Lecciones de un violonchelo

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El violonchelista madrileño Guillermo Turina rescata obras para su instrumento además de cantatas y otras piezas escritas por el compositor napolitano Francesco Supriani

Eugenia Boix, Guillermo Turina y Tomoko Matsuoka.
Eugenia Boix, Guillermo Turina y Tomoko Matsuoka.
Pablo J. Vayón

23 de octubre 2016 - 05:00

Bisnieto del ilustre maestro sevillano Joaquín Turina e hijo de otro gran compositor de nuestro tiempo, José Luis Turina, Guillermo Turina (Madrid, 1986) parecía predestinado a la música. Se formó en su ciudad natal y en el Conservatorio Superior de Aragón, pasó por la Fundación Barenboim-Said de Sevilla y acabó especializándose en violonchelo barroco en la ESMUC de Barcelona. Fue allí donde trabó contacto con la figura enigmática de Francesco Supriani (1678-1753). "Yo había empezado a tocar con el grupo Atrium Ensemble. Coincidiendo con el aniversario del final de la Guerra de Sucesión y el Tratado de Utrecht preparamos un programa sobre compositores vinculados a los Habsburgo que instalaron su corte en Barcelona. Este Supriani era el violonchelista que estuvo en Barcelona con la capilla de los Austrias. Me puse a indagar sobre su figura y descubrí que en su contratación aparece por primera vez en un documento español el término violoncello tal cual, en italiano. Me enteré también de que fue autor del primer método conocido para la enseñanza del instrumento, Principij da imparare a suonare il violoncello. Su traducción al inglés es el título de este disco".

En ese método aparecen doce tocatas para violonchelo solo, un género que se asocia habitualmente a la música para tecla. "El término nunca se había usado para el violonchelo. Y lo mejor de todo es que con los años Supriani hizo otras versiones de estas obras, añadiéndoles bajo continuo y ornamentaciones, hasta conseguir una música que para la época debía de ser muy difícil. Son un ejemplo único. En la versión original hay una simple línea, pero en las ornamentadas nos encontramos con tres líneas, la original, la del bajo y otra con los adornos incorporados. Es un documento importantísimo, porque nos da información sobre cómo se improvisaba la ornamentación en la época. Encontramos ejemplos parecidos en las sonatas de Corelli publicadas en Holanda: un alumno añadió los ornamentos que escuchaba hacer al maestro y las publicó así, pero en la historia del violonchelo esto no se conocía nada parecido".

"Cuando Supriani vuelve a la corte de Nápoles trabaja con un segundo violonchelista, Francesco Alborea. El hecho de que estos dos músicos coincidieran hace que algunos grandes compositores, como Scarlatti o el mismo Haendel en su viaje por Italia, empiecen a incluir de repente en sus óperas y cantatas piezas con dos violonchelos obligados. Es muy significativo que Haendel sólo lo haga en sus obras italianas, por lo que es muy posible que ese recurso estuviera condicionado a la presencia de estos dos hombres en la orquesta. Por ello me atrevo a pensar que la obra instrumental de Supriani supuso un antes y un después en la historia del violonchelo, porque Nápoles fue un lugar importantísimo tanto para la ópera como para la música instrumental".

El manuscrito del método de Supriani se encuentra en la Biblioteca de Nápoles, pero aún no ha podido ser fechado, lo que daría más información sobre su alcance histórico. "Hace poco coincidí en Nápoles con Guido Oliveri, un musicólogo que ahora trabaja en Texas y que ha encontrado en una casa nobiliaria napolitana documentos en los que figuran los años en que Supriani trabajó como profesor. Su artículo está pendiente de publicación, y lo espero como agua de mayo".

Además de registrar algunas de las tocatas del método en sus dos versiones, el disco que ahora se publica incluye un par de obras más para el violonchelo con continuo y tres cantatas. "Es en todos los casos música de gran calidad. Quise que en el CD figuraran las tres funciones del violonchelo, su faceta solística en la sinfonía y la sonata, la pedagógica en las tocatas y su labor como parte del bajo continuo en las cantatas".

Además de la clavecinista Tomoko Matsuoka, en el CD participa también la soprano aragonesa Eugenia Boix (Monzón, 1982) que pone voz a estas cantatas. "La mujer de Supriani era soprano", comenta Boix. "Así que es posible que estas obras fueran escritas pensando en su voz: él tocaba en la orquesta de la ópera en la que cantaba su esposa. Conocía bien su oficio. Son cantatas típicas de la Italia de entonces, con alternancia de recitativo y aria y acompañamiento exclusivo del bajo continuo. Es música sencilla, pero refinada y estilizada. La figura de Scarlatti está por supuesto detrás como una sombra. La principal dificultad de esta música es sacarle los colores y destacar el texto, los afectos de cada aria. El Aria Amoroso que incluye la cantata Chi m'invola da te me parece preciosa. Me gustan esas líneas largas y esa forma de expresión".

Cantante versátil donde las haya, Eugenia Boix pasará en las próximas semanas de presentar este disco por Barcelona, Zaragoza y Madrid, colaborar con Forma Antiqva en conciertos por Navarra y Alemania y con La Tempestad en Cádiz a participar en un homenaje a Pilar Lorengar, cantar el trujamán de El retablo de Maese Pedro de Falla o la de Mahler en la versión organística que David Briggs hará en el ciclo Bach Vermut del CNDM. "Sigo haciendo música desde el Renacimiento hasta hoy, aunque es verdad que me llaman mucho para el Barroco. Estas cantatas son convencionales, pero tienen calidad suficiente como para que su rescate sea interesante. De cualquier modo, este disco resulta especialmente importante para los violonchelistas".

"Siendo un programa fácil de montar, y teniendo a dos amigas dispuestas a colaborar como Tomoko y Eugenia, tenía que grabarlo", comenta Turina. La elección del sello holandés Cobra fue sencilla: "Me lo recomendó Cibrán Sierra, miembro del Cuarteto Quiroga. Me reuní con Tom Peeters, le conté el proyecto y le pareció interesante. Fue una experiencia maravillosa. Grabamos en una iglesia pequeñita en un pueblecito de la región de Utrecht, Renswoude. Aparte de que también es músico, Peeters es productor, ingeniero de sonido y dueño de la discográfica. Domina perfectamente el medio, sabe cómo controlar cada detalle del proceso. Estuvimos comodísimos y tengo un recuerdo estupendo de aquella grabación, que pudimos realizar también gracias a una subvención del departamento de Cultura de la Comunidad de Madrid. Ya nadie graba para ganar dinero, pero este trabajo me posiciona no sólo como intérprete, sino también como musicólogo, porque llevo años sacando y editando este repertorio. Ahora tengo ya un buen producto, con música de calidad, casi toda inédita, hecha por músicos de primer nivel en un sello de prestigio. Es un material fantástico que puedo mandar a cualquiera. Hasta mi manera de acercarme a promotores y productores ha cambiado. A mejor".

SUPRIANI: PRINCIPLES TO LEARN TO PLAY THE CELLO

Guillermo Turina, violonchelo barroco; Eugenia Boix, soprano; Tomoko Matsuoka, clave. Cobra

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