Comienza la cuenta atrás

cRÓNICAPOLÍTICA

Nuevo curso político. El gobierno de José María González afronta meses esenciales para sacar adelante numerosos proyectos ciudadanos, con las elecciones municipales de 2019 cada vez más cerca

Foto: Lourdes de Vicente
Foto: Lourdes de Vicente
José Antonio Hidalgo

03 de septiembre 2017 - 02:01

El gobierno de coalición entre Podemos y Ganar Cádiz afronta, tras el final de las vacaciones de verano, el inicio de un nuevo curso político que va a ser trascendental en su intento por mantenerse al frente del Ayuntamiento tras las elecciones municipal de 2019. Los próximos meses serán, así, esenciales para solventar los numerosos embrollos en los que se ha metido en la primera mitad de mandato, por culpa propia o ajena, y, sobre todo, sacar adelante proyectos de su programa electoral con los que debe marcar diferencias respecto al modelo de ciudad defendido durante los veinte años del PP. Es hora por tanto de ver realidades.

Ya hemos tenido tiempo de calar quiénes sirven para la gestión pública y quiénes se creen que aún están en la calle con un megáfono en la mano; a la vez, ellos han descubierto lo que es gobernar una ciudad tan complicada como la de Cádiz, tanto por la disparatada deuda que recibieron como herencia y que les coarta buena parte de su acción, como por la tendencia al cambio de opinión de muchos ciudadanos, que hoy les aplauden y mañana les sacan los colores.

Llevamos dos años de gobierno de izquierdas. Una eternidad en política y nada en la vida de una ciudad. Por delante quedan dos años más para rendir cuentas por lo que es hora de que opten por apostar por trabajar por las grandes prioridades que tiene Cádiz

Para ello le vendría bien al gobierno de González reflexionar sobre cuáles fueron las causas que provocaron que el PP de Teófila Martínez perdiese, en las elecciones de 2015, su mayoría absoluta al dejarse de un tacada a siete de sus diecisiete concejales.

Más allá de los efectos de la ola negativa que se llevaba por delante al partido conservador, producto de su corrupción interna y la crisis económica en el conjunto del país, la magnitud de la pérdida en Cádiz, donde Martínez lideraba sin problemas desde hacía dos décadas, se explica sin duda por dos grandes cuestiones que provocaron el cambio de voto de cientos ciudadanos: el elevado desempleo y la falta de vivienda.

Las innumerables obras públicas realizadas en dos décadas, los nuevos paseos, las nuevas avenida, los nuevos parques, los nuevos equipamientos, la peatonalización de decenas de vías, el soterramiento del tren o el nuevo puente pesaron mucho menos que el estado de abatimiento de aquellas familias sin trabajo y sin empleo. Los propios informes municipales, como los expuestos con crudeza por la Edusi, sacaban a la luz numerosos barrios donde se acumulaban como pendientes las necesidades más vitales para sus vecinos.

Todo ello provocó, en su mayor parte, la derrota electoral del Partido Popular. Y ahí está la base sobre la que debe sustentar el actual gobierno de izquierdas su trabajo más prioritario si pretende seguir al frente de la ciudad tras las elecciones municipales de 2019. Cádiz necesita obras, sí, pero más necesita empleo digno y viviendas para quien no las tiene.

Asumamos que es difícil dar solución urgente a dos problemas que Cádiz tiene enquistados desde hace décadas. El hundimiento de la industria en la ciudad y el agotamiento de su suelo hace casi inviable pensar que ambas lacras tendrán un final próximo. El propio gobierno de Podemos-Ganar Cádiz ha dejado claro que la administración local tiene poca capacidad de actuación en estos temas (en un giro de 180 grados cuando llenaban las calles de protestas contra el gobierno del PP local reclamando soluciones municipales al paro y la vivienda).

Es cierto que en materia de vivienda la Junta acumula un gran poder de acción, y más desde el decreto de 1999 por el que asumió la gestión en esta materia en Cádiz (dentro de su enfrentamiento contra Teófila Martínez). La crisis dejó a media la rehabilitación del casco antiguo y la recuperación del Cerro del Moro, en manos de la administración regional. Es vergonzoso que hoy, cuando se sale ya de esta crisis, la Junta persista en este olvido y se atreva a lanzar como operaciones de éxito la reactivación de Matadero-2… con una década de retraso y con la incapacidad de afrontarla de una sola vez. Y junto a ello, los numerosos edificios y solares de su propiedad cerrados en intramuros.

El Ayuntamiento, sin un céntimo en sus arcas y con Procasa agobiada por el préstamo que tuvo que pedir para la operación de las viviendas en la Guardia Civil, no ha sabido responder con rotundidad, agilidad e imaginación a este problema. Su presión ante la Junta debería de ser más persistente. Y si no cuenta con fondos para afrontar nuevas construcciones, que ceda los también numerosos solares y edificios que tiene vacíos por toda la ciudad para promociones en cooperativas ciudadanas.

En la vivienda el gabinete de izquierdas también ha descubierto lo duro que es gobernar: los ocupas de la Segunda Aguada, animados a la protesta cuando mandaba el PP, llevan dos años a la espera de que los compromisos electorales de Podemos-Ganemos para con ellos se hagan realidad.

Otro tanto pasa con el empleo. El grifo cerrado en materia de inversiones municipales toca de lleno a la creación de empleo, aunque sea temporal. A la vez, no olvidemos que es el alcalde quien preside el Consorcio de la Zona Franca y que en estos dos años de gobierno han sido tibias las reclamaciones emanadas desde el Ayuntamiento para que éste cumpla sus compromisos de crear miles de empleos en el desarrollo del polígono exterior y en la reindustrialización de los terrenos de Altadis, promesas del PP olvidadas en el tiempo.

A todo ello, tiene el gobierno local la obligación de animar y defender inversiones de carácter privado que, a priori, pueden crear empleo y riqueza en la ciudad. La llegada de centros dedicados al ocio y la hostelería, de equipamientos sanitarios privados o de centros hoteleros o se han esfumado o se encuentran ralentizados y con demasiadas dudas sobre su futuro.

Vivienda y empleo son, así, las claves para poder seguir en el poder. La habilidad con la que el gobierno de izquierdas maneja los mensajes populistas sin duda les permitirá mantener una parte sustancial del apoyo electoral logrado en 2015 (que no olvidemos le dejó lejos de la mayoría absoluta). Hoy las redes sociales siguen siendo más papistas que el Papa, en clave local. Éstas, junto a blog y medios digitales adeptos al nuevo régimen, son especialistas a la hora de buscar excusas ante estos fracasos.

Si vivienda y empleo son, como decimos, los dos grandes problemas que persisten en la ciudad, en los dos años que quedan antes de las próximas elecciones locales y, más, en el año político que ahora se inicia tras las vacaciones de verano, el equipo de José María González no debe obviar otras cuestiones.

Por lo pronto, hay que esperar que se agilice el desarrollo de su programa electoral, especialmente en aquellos aspectos donde se debería de reflejar el cambio de modelo de ciudad respecto a la etapa del PP. ¿Se culminará el proceso de municipalización? ¿Conoceremos por fin los nuevos contratos para la limpieza urbana y el transporte público? ¿Serán capaces de cerrar este curso político el Plan de Servicios Sociales, ese que tenían tan claro antes de llegar al poder?

Atrapados como están Podemos-Ganemos por la imposibilidad de sacar adelante el presupuesto municipal para 2017, del que apenas quedan ya cuatro meses para su conclusión, ¿serán capaces este curso de poner en marcha alguna de las obras comprometidas, como el Teatro Pemán, lo que les corresponde del carril bici y, sobre todo, la operación Plaza de Sevilla?

Y más aún, ¿se tendrá capacidad para afrontar con agilidad el desarrollo de la EDUSI? La inversión de estos fondos europeos, con su correspondiente parte gaditana, es de gran valor para la mejora en varios de los barrios más degradados de la ciudad. Sería el sello de Podemos-Ganemos en la gestión municipal. Y para ello hay que comenzar a trabajar ya.

Junta

La Junta ha jugado siempre un papel muy complicado en la vida de la ciudad, superando en muchas ocasiones la línea que le separa de la pura gestión municipal. Ya pasó en la primera parte del largo mandato de Teófila Martínez, cuando la Junta quisó funcionar como un gobierno paralelo en Cádiz. Incluso antes, en la etapa del socialista Carlos Díaz, la administración regional ignoró en innumerables ocasiones las llamadas de apoyo desde San Juan de Dios.

Ahora estamos en una etapa de tira y afloja. La entente cordiale en los últimos años de Martínez se ha mantenido con González. Hay acuerdos entre el Ayuntamiento y la Junta, pero queda por ver si se es capaz de sacarlos adelante antes de las elecciones de 2019: Tiempo Libre, nuevas viviendas, San Luis, el complejo educativo en San Severiano, etcétera. Porque como bien sabe la Junta (ahí están los mejores años del Plan de Rehabilitación del Casco Antiguo), al final todo lo que hace en la ciudad beneficia electoralmente al gobierno local de turno.

Oposición

¿Sabremos por fin en este curso político que ahora se inicia por qué el PSOE sigue sustentando al gobierno de González? Llevan dos años siendo el pilar de la coalición y, sin embargo, no levantan el pie en el acelerador de las críticas a su gestión o el voto desfavorable a las propuestas esenciales que marcan la labor del equipo de Podemos-Ganemos.

Es, sin duda, una de las grandes incógnitas de la política gaditana desde 2015. Que el 'nuevo' PSOE intente recuperar su posición ideológica de izquierda, tras el bocado de Podemos hace dos años, le obliga a mantener esta tensión 'que sí que no' con la gente de González.

En el otro lado de la balanza, el Partido Popular sigue como sin nada. Llevamos dos años preguntándonos si Teófila Martínez, que ganó las elecciones de 2015, repetirá al frente de la candidatura conservadora. Si en este curso no da una respuesta, al PP sólo le quedará un año para defender su nueva propuesta, si es que Martínez opta por la retirada. Tal vez esté esperando a comprobar el grado de desgaste de González y los suyos, sabedora que mantiene un suelo de votantes muy fieles a los que buscará unir a parte de los que perdió hace dos años y que puedan entrar en el grupo de desilusionados con los 'nuevos' partidos. Eso sí, seguimos esperando la renovación, en propuestas, comprometidas en su día por esta formación.

En cuanto a Ciudadanos, ciertamente activos a pesar de ser sólo dos ediles, bien pueden jugar a ser la alternativa de centro para el votante del PSOE al que no le gusta la deriva de esta formación, como ser receptores de los votos de quienes no acaban de conciliarse con el PP de Mariano Rajoy.

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