para prohibir el baño.
Ayer este diario habló con José Antonio Aparicio, presidente del Instituto Español para la Reducción de los Desastres, que arrojó algo más de luz sobre qué provocó esas complicadas condiciones del mar, sobre todo durante las jornadas del domingo y el lunes. “Los efectos han sido similares a los que provocó el huracán Gordon en 2012, aunque en el caso actual con menor número de rescates. La borrasca que ha afectado recientemente al noroeste del país es la que ha podido generar estas corrientes de mar, lo que unido a la morfología de nuestras playas ha generado los efectos que conocemos”, dijo Aparicio.
Las corrientes de retorno, también denominadas corrientes de resaca, son las que han causado tantos problemas entre los usuarios de las playas gaditanas. “Estas corrientes no producen sifonamiento, es decir, no engullen a las personas, sino que las arrastran en la dirección de la corriente como si fueran un río. La forma de salir de ellas es nadar o flotar a favor de la corriente y girar hacia las corrientes de entrada a playa”.
En la página oficial de Puertos del Estado también puede comprobarse como el oleaje recogido por las boyas del Golfo de Cádiz no sólo cambia su frecuencia sino que las olas pasan en pocas horas de medir medio metro a casi dos.
En ese informe se dice que a las nueve de la mañana del día 10 el período del oleaje era de 5 segundos, que es el normal para un mar de viento (efecto del viento local sobre la superficie del mar) y que va de cinco a ocho segundos entre ola y ola. Una hora después, a las 10 de la mañana, este período asciende súbitamente a 15,43 segundos, lo que parece indicar la llegada repentina de un mar de fondo que vino acompañado además de un cambio drástico en la dirección de la corriente, pasando de 146º (sur-sudeste) a 281º (noroeste).
A partir de las doce de la mañana del domingo, y a lo largo ya de ese día, el período de oleaje fue descendiendo a 14 y 13 segundos. El período del oleaje generado por el huracán Gordon en el 2012 fue de 14 segundos, por tener una referencia comparable. En 2012 se realizaron unos 200 rescates en todo el litoral gaditano.
Desde entonces, los períodos del oleaje se mantuvieron entre 13 segundos y 11 segundos a lo largo del día 11 y durante la madrugada de ayer se regresó a los valores normales de cuatro a cinco segundos.
No es la primera vez que en las playas gaditanas se dan circunstancias como esta. De hecho, hace cuatro años ya hubo que colocar la bandera roja en arenales como El Palmar o La Victoria debido a los efectos del antes citado huracán Gordon.
José Antonio Aparicio explicaba ayer a este diario que cuando se dan estas situaciones en el mar es fundamental mantener la calma y no empeñarse en luchar contra la corriente. “Hay que tener en cuenta que la resaca se origina porque una corriente marina choca con las rocas y los bancos de arena marina y se rompe, por lo que llega a la playa a dos velocidades. Esa corriente de retorno, que desde el mar no se aprecia pero que sí se observa perfectamente cuando lo vemos desde las alturas, toma forma de champiñón, más estrecho al principio y luego ensanchando la cabeza. Lo que hay que hacer es dejarse llevar por la marea y poco a poco ir buscando una salida lateral que nos ponga en el camino de una corriente de entrada a la playa que nos facilite el poder volver a tierra. Estas corrientes no nos llevan al fondo, lo que pasa es que si luchas contra ellas acabas agotado y eso es fatal en estas situaciones”.
Los socorristas de Cádiz confían en no tener que vivir en mucho tiempo situaciones como las de estos días.
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