Fuga sin freno de cerebros

Población

Factores como la falta de oportunidades laborales o los problemas para acceder a una vivienda han incidido en la caída progresiva del número de habitantes.

Dos maletas sin sus respectivos dueños simbolizan la constante marcha de gaditanos de la ciudad.
Dos maletas sin sus respectivos dueños simbolizan la constante marcha de gaditanos de la ciudad. / Fito Carreto
Rafa Burgal

27 de diciembre 2016 - 06:49

ádiz sufre una constante pérdida de población desde hace 25 años. Los datos no dejan lugar a la duda.En 1991, la ciudad tenía 157.766 habitantes, mientras que en la actualidad en el padrón están registradas 118.919 personas. Un descenso de casi 40.000 habitantes que es la principal muestra de cómo se desangra la capital.

La falta de oportunidades laborales o las dificultades para acceder a una vivienda, entre otros motivos, han motivado que muchos gaditanos hayan tenido que fijar su residencia en una localidad del entorno o, directamente, marcharse a otro lugar mucho más lejano para poder labrarse un futuro y mejorar su calidad de vida. Una fuga de cerebros y de talento que no se consigue taponar, por lo que la ciudad corre el peligro de que en los próximos años su población envejezca y ponga en peligro su futuro.

Detrás de cada habitante que pierde la ciudad hay una historia con la que se puede explicar por qué no remonta. Una de ellas la protagoniza Patricia Guerrero, una licenciada en Química que hace cuatro años que reside en Berlín (Alemania), ciudad en la que trabaja en un laboratorio medioambiental de una empresa multinacional. “Entre otras cosas, analizo las muestras para que no os envenenen cultivando en tierras con mercurio u otros metales, porque sí, también me llegan muestras españolas”, explica desde su exilio alemán.

Para llegar a progresar, tanto en lo laboral como en lo personal, hay un momento en la vida en el que se necesita dar un paso, por muy doloroso que sea. Patricia lo dio cuando estaba a punto de cumplir los 30 años. Una decisión que le permitió conseguir su trabajo actual, ya que a pesar de estar sobradamente preparada, llegó un momento en el que no tenía un empleo en su tierra. “Hice un curso por la Universidad de Cádiz –que debido a los recortes lo han eliminado– que se llamaba Universem. Un curso dirigido a mujeres licenciadas con unas profesoras maravillosas y unas prácticas asociadas nacionales o en el extranjero. Yo me apunté a las nacionales, pero la directora del curso me animó a ser valiente y el sábado 2 de junio de 2012, dos días antes de mi cumpleaños, llegué a Berlín. Después de tres meses de prácticas, sin saber ni una palabra de alemán, la empresa me ofreció contratarme”, cuenta la química.

Patricia fue consciente en su momento que su futuro, para lo bueno y para lo malo, estaba fuera de Cádiz. De hecho, reconoce que irse a Alemania “me ha supuesto alejarme de todo lo que amo. Me pude traer mi cultura, me pude traer manteca colorá en la maleta, pero no me pude traer a mi familia, a mi gente, el calor de los que quiero y los que me quieren. Y eso es duro. Muy duro”.

Desde la distancia, Patricia sentencia que ve el futuro de Cádiz “muy negro”, sobre todo porque “la política que se ha llevado a cabo hasta el momento no ha fomentado otros sectores que no sean el sector servicios, hostelería y turismo”. Un error que condiciona el futuro de la ciudad, ya que considera que “los gaditanos también estamos preparados, y muy bien preparados, para hacer otros trabajos en los que se necesita la cualificación que buscan otros países”.

Una vez que te marchas de tu entorno, siempre ronda por la cabeza la duda de si algún día podrás regresar a casa. Patricia apunta que “siempre” lo piensa. “Ésta no es la primera vez que me voy. Es una decisión muy difícil la de irte, pero también son muchas las cosas buenas que te aporta. Irte un tiempo está bien, el problema es cuando empiezas a darte cuenta que, debido a la situación actual, estás atrapado allá donde estés. Pero volveré”, cuenta la gaditana.

Con el relato de Patricia se puede comprender la situación de la capital gaditana. El sociólogo y vicedirector del Intituto Provincial de Educación Permanente de Cádiz, Diego Jiménez, señala que una de las principales causas que explica la pérdida de población es la bajada de la natalidad que se produce hace unos 50 años tras el baby boom de los 60. Con la llegada de los años 70 y la Transición, expone Jiménez, “se producen muchos factores sociales que incidirán en nuestros estilos de vida y propiciarán una caída generalizada de la natalidad hasta llegar a este crecimiento vegetativo negativo histórico en este último año”.

A partir de este fenómeno generalizado a nivel nacional, en Cádiz se unen, según el sociólogo, para justificar la bajada de la población “el fuerte proceso de desindustrialización desde los años 70 y el desgarrador incremento del desempleo, llegando a ser el mayor del país, la carestía de la vivienda en un suelo completado urbanísticamente, la escasa dinámica socioeconómica de la ciudad, la evasión geográfica de los jóvenes en busca de otras condiciones más favorables y todo lo que acarrea, junto a otros factores no desdeñables como la mejora en la accesibilidad socioeconómica en la habitabilidad de varias poblaciones de nuestro entorno”.

Incluso, Jiménez apunta otra variable que haría más alarmante la pérdida de habitantes que señala el INE a partir del padrón en los últimos 25 años, ya que “si consideráramos la proyección natural que debiera haber tenido nuestra población en las circunstancias medioambientales y sociales en la que habitamos, le podríamos sumar un tercio más de esa cantidad, pudiendo llegar en términos relativos a una pérdida estimable de unas 50.000 personas”. Con todo, y a partir de los datos estadísticos, considera que Cádiz es una “ciudad envejecida” que con el paso de los años “envejecerá aún más” al tener en cuenta que el grupo más numeroso “está comprendido en el tramo de edad de 50-54 años”.

Uno de los aspectos que más llama la atención del descenso de habitantes es el papel que tiene Cádiz como capital de la provincia. Ante esto, y en comparación con el resto de capitales del país, el sociólogo asevera que “es evidente que no es muy normal este proceso”. De hecho, cree que “Cádiz se tiene que replantear en qué puede recaer su capitalidad de cara al futuro, ya que ahora sólo descansa en su vigencia histórica y su realidad administrativa, cuando en otros tiempos se basaba fundamentalmente en su capacidad industrial y en su comercio”.

Por su parte, el catedrático de Organización de Empresas y director de la Cátedra de Emprendedores de la Universidad de Cádiz, José Ruiz Navarro, es tajante al asegurar que el futuro “puede empeorar si no corregimos los errores del pasado”. Para llegar a esta conclusión, Ruiz Navarro hace primero hincapié en la necesidad de hacer “un análisis más sosegado” que huya de la dinámica de la lucha entre partidos políticos. “Debemos ser capaces de huir de la trifulca y de la pelea de gallinero”, recalca. Para ello, el economista pone el dedo en la llaga en que los responsables públicos “no han sabido crear un espíritu de consenso, de unidad, de remar en la misma dirección”, lo que califica como “el gran lastre de Cádiz”. Un problema para el que reparte la cuota de culpa al incluir, además de a las instituciones políticas, “a las asociaciones empresariales, a la propia Universidad, al sistema educativo y a los medios de comunicación”.

Entre los problemas que han llevado a la situación que soporta Cádiz, Ruiz Navarro cree que se ha dado una “gran suma de errores”. Uno de los que más remarca es que “hemos asignado mal nuestros recursos”, con ejemplos como que “mucho dinero de la educación ha salido del sistema educativo y ha sido gestionado por otras instituciones”, lo que ha provocado que “la eficiencia del sistema disminuya”.

Asimismo, entre los problemas que indica está que “hemos marginado a nuestros talentos, algo que en economía se paga a un precio muy alto”. A esto suma otras dificultades que sufre la zona como “la crisis industrial, no sólo de Cádiz, con la pérdida de empleo en el sector, la excesiva dependencia del sector público, el fracaso educativo, la falta de formación profesional, la escasa iniciativa empresarial o la descoordinación administrativa. Ha faltado un discurso aglutinador del esfuerzo”.

Entre claves como la alta tasa de paro o el bajo nivel educativo de una parte considerable de la población, Ruiz Navarro resalta en lo económico un problema que se puede dar con el envejecimiento de la población, ya que “gran parte de la renta procede de las clases pasivas, personas que irán desapareciendo con pensiones relativamente altas que se irán sustituyendo por prestaciones precarias”.

Para el economista, el futuro de la ciudad pasa por que “el talento se desarrolle. Hay que tener una actitud abierta al cambio, a la innovación, a la creatividad. Los sectores del futuro no los conoce nadie, pero tenemos que ser conscientes de que para sobrevivir y para poder crear una ciudad brillante y próspera, la apuesta de futuro pasa por cuidar a nuestros talentos, mejorar la formación, hacer que en nuestra ciudad las instituciones y las empresas trabajen de manera colaborativa, y asignar a las mejores personas las funciones más críticas”. Acciones que, según Ruiz Navarro, deben ir encaminadas a trabajar “con los múltiples recursos de Cádiz, su historia, su capacidad creativa, su posición geoestratégica y con generosidad entre administraciones, empresarios y sistema educativo”.

Desde un punto de vista geográfico, el subdirector del departamento de Historia, Geografía y Filosofía y profesor del área de Análisis Geográfico Regional de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cádiz, Manuel Arcila, considera que “el hecho de que una ciudad pierda población, dependiendo de cuáles sean las circunstancias, significará que sea un problema o no”. Si se centra el análisis en la capital gaditana, el geógrafo afirma que “sí es un problema porque se están dando una serie de factores para que la población salga”.

Uno de los condicionantes más evidentes que influye en la pérdida de población es la falta de espacio, que hace que “las viviendas sean más caras en relación a ciudades del entorno como Jerez”. Una dificultad que afecta especialmente a la población joven, que se ve perjudicada por “no haber espacio para seguir creciendo, por lo que el suelo y los alquileres son caros”.

Si a esto se suma que “no hay una oferta de empleo que haga que se atraiga a la población”, el resultado es el envejecimiento de la población dado que tanto el saldo migratorio como el crecimiento vegetativo son negativos. “La ciudad está abocada a seguir perdiendo población los próximos años”, sentencia el profesor universitario. De hecho, destaca que éste es un problema que se viene vislumbrando “desde los años 80 hasta la actualidad” con la marcha de los gaditanos más jóvenes a localidades cercanas como San Fernando, Puerto Real o Chiclana para “buscar empleo o casas más baratas”.

Dentro del envejecimiento de la población, Arcila remarca el dato de que un 21% de los gaditanos es mayor de 65 años, lo que provoca que la ciudad tenga “un menor dinamismo social”, haciendo que la ciudad “tenga menos ingresos”, algo que se “suple con el turismo y otra serie de temas”.

Con todo, el geógrafo aboga por que el análisis de la situación de la población se haga desde “una perspectiva territorial de Bahía. Lo importante es que la Bahía no pierda población y se distribuya entre los municipios”. Un cambio de percepción que choca, según Arcila, con que “poca gente se ha creído el concepto de Bahía de Cádiz”.

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