Pepi vio el ovni de Olvera
Una ola de objetos voladores no identificados se extendió por España en la primavera de 1974 Un matrimonio olvereño y su hija de 14 años fueron testigos de uno de esos fenómenos
Quedamos el pasado martes en que el jefe de la segunda Región Aérea, al hilo de un caso ocurrido en Jerez y otros en poblaciones de Huelva, Sevilla y Cádiz, le transmitía al ministro del Aire su desconcierto ante tantos ovnis. "Yo mismo estoy confuso ante tantas apariciones como se vienen registrando en estos días", escribió ese teniente general en una carta fechada el 2 de abril de 1974. Ahí estábamos. Pues bien, fue justamente en torno a esa fecha cuando Diego Cabeza, su esposa y su hija se toparon una noche en Olvera con un objeto volador no identificado, un OVNI, que les metió un enorme susto en el cuerpo. La carta del mando militar se encuentra en uno de los 80 expedientes desclasificados que el Ministerio de Defensa ha publicado en internet. La noticia sobre el ovni de Olvera la recogió Diario de Cádiz el 4 de abril de 1974. Y el episodio lo tiene aún grabado en su memoria Pepi Cabeza, que era una niña de 14 años cuando vio aquella luz intensa que obligó a su padre a detener el 600.
En 1974, España afrontaba el reto de poner en marcha la televisión en color. Como ya estamos en el futuro, un aparato que uno lleva en el bolsillo y que hace de teléfono desde cualquier lugar, en el que se puede escribir, que hace fotos y vídeos que se ven al instante, que graba sonidos, que envía y recibe mensajes y fotos, en el que hasta se puede ver la televisión..., un aparato que ni soñábamos en 1974, permite localizar inmediatamente a la niña que ese año vio el ovni de Olvera. Con tres wasaps y una llamada. Con la ayuda de Francisco Menacho, senador y olvereño.
"Se cachondean de mí cuando lo cuento", dice Pepi, "pero yo lo vi y lo recuerdo perfectamente". Eso sí que no cambia: mucha gente se cuida de no contar su experiencia por temor a burlas y al qué dirán. Pero Pepi parece una persona valiente y tiene muy claro que fue testigo de algo excepcional. Sin más. "Lo que fuese o no fuese, eso no lo sé. Yo vi lo que vi". ¿Y que vio?
Era de noche, sobre las dos de la madrugada, y llovía un poco, rememora Pepi. Su padre tenía un bar en el centro de Olvera, en la calle Llana. Se llamaba Caza y Pesca pero todos lo conocían como el bar de Diego Cholilla. Habían cerrado el bar, se habían acercado a visitar a un familiar enfermo e iban camino de casa. Su padre conducía el coche, un Seat 600; su madre, Josefina Serrano, iba sentada delante y Pepi, en el asiento de atrás. Enfilaron la avenida Julián Besteiro, que entonces se llamaba calle Mora Figueroa, y de pronto, al fondo, por delante, "apareció una luz muy grande que iluminaba los tejados y las casas como si fuese de día".
Pepi y sus padres se asustaron muchísimo. "Pasamos mucho miedo", recuerda ahora riéndose, como es habitual cuando el temor se queda atrás y, además, no pasa nada, no hay nada que lamentar. La luz permaneció un rato como flotando en el aire, allá al final de la calle. Diego había detenido el coche. Los tres se quedaron atónitos, mirando, sin entender qué ocurría, qué era aquello tan extraño. Al poco, también de pronto, la luz desapareció. Y entonces, tras unos instantes de desconcierto, fue la madre de Pepi la que los devolvió a la realidad. Miró a su marido y le advirtió: "A ver si se te ocurre contar esto". La mujer, como dice Pepi, sabía muy bien lo que son los pueblos.
Además de regentar uno de los bares más concurridos de Olvera, el padre de Pepi era concejal. Se relacionaba con mucha gente. De modo que la historia del ovni rodó enseguida y alcanzó la capital de la provincia. Diario de Cádiz publicó la noticia y, al día siguiente, la foto de los testigos. Pepi y sus padres posan tras la barra del bar, sonrientes, ya sin temor. Diego falleció hace 23 años; Josefina, hace 21. Pepi conserva los recortes de prensa, la noticia que protagonizaron los tres. Apoyada en la barra, ella es entonces una niña espabilada, nada tímida, que mira al objetivo con determinación. El pasado viernes, posó de nuevo para el fotógrafo tras contarle al periodista que jamás ha olvidado aquel episodio, aquella luz que les salió al paso hace 42 años, en un año que registró una auténtica ola de apariciones de ovnis.
Tanto es así, que Diario de Cádiz publicó el jueves 25 de abril de 1974 en primera página un par de fotografías bajo un titular muy directo: Ovnis por todas partes. Una de las fotos muestra un ovni fotografiado sobre Málaga por un grupo de chavales de la OJE de esa ciudad la noche del domingo anterior. La segunda imagen está tomada en La Coruña por don Ángel González Morán (la prensa usaba el don entonces como era costumbre: según para quién y en qué circunstancias).
En el pie comentado para ambas fotos, el periódico ironizaba ante tal despliegue de objetos voladores no identificados que parecían haber tomado España por un enorme photocall: "Ya son tantos "ovnis" los que están apareciendo por nuestra geografía, que si antes fotografiarlos era una proeza, dentro de poco va a resultar lo contrario; que quien no logre impresionarlos con una máquina, es porque necesita comprarla, que a tiro bien que se ponen".
Las cámaras fotográficas aún eran máquinas en el lenguaje común. Estaba usando la suya Ángel González, que era colaborador gráfico de El Ideal Gallego, cuando tomó las fotos del ovni coruñés. En la noticia que lo cuenta, el día 24 de abril, se lee otra más cercana: don Francisco Maestre Montaño, jefe de la Policía Municipal de Cortegana, en Huelva, relata cómo días atrás fue testigo de otro fenómeno extraño. Resulta que estaba de vigilancia entre las once menos cuarto y las doce de la noche y observó al fondo de un valle, a la altura de la aldea de Aguafría, unas luces muy intensas de color rojo que formaban una especie de V. Al día siguiente, el hombre se puso en contacto con la encargada del teléfono rural de Aguafría (muchos pueblos pequeños carecían entonces de teléfono en España y en algunos había uno) pero allí nada sabían de luces rojas en el cielo. No obstante, otros vecinos de Cortegana le dijeron luego que ellos también habían visto lo mismo que él.
También en el mes de abril de ese 1974, Juan Aragonés Torrents, de 60 años, y su esposa vieron desde su casa de Tarrasa, en Barcelona, un objeto que pasó volando, se detuvo y, mientras permanecía inmóvil, se dividió en ocho "cuerpos" parecidos a platos de café ovalados que volaron en distintas direcciones. El matrimonio, muy conocido en la ciudad y "digno de crédito", explicó que nunca había creído en fantasías sobre ovnis.
Pocos días antes, Diario de Cádiz se había hecho eco de otro avistamiento con testigos que "merecen crédito": don Julio Acosta, profesor de EGB, su esposa, doña Gloria Torres, y el estudiante de COU Agustín Berzas. Hacia las dos de la madrugada, los tres caminaban por una calle de Valencia de Alcántara, en Cáceres. Regresaban de "hacer su vela en el templo". Delante de ellos, a unos trescientos metros y al nivel del suelo, vieron una figura en forma de rombo con haces luminosos blanquecinos intensos; en la parte superior izquierda, tenía un semicírculo rojizo amarillento que se fue convirtiendo en círculo a medida que se alejaba hacia el horizonte.
La ola continuó durante el mes de mayo. El 14 de ese mes, Diario de Cádiz publica que don Esteban Alfonso Martínez, su esposa y sus hijos se toparon con un objeto luminoso con forma de puro y del tamaño de un par de aviones tipo Jumbo cuando regresaban del campo hacia Madrid por la carretera de Talamanca del Jarama. Mientras permanecía en el aire, otro objeto de menor tamaño y con forma de peonza se introdujo en su interior. En segundos, el ovni desapareció.
Al día siguiente, otra noticia. En esta ocasión llega de Córdoba y es más alarmante: un ovni persigue a un matrimonio cordobés. Don Ángel Gil Romero, industrial, y doña Concepción Tirado Gómez, maestra nacional, han relatado que cuando se dirigían en automóvil hacia Pedroche, hacia las cuatro y media de la madrugada, vieron en el cielo un extraño objeto luminoso que les seguía. Era de forma esférica, del tamaño de una mesa camilla, rodeado de una intensa luz amarilla que despedía rayos. Los testigos llegaron al pueblo Torrecampo, donde había fiesta, y unos amigos los vieron tan asustados, que los acompañaron luego hasta Pedroche con una caravana de coches que hizo el viaje con una completa normalidad.
Ese mismo mes, en cambio, un ovni con el que se habían encontrado dos personas en El Barco de Ávila pudo ser observado a continuación por otras que fueron avisadas por los primeros testigos. El ovni lo vieron primero don Eusebio Blázquez Gómez, que se dirigía en coche a Horcajada a dejar allí al cartero de ese pueblo, don José Pato. De improviso, delante de ellos observaron un aparato de unos 40 centímetros de diámetro, de color amarillento anaranjado y con luces centelleantes. Inquietos, optaron por regresar a El Barco de Ávila y luego volvieron al lugar acompañados por seis vecinos de ese pueblo. Muy asustados, todos ellos pudieron comprobar que allí seguía el ovni. Luego, acudieron a la Guardia Civil a dar cuenta del suceso. La noticia, difundida por la agencia Cifra, explicaba que esas personas no habían dado crédito a otros vecinos cuando semanas atrás contaron que habían visto un ovni pero que ahora sí creían.
Pese a la cantidad de testigos y de avistamientos, el fenómeno ovni no consiguió vencer el escepticismo de mucha gente en esa primavera de 1974. La prensa publicaba continuamente noticias sobre los ovnis. Pero "las autoridades militares, políticas y científicas no se toman muy en serio el fenómeno", explicaba un reportaje a toda página en Diario de Cádiz. Lo firmaba Alfred Roulet y hacía un guiño al futuro con un titular entre interrogaciones, propio de un muy lejano aún periodismo digital: ¿Existe una conjura de silencio en torno a los OVNIS?
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