"Me iba a trocear con una motosierra"
Decretan prisión incondicional para un joven de Conil tras ser acusado por una mujer de intento de asesinato
"Yo sólo pensaba en mi hijo. Eso me ha salvado". Una mujer de Chiclana, Mercedes, de 27 años, casada y con un hijo de dos años y medio, asegura que acaba de sobrevivir a un intento de asesinato por parte de un joven de Conil. Su relato ha resultado tan creíble, y las pruebas tan evidentes al parecer, que una juez de Chiclana ha decretado prisión incondicional para el joven.
Para entender por qué ha tenido lugar esta increíble historia hay que ponerse en el pellejo de Mercedes, una mujer desesperada porque a ella y a su marido, con un hijo pequeño, les acaban de desahuciar. Él hace cinco meses que está en paro y están a la espera de que les otorguen una vivienda. Ella, para ayudar en casa, se decidió a poner un anuncio en internet. "Puse un anuncio en el que me ofrecía para limpiar casas. Y él me llamó".
Él es Alberto G.M., de unos 20 años , que vive en Conil, en una vivienda ubicada en el Carril del Pato, en Los Naveros, entre la localidad conileña y El Colorado. Quedaron para este pasado martes, a las cuatro de la tarde. Ella llegó en un taxi. En la casa la aguardaba el joven, que tiene ocho perros. Ella le advirtió que es alérgica a esos animales. Él le dijo: " Voy a encerrarlos y a poner música. Mientras, ve limpiando".
Al regresar, le empezó a contar su vida, relata Mercedes. Le dijo que su padre es guardia civil, él trabajaba en Protección Civil y que su hermana es masajista de un club de fútbol. Por eso, recuerda Mercedes, "había allí una camilla profesional".
Él pidió que le diera un masaje. Ella, algo escamada ya, empezó a darle el masaje, que tuvo que dejar al empezar a sentir en la cara y en los brazos picores producidos por el sarpullido que le provoca la alergia que padece a los perros.
Al final, Mercedes le dijo que se tenía que ir, que era tarde, y que además, él no tenía coche para llevarla. "Entonces, él me dijo que trabajaba en Protección Civil, que tenía que ir a las dependencias de ese Cuerpo para recoger el coche y además, para llevarme, y que teníamos que ir a sacar dinero para que me pagara".
Apenas recuerda con nitidez lo que ocurrió a continuación. "Volvió con un rodillo de cocina, que yo en principio no vi, y me dijo que antes me iba a enseñar unos conejos que había cazado y unos peces que había pescado. Y me llevó hacia un enorme congelador industrial que había en la casa, y lo abrió".
No sabe muy bien cómo recibió un primer golpe en la nuca. "Me vi de pronto dentro del congelador y salí como puede y le dije, ¿pero qué haces?. Él me dio otra vez con el rodillo en la frente, una vez. Y otra, y otras dos más. Y, según me ha contado la juez, me llegó a partir una sartén en la cabeza. Caí al suelo mientras empezaba a sangrar".
Medio inconsciente, recuerda que él empezó a arrastrarla por los tobillos por el suelo mientras la llevaba hacia otra habitación en la que tenía una motosierra. "Me iba a trocear con ella", dice echándose a llorar.
Antes, le había dicho que sus amigos de Protección Civil le habían llamado "para lo que más le gustaba, ver a los muertos en accidentes. Había cogido una cámara, y yo creo que era para fotografiar mi cadáver".
Ella asegura que fue su hijo, su desesperación por salir de allí para poder volverlo a ver, lo que la ayudó a resistir y a plantarle cara. "No sé cómo logré quitarle el rodillo y empecé a arañarle en la cara. Le dije que el taxista que me había llevado iba a volver, que en mi casa sabían dónde estaba y que tenía todo mi cuerpo lleno de su ADN. Mátame ya porque te van a coger en media hora".
Cree que fue eso lo que le hizo reaccionar. Y entonces, él le realizó una increíble proposición, que aceptó aferrándose a un clavo ardiendo, para salvar su vida. "Me dijo que llamaba a la Guardia Civil para que me llevaran al hospital pero si decía que era un robo, que nos habían robado. Que me iba a dar 1.000 euros, 500 cuando fuera al hospital y 500 al salir. Y yo le dije que sí, que no diría nada". Cuando iban a llegar los agentes, le advirtió que eran amigos suyos "y que cuidado con lo que decía. Y me recordó que su padre es guardia". Así que ella sostuvo ante los dos miembros de la patrulla que llegaron primero lo que él decía. "Creía que venían a rematarme". Y luego llegó otra patrulla. Y una ambulancia, que la llevó al hospital donde ella siguió sin decir nada.
Por la noche, lograba dejar el hospital con un collarín en el cuello, y brechas enormes en la frente y en la cabeza. Diez grapas le han puesto en la cabeza, y trece puntos de sutura en la frente, y tiene las piernas llenas de cardenales y los tobillos amoratados.
Cuando llegó a su casa, ya en compañía de su marido y una amiga, contó "lo que en realidad había ocurrido, que quería matarme y cortarme con la motosierra". Su amiga llamó a la Guardia civil de Chiclana, y de allí, llamaron a Conil, donde la misma patrulla que por la tarde había ido a atender el requerimiento del joven que la contrató para limpiar por un robo con agresión lo detenía. Alberto G.M. pasó la noche en los calabozos, y a la mañana siguiente, fue conducido ante una juez de Chiclana, que decretó su prisión incondicional. "Me llamaron desde el Juzgado para decírmelo y ya pude respirar tranquila. Espero que se pudra dentro de prisión".
Fuentes de la Guardia Civil confirmaron anoche a este diario que Alberto F.G. había sido detenido como supuesto autor de un delito de lesiones por agentes de Conil , y que la juez lo había enviado a prisión. Quisieron dejar claro que el padre del joven fue guardia civil, pero que no está adscrito al puesto de Conil y además, no está ya en activo.
También te puede interesar
Lo último
Contenido ofrecido por Hospitales Pascual