Pablito de Cádiz bailaor de esencias añejas (y II)

Pablito vivió la pasión y la gloria del flamenco; su baile era pura esencia añeja · El artista murió en enero de 2004

Pablito de Cádiz, fotografiado junto a Trini de España.
Pablito de Cádiz, fotografiado junto a Trini de España.
Félix Rodríguez / Cádiz

01 de marzo 2011 - 05:00

También en septiembre de 1965, Pablito forma parte de un espectáculo bajo el título Gran Parada Gaditana, con esa gran reina del cante, nuestra Perla de Cádiz y el gran Paco Alba 'El Brujo'. Era un espectáculo de flamenco y carnaval, y en cuyos carteles se menciona lo siguiente: "Pablito de Cádiz, el bailaor que ha maravillado a cuantos lo han visto actuar en las mejores salas de fiestas de España". Tenemos que reconocer que estamos ante un gran profesional del baile flamenco.

El baile de Pablito de Cádiz fue pura esencia añeja; tenía elegancia, esa manera de liberar con un gesto brusco desplante, compás, quiebro, recorte,… ¡Qué majestad, qué misterio, qué grandeza de gestos con sus brazos! Verdaderos rescoldos añejos. Un bailaor excepcional. Verlo bailar asombraba.

Pablito vivió la pasión y la gloria del flamenco. Tuvo que soportar las juergas de señoritos borrachos con guasa y señoritas de compañía, y como esa clase de personas eran los que pagaban, había que aguantar. También saboreó la gloria y la dulzura del cariño de sus compañeros, los artistas; y de la afición, por su categoría como artista y su amabilidad y humildad humanas.

En 1968, en Madrid actuó en diferentes tablaos formando parte de un cuadro flamenco compuesto por artistas veteranos como Ansonini del Puerto, La Chicharrona, Juana la del Pipa, entre otros. Y ese mismo año, el gaditano Manolo Portela formó un cuadro con artistas veteranos que en sus actuaciones en Madrid, en diferentes tablaos y en televisión, formaron la 'marimorena'. Le llamaban 'El cuadro de los Viejos de televisión', con Pablito, Juana la del Pipa, Manuel de Jesulito, Pepa Campos, La Chicharrona, y otros que hacían de este cuadro el colmo del arte y de la gracia.

En 1969 Pablito decide quedarse definitivamente en su Cádiz natal y es contratado por el tablao que estaba en la calle Santa María de la Cabeza, frente al Hotel Puertatierra, como primer bailaor. Allí alternó con todas las primeras figuras que pasaron por ese precioso tablao y estuvo actuando hasta que dejó dicha actividad y cambió como bar restaurante para celebraciones y demás, en 1975 más o menos.

En 1971, las grandes cantaoras Fernanda y Bernarda de Utrera vinieron contratadas por 15 días al tablao de Cádiz y, debido a mi gran amistad con estas dos hermanas, acudimos a verlas algunas noches, y acordamos que vinieran a comer a casa antes de terminar el contrato, y también invitamos a Pablito y a su hermano Antonio, que vivía en Alicante y vino para ver a la familia. A dicha comida también asistieron mi abuelo Félix, y Custodia, la madre del Tiriti. De pronto empezó a cantar por bulerías Bernarda, y salió bailando Antonio -a quien yo no había visto bailar antes- y me quedé que no sabía si estaba soñando o despierto. Yo ya no sabía si Pablo era más bailaor que Antonio o al revés. Después le cantó Fernanda a Pablito. Eso fue para llorar. Ese cante puro y ese baile añejo. ¡Qué majestad de artistas! Empezó a cantar mi abuelo, y salió bailando Custodia. ¡Qué baile el de ella! Cómo tocaba los palillos, qué forma de remangarse el traje, qué compás. Fernanda decía: "¡Ole, viva Cai!". Hoy, después de 40 años, todavía algunos vecinos recuerdan esa fiesta familiar, desde las 2 de la tarde hasta las 10 de la noche, en que los llevé de vuelta al tablao. Cuántos cantes y bailes llenos de sabiduría y maestría.

En 1974, Pablito formó parte de los artistas que actuaron en el homenaje que le organicé a su prima La Perla de Cádiz. Otro gran éxito. El teatro Andalucía se quedó pequeño.

En 1978, siendo presidente de la Peña Flamenca Enrique el Mellizo el que suscribe, toda la junta directa acordamos organizarle un homenaje al Tío Pablito, que ya contaba 70 años. Fue un homenaje benéfico y todos los artistas vinieron desinteresadamente. Se celebró en el Teatro Andalucía y fue todo un éxito, tanto artístico como económico. Cuando, a los dos días, fue Pablito a la Peña y le entregamos toda la taquilla, que fue una cantidad respetable (porque ahí pagamos cada uno nuestra localidad), y le dijimos a Pablito: "Nos tienes que invitar a comer". "De eso nada, chiquitín, este dinero es para montar un quiosco". ¡Ole!

En 1980, cuando la Tertulia Flamenca de la Isla contrató a Antonio Mairena para dar un recital en la Casa de la Cultura de San Fernando. Me llamó Mairena y me dijo: "Sobrino, el día tal voy a la Isla. Llévate a Pablito, a Curro la Gamba y a Guarino". Fui a la calle Ángel, a casa de Pablito y se lo comuniqué. Cuando llegó el día, fuimos a recogerlo Curro y yo y estaba que parecía que iba a una boda. A Guarino lo llevó otro amigo. Cuando llegamos a la Casa de la Cultura y entramos en un despacho en el que estaba Antonio Mairena cogiendo tono, Parrila de Jerez, al vernos, abrazó a Pablito y los dos lloraron de alegría, porque hacía mucho tiempo que no se veían. Cantó Mairena por soleá, siguiriya, tangos y bulerías, y quien diga que Antonio Mairena era frío cantando, no dice verdad. Y si no, a ver cuántos cantaores han llegado en la historia del Arte Flamenco donde llegó él, con esa categoría y conocimiento.

A continuación nos fuimos a la sede social de la Tertulia que fue la que organizó el acto, del que conservo una fotografía que le debo a mi amigo Pepe Rosa, que era el presidente y estamos todos. Cuando nos marchamos, dijo Antonio Mairena: "Bueno, ¿dónde tomamos la penúltima?" Y le digo: "Vamos a la Venta de Vargas". Llegamos y no había apenas nadie. Nos metimos en un cuarto, porque Mairena estaba a gusto, recordando con Pablito aquellos tiempos de Sevilla y Madrid, y empezó a cantar, y Pablito a bailar. Aquello era para partirse la ropa. Cantó Curro La Gamba, además de Mairena; bailó también Guarino, y estuvimos hasta las tantas y, cuando ya nos íbamos, en la barra se puso Mairena a cantarle a Pablito por romances, y Pablo con un pañuelo en la cabeza, que hacía una cosa que solamente se lo he visto hacer a él y a su prima hermana Manuela de Charó (que también bailaba para decir apaga y vámonos), que se daba con la mano en el pecho y en la boca que eso era para verlo, ¡qué arte madre mía! Esto lo puede atestiguar mi amigo Manuel Monge Cruz, el hermano mayor de Camarón, que también estaba con nosotros y cantó.

En 1987 la Peña Juanito Villar le dedicó su Semana Cultural, donde tuvo lugar una de las últimas actuaciones de Pablito.

A toda la familia de Tío Pablito, le tengo un gran cariño y respeto, pues ya mis bisabuelos eran amigos de sus padres, en ese barrio de Santa María.

Pablito falleció en Cádiz, el día 24 de enero de 2004, a los 96 años de edad.

Lamentablemente, no dejó escrita toda esa sabiduría vivida durante su larga trayectoria en el Flamenco, porque era una auténtica enciclopedia de éste, nuestro Arte.

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