La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Su propio afán
Una variante del juego "¿Dónde está Wally?" consiste en buscar la buena noticia en el periódico de cada día. A la sorpresa de encontrarla, se une la felicidad de comprobar que suele tratarse también de la noticia más honda y persistente. Hace dos días, por ejemplo, el descubrimiento y la restauración de unas pinturas murales en una iglesia de Stratford-upon-Avon. El resultado ha asombrado por su belleza y calidad. A la conservación ha contribuido extraordinariamente que fueron lechadas a mitad del XVI muy cuidadosa e intencionalmente. Fueron guardadas.
La historia parece escrita por el hijo de John Shakespeare, que fue quien era, por culpa de su cargo, el encargado de cargarse las imágenes sagradas, según prescripción real anticatólica. Pero él prefirió esconderlas esmeradamente, como haría después en sus obras su hijo, William Shakespeare, de tal palo, tal astilla; o de tal semilla, tal árbol frondoso. Cuatrocientos cincuenta años han aguantado ahí, debajo, esperándonos, sin perder el color ni la sonrisa.
Esta vez no me costó nada "encontrar a Wally" porque estaba leyendo a Willy, precisamente. Una obra sabrosísima, que, aprovechando que el Avon pasa por Stratford, les recomendaré, pues mis lectores ya merecen una compensación por daños y perjuicios. Era Como gustéis y también allí está oculto el color y el misterio. Por supuesto, reluce Rosalina, la protagonista, seductora y brillante, y el completo muestrario de amores efervescentes que prefigura toda la exquisita comedia romántica de la época dorada del cine, y un ingenio del que surgirá Oscar Wilde.
Ahora bien, Como gustéis no es frívola porque hay un personaje secundario o, mejor dicho, tapado: Celia, la prima de Rosalina, la hija del duque usurpador, que, con su luz interior y secreta, lo sostiene todo. Shakespeare siempre estuvo híper atento a los celos de los amigos y entre los amantes, a la lucha encarnizada por el poder y a los fuegos de la envidia. Si aparecen desactivados en esta obra única, es porque Celia, como quien no quiere la cosa, va quitándoles la espoleta, uno tras otro. Muchos personajes de Como gustéis son buenos y varios son mejores que Celia, pero ella es santa.
Sin que apenas se note, naturalmente. Lechada, diríamos, como hizo John Shakespeare con las pinturas murales de la iglesia de su pueblo, milagrosamente preservadas, las pinturas, y Celia, y Cómo gustéis. No cabe mejor noticia.
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