del Dr. ChacónLa poción
En 1968 el diario vespertino Pueblo, el de mayor difusión de la época, envió a un joven periodista llamado Raúl del Pozo a Córdoba para que se enterara de lo que estaba sucediendo en torno a una farmacia, El Globo, donde se hacían 'peregrinaciones' para adquirir una fórmula magistral que decían que lo curaba casi todo, del cáncer a la artritis, del corazón a los pulmones. Del Pozo se encuentra en la farmacia con un hombre de carácter hosco, de pocas palabras. Su nombre es Fernando Chacón y, aunque todo el mundo le llama doctor, no es médico. Sólo cursó algunas asignaturas de Medicina, lo que no le impidió cuestionar en algunas revistas teorías de Severo Ochoa. Sí que es farmacéutico y veterinario. En aquel año 68 se muestra prudente. Pese a que su fórmula tiene un notable éxito, él prefiere no hacer concebir "falsas esperanzas" a los pacientes.
Todo había empezado unos años antes, cuando Fernando Chacón es un joven desgarbado que llega a Villamartín en 1943, hijo del veterinario principal de la Real Maestranza de Sevilla. Allí es donde Chacón, por entonces mucho más extrovertido que el hombre que se encontró Del Pozo, empieza a trabajar en vacunas veterinarias para erradicar la peste porcina por encargo del laboratorio Seras. Va ganando prestigio y aprecio de la clientela de su botica y empieza a pensar qué se podría hacer para acabar con lo que entonces se conocía como el tumor negro, el cáncer.
Chacón, influido por su conocimientos veterinarios, está convencido de su origen infeccioso y, por tanto, al igual que hace con la cabaña ganadera, utiliza su competencia en microbiología para elaborar una vacuna que sirva al cuerpo humano para estimular su sistema inmunológico. Los resultados de esos estudios aparecen en la revista El Monitor de Farmacia, en 1960, y la expresión líquida se bautiza como Autovacuna de Enzimas Vivientes del Doctor Chacón. Más adelante esas enzimas vivientes, invisibles no ya para el ojo humano, sino para el propio microscopio, recibirán el nombre de pribios. La leyenda está servida.
Durante toda la década de los 70, Chacón emprende una batalla para que su fórmula sea reconocida por la comunidad científica. Consigue éxitos y fracasos. Comercialmente, funciona de maravilla. Los testimonios de la época remiten a pacientes que pregonan su curación, familiares que dicen que el brebaje causó alivio y otros que no experimentan nada con las enzimas vivientes. Sólo coinciden en su mal sabor. El hecho es que en la farmacia El Globo se acumulan las peticiones del producto, que ya no tiene nada que ver con una fórmula magistral personalizada, sino con un medicamento, que nunca acaba de ser reconocido. Puede parecer el empeño de un iluminado, pero médicos y farmacéuticos de Córdoba consideraban y consideran a Chacón como un estudioso incansable que pasaba su vida encerrado en el laboratorio. Desde que en 1970 se exige a Chacón que deje de fabricar la poción hasta que en 1975 el Insalud se hace con el coste del tratamiento hay todo un tira y afloja en torno al 'descubrimiento'. Los médicos lo recetan a petición de pacientes desesperados que se entregan al experimento de Chacón. Todo el litigio parece terminar en 1992, cuando la Ley del Medicamento prohíbe los remedios secretos.
Ahí habría quedado todo hasta que el hijo menor de Fernando, Rafael, gran aficionado al boxeo y sin estudio alguno sobre medicina o farmacia, revoluciona con visión empresarial el descubrimiento de su padre. Cambia su nombre por el de Bio Bac y empieza a reivindicar la figura de su progenitor. Cuando en 1982 Stanley Prusiner gana el Premio Nobel al descubrir que existían proteínas capaces de reproducirse sin ADN, a los que llama priones -claves en la explicación del mal de las vacas locas- la maquinaria Bio Bac se pone en marcha para dar carta de identidad a los pribios de Chacón, que se basan en un fundamento parecido. De hecho, el hijo del boticario postula a su padre para el Nobel.
Rafael, ya instalado en El Escorial, no está dispuesto a que el preparado caiga en desuso y, con la aparición de las ciberfarmacias, logra una difusión nunca conocida. Esa difusión lleva a una primera denuncia en 2000 de las asociaciones de consumidores, a una investigación de Sanidad y a la ejecución de la Operación Brujo en octubre de 2002, por la que los guardias civiles irrumpen en las consultas de 13 médicos, cinco farmacéuticos y en el domicilio de Rafael Chacón. Todos detenidos por estafa y delito contra la salud pública.
El caso fue el mayor golpe conocido contra un 'producto milagro' y, a estas alturas, el juicio ya debería haber depurado responsabilidades. Antonio Muro, portavoz de Rafael Chacón y colaborador del portal Discovery Salud, desde donde se defienden las bondades del Bio Bac y de otros productos no reconocidos por la Agencia Espanola de Medicamentos, no espera que el juicio se vaya a producir como mínimo hasta dentro de dos años: "Han ordenado transcribir todas las escuchas realizadas, que son cientos de horas. El juzgado de El Escorial ha intentado endosar el sumario a la Audiencia Nacional, se han retirado los cargos contra médicos y farmacéuticos y se ha eliminado en todo este tiempo la acusación de estafa, aproximándose cada vez más a una falta administrativa". Lo que dice Muro consta en un larguísimo sumario en el que pierde fuerza la imagen de una poderosa red de venta de medicamentos ilegales. La Audiencia Provincial de Madrid reconoce que no había constancia de que "el abandono de los tratamientos convencionales se debiera al consumo del Bio Bac".
LA REBELIÓN
La 'Operación Brujo' se volvió contra el Ministerio de Sanidad. El teléfono que se estableció para recibir las denuncias de los que se consideraran estafados no recibió ninguna llamada. Por contra, más de un centenar de usuarios del Bio Bac se organizaron en una asociación, se echaron a la calle con pancartas, organizaron una campaña de firmas recogiendo más de 50.000 -entre ellas la de Esperanza Aguirre-, familiares de consumidores de Bio Bac robaron algunos tarros incautados y se justificaron diciendo que "están dejando morir a nuestros seres queridos", IU y BNG pidieron que se pudiera expender el Bio Bac, aunque fuera un simple placebo... y todo acaba con una denuncia ante la Fiscalía del Estado por prevaricación contra el Ministerio de Sanidad.
En los primeros estudios de urgencia realizados en los laboratorios se demostró que la pócima no curaba, pero tampoco mataba. Era inocua. Los segundos estudios, que se pidieron por el juzgado en 2006, no se pudieron realizar porque, por entonces, los botes confiscados habían caducado. El informe final del Instituto de Biomedicina del CSIC salda el asunto con que "debe considerarse muy dudoso que el preparado tenga otro efecto que el que proporciona un suplemento protéico". Otro estudio, el de la BC Cancer Agency, reconoce los esfuerzos de Fernando Chacón, pero estima que, en la actualidad, están alejados de la bioquímica moderna.
La diferencia de este producto milagro con otros es que sí ha despertado debate, lo que no quiere decir nada de sus propiedades curativas, que la empresa de Rafael Chacón, Chacón Farmacéutica SA, llegó a estimar en un 11%.
Los principales afectados no dan mayor credibilidad al que fue Bio Bac y hoy es Renoven, elaborado en Georgia y que se adquiere como complejo proteínico al precio de 41 euros en herbolarios, que tienen que solicitarlo a la distribuidora, ya que ninguno de estos establecimientos consultados tenían ni habían tenido nunca existencias del viejo Bio Bac. La Asociación Española contra el Cáncer despacha la fórmula diciendo que "se desconoce el producto activo. Su potencial curativo frente al cáncer u otras enfermedades es nulo. No existe evidencia científica sólida que avale su efectividad como terapia en estas enfermedades. Las lagunas son especialmente llamativas en el caso del cáncer". Se mete en el mismo saco que 'gotas milagrosas' como el Anvirzel, el Green Sap o el Cartilade, un preparado a base de cartílago de tiburón.
Jorge Contreras, presidente de la Sociedad Andaluza de Cancerología, afirma no poder dar ninguna opinión científica sobre el producto, "por la sencilla razón de que no existe. Hasta donde yo conozco, no hay ningún trabajo de experimentación serio con dicho producto, y todo lo que he podido leer sobre el mismo son descripciones de experiencias personales o de determinados 'profesionales' relacionados con el mundo de lo alternativo que lo han utilizado sin control metodológico. Conocemos pacientes que han utilizado el producto por criterio propio, pero no tenemos constancia de que ninguno de los miembros de nuestra sociedad lo utilice de forma asistencial".
ALTERNATIVOS
No todos piensan así. Una corriente dentro de la profesión busca remedios menos agresivos que los que actualmente se emplean -radioterapia, quimioterapia y cirugía-. El Congreso Internacional sobre Tratamientos Complementarios y Alternativos en Cáncer es un evento organizado por la World Association for Cancer Research (WACR). Allí acude Tina Sampalis, que trabaja en un tratamiento contra el cáncer con aceite de krill; Avelino Gutiérrez, microbiólogo del hospital de La Paz y que no demoniza el Bio Bac; o Henrik Blomberg, creador de una nueva radiocirugía. Son sólo algunos nombres buscando soluciones que no acaban de llegar para 162.00 condenados cada año en España al miedo, a una lucha contra un desconocido. Una condena que genera miles de negocios paralelos que se venden como la última esperanza a los desesperados.
Mariano Barbacid es la mayor eminencia española en la lucha contra el cáncer y su diagnóstico dice mucho acerca de cuál es la realidad sobre los más de 150 tumores conocidos: "Cualquier teoría universalista del cáncer es naif y me temo que de poca aplicabilidad. El cáncer no es una enfermedad, sino una centena de ellas, y habrá que irlas venciendo una a una".
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