Pedro Sánchez se lleva de Cádiz el apoyo de la alcaldesa de París

El candidato a la secretaría general del PSOE se da un baño de masas y de mensajes de izquierda en el abarrotado Palacio de Congresos de Cádiz.

El acto acabó puño en alto y con La Internacional.

Pedro Sánchez, durante al acto celebrado en el Palacio de Congresos.
Pedro Sánchez, durante al acto celebrado en el Palacio de Congresos. / Julio González
Pedro Ingelmo

12 de marzo 2017 - 14:00

El candidato a la secretaría general del PSOE en las primarias del próximo mayo se llevó un buen botín en la mañana de ayer del abarrotado Palacio de Congresos de Cádiz: el apoyo decidido y entusiasta de una de las socialistas más respetadas ahora mismo en Europa, la alcaldesa gaditana de París: Anne Hidalgo. En un vídeo grabado desde su despacho en la Alcaldía de la capital francesa, con la presencia a su espalda de un óleo con una estampa marinera de La Isla, su localidad natal, Hidalgo se dirigió a Sánchez afirmando que “te sigo y te apoyo. Te necesitamos. Necesitamos alguien como tú que pueda reinventar la socialdemocracia”.

De hecho, el acto de Cádiz, en buena medida impulsado por dos históricos militantes socialistas como Rafael Román y María Jesús Castro, contaba con ese as en la manga. Román y Castro mantienen una estrecha amistad con Hidalgo. Acudieron a su toma de posesión como alcaldesa y, según reveló Castro en el prólogo de la intervención de Sánchez, Román le preguntó que cuál era el secreto para su éxito en un momento en que la socialdemocracia cotiza a la baja. La respuesta de Hidalgo fue que los parisinos sabían que ella no iba a utilizar la Alcaldía como un trampolín para asaltar la presidencia de la República. El guiño de Castro a Susana Díaz al contar esta anécdota parecía evidente.

El otro hecho relevante del mitin de Sánchez, que se definió como “un político libre”, fue el encendido cierre del acto cantando puño en alto y a voz en cuello La Internacional, mientras en la pantalla gigante a sus espaldas, a modo de karaoke, salía impresa la letra del himno, ya que una buena parte de los presentes la desconocía en su integridad. Las banderas socialistas ondearon con ganas por todo el salón de actos pareciendo corroborar la jaleada frase de Sánchez unos minutos antes: “El rojo es nuestro color”. El mensaje de Pedro Sánchez durante su mitin era claramente una reubicación. Un socialismo a la izquierda batallando el espacio que le ha sido arrebatado por Podemos, de quien dijo que eran “una treintena de pequeños partidos cuyo único objetivo fue darnos un sorpasso y no lo consiguieron”. También aprovechó para recordar lo tantas veces dicho, que si no hubiera sido por su empecinamiento, ahora España tendría un Gobierno progresista. “¿Ha cambiado algo en este país un año después?”, preguntó a la concurrencia y, sorprendidos por la pregunta, unos utilizaron el silencio inquisitorio de Sánchez para decir que sí o decir que no. La mayoría esperaron lo que pretendía Sánchez, reponderse él a su pregunta: “Nada, no ha cambiado nada. Bárcenas sigue en la calle y Rajoy sigue en La Moncloa”.

En su discurso, que aparentemente hablaba de unidad y de que ningún socialista es su adversario, una sola mención a la que él consideró su única oponente, Susana Díaz, que ya había aprovechado minutos antes de su mitin para decir que daba el paso que todo el mundodaba por hecho que iba a dar: enfrentarse a Sánchez. Sánchez disfrazó de mano tendida su alusión a la que sin duda considera máxima responsable de su descabalgamiento de la secretaría general, con humillación incluida, el pasado 1 de octubre: que contaría con ella para que siguiera siendo la presidenta de los andaluces. El auditorio prorrumpió en un estruendoso ¡No es No!, que sin mucho éxito Pedro Sánchez quiso transformar en su nuevo lema: Sí es Sí. Y es que cada frase que elevaba los decibelios mitineros para recibir como respuesta el asentimiento del público era contestada con un atronador y paradójico ‘No es no’, la frase por la que parece que Sánchez, a no ser que tenga una segunda vida política, pasará a la historia de este convulso periodo.

Para Sánchez, lo que se va a decidir el próximo mes de mayo por la militancia, a la que dedicó todas las lisonjas posibles -‘militancia’ es a Sánchez lo que ‘gente’ a Pablo Iglesias-, es si prefieren el modelo de partido que él representa y que fue el que se negó a entregar el Gobierno “ a la derecha”y los que sí decidieron hacerlo. Es decir, y en resumidas cuentas, él o ella. “No quiero que ningún secretario general de mi partido tenga que volver a pagar el alto precio que yo pagué por cumplir con lo que comprometí con los militantes socialistas”. Porque hizo un decálogo de sus compromisos si conseguía sacar adelante su candidatura y en el punto 8 su compromiso era cumplir sus compromisos. Ya es curioso que en los decálogos los políticos tengan que incluir uno que diga que van a cumplir lo que dicen que van a cumplir. También asumió otro compromiso y fue que ganara quien ganara, ése sería el secretario general del partido y contaría con su apoyo porque “debilitar al secretario general del partido es dar armas a la derecha y a toda su artillería mediática”. Está claro que la herida sigue sangrando, pese a que en el ánimo de ‘coser’, ese verbo que llevan conjugando ya no se sabe cuánto tiempos los socialistas ante un paño hecho trizas, también apuntó que “con las primarias nadie pierde, gana el PSOE, es una competición leal entre compañeros”. Eso sí, pero que lo digan los militantes, “no como se hacía hace treinta años porque este país no es el de hace treinta años”. O también comprometerse a que una gestora no pueda ejercer durante más de nueve meses. O que cuando les acusan de haber empezado demasiado pronto, él piensa que “lo que ha pasado es que el Congreso se ha convocado demasiado tarde”. Y otra vez el graderío: ¡No es no!

Continuas alusiones a recuperar el perfil de izquierdas del partido y recordando los logros sociales alcanzados por los gobiernos de González y Zapatero jalonaron un discurso en el que una de las ideas fuerza era que “nunca renunciemos a la utopía de ser socialistas porque los socialistas somos capaces de hacer posible lo imposible”. Sobre las cosas imposibles que ellos hicieron posible estaba la educación, la sanidad, el matrimonio homosexual... Toda una herencia de muchos años de gobiernos socialistas que él hizo suya.

Entre sus apoyos, presentes o citados, estuvieron los alcaldes de Chiclana y de Dos Hermanas, la ex ministra Bibiana Aido, que no pudo asistir al acto, pero sí su padre, el histórico Rafael Román, que es el brazo de su candidatura en la provincia, o el líder de los socialistas gaditanos, Fran González. Y, por encima de todos ellos, los muy aplaudidos padres y familiares de Anne Hidalgo, que estaban allí, en primera fila, porque ese era el gran mensaje desde Cádiz de Pedro Sánchez. Toda una alcaldesa de París, martillo victorioso de los populismos, el último reducto, como Asterix, de la socialdemocracia, a su lado. “Aquí, en Cádiz, la cuna de la libertad”, como les gusta decir a nuestros más ilustres visitantes.

No todos los seguidores de Sánchez pudieron acceder al acto

“Pintarse la cara, color esperanza”. Con esta cancioncilla pegadiza y sensiblera tan popular se dan inicio los actos que Pedro Sánchez está celebrando por toda España. No es muy original, pero es muy celebrado por un público que así recibe a su líder bailando. También pasó en el Palacio de Congresos, pero mientras los de dentro bailaban el ritmillo inventado por el argentino Coti Sorokin, Coti para los amigos, los de fuera, los que no habían podido entrar porque el aforo estaba absolutamente lleno, mostraban su protesta por la falta de previsión, que ya habían podido buscar un lugar más grande. Pero muy grande tendría que haber sido. Ni los más cercanos a Pedro Sánchez en Cádiz podían esperar semejante afluencia: “Un domingo a las doce. Ten en cuenta que en el mitin de hace dos años ni siquiera llenamos el auditorio”, se explicaba uno de ellos, mientras desde el escenario se pedía a los asistentes que tomaran asiento para hacer recuento de si quedaba alguna silla más vacía. En todo caso, el desborde se pudo solucionar con pantallas en el patio exterior, donde se podía seguir igualmente el discurso del rival de López y Díaz en este enfrentamiento llamado a unir de una vez o definitivamente desmembrar el que durante toda la Transición ha sido un partido de Gobierno de oposición, una gran maquinaria que mantiene, de tanto tiempo, su capacidad organizativa para este tipo de convocatorias. En ese mismo salón con las grandes pantallas se colocaron urnas para que la gente hiciera sus donativos en el crowdfounding que dicen que está pagando lo que es un caro periplo para dar a conocer el mensaje de Pedro Sánchez de recuperar la izquierda. Y al público le encanta oírlo, un público de todas las edades, pero que tendría la media aproximada de la edad del desencanto, como si la figura de Pedro Sánchez fuera su último cartucho antes de dejar creer en todo esto.

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