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Muchas veces me llegan mensajes de un tiempo que quiso superar las dificultades, crecer, hacer un mundo mejor, más justo y habitable. Lo he visto estos días al leer con mucha atención un texto que me envía una buena amiga, pintora, fotógrafa y artista, ubriqueña de la Isla. Se trata de un texto de un blog de la Asociación Papeles de Historia, en concreto un pequeño ensayo sobre El árbol en la Historia de Ubrique. Nada más original que este regalo navideño de Paqui León Herrero. Porque muestra que hubo un tiempo en que la España invertebrada de Ortega y Gasset quiso vertebrarse en sus pueblos y ciudades, como cuando se constituyeron las Sociedades de Amigos del País o cuando, mucho antes, algunos lucharon contra la intolerancia y el fanatismo, las falsas creencias y las supersticiones. En el caso ubriqueño un grupo de ilustrados, entre los que se encontraba el abuelo de esta amiga inquieta y artista, acometieron la ciclópea tarea de darle al árbol su lugar preponderante en la vida de los pueblos, en concreto el bellísimo serrano famoso por lo industrioso y trabajador, Ubrique. Fue en 1907 y el pueblo entero participó de esa fiesta que me hubiera encantado vivir para contarla. Para la ocasión se compuso un Himno al Árbol ¡que cantaron 3.500 ubriqueños! Los árboles hoy son majestuosos y dan sombra a una avenida que es conocida en Ubrique como "los Callejones". Digo que siempre que he ido a Ubrique no me he resistido a sentarme en un café muy cerca de un viejo cine, bajo los árboles, para mirar la montaña. Fascinante para alguien que, como yo, ha visto desde su nacimiento el horizonte del mar. Por eso la montaña me subyuga y estoy por empadronarme en Villaluenga del Rosario, que me conmueve. O alquilar una casa ubriqueña "de la Perla para arriba", como retrata mi amigo Mateo Venegas, ubriqueño también de arte, el Ubrique más pino, más auténtico y fascinante.
Cantemos al árbol que voy a plantar./¡Si Dios lo protege del hombre y del viento,/salud riqueza dará!./Para el aire puro,/campestres aromas;/para el caminante,/regalada sombra./
Templará los rayos de la luz del sol;/por entre las aves/sus nidos de amor./Cantemos al árbol/que voy a plantar./¡Si Dios lo protege del hombre y del viento/salud y riqueza dará!./Uno para el otro,/los dos viviremos;/él se irá elevando/y yo iré creciendo/y si tiste y solo llego a morir,/dejaré en el mundo/un árbol quisiera/plantado por mí./Cantemos al árbol/con voces de paz y amor./¡Defiéndalo el hombre!./¡Protéjalo Dios!.
3500 voces, muchas imagino que desafinadas pero desafiantes, cantaron este Himno al progreso de España en sus pueblos. Fue un grupo de personas ilustradas, creyentes en el futuro de Ubrique y el de todos los pueblos de España. "Si Dios lo protege del hombre y del viento, salud y riqueza dará". Me ha emocionado hasta la raíz este recuerdo, esta historia desconocida para muchos, de un tiempo en que unos pocos quisieron que nuestra patria abandonara la postración, una vez más en su historia.
Pienso en mi pueblo, ¿me comprendes?
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