La esquina
José Aguilar
¿Tiene pruebas Aldama?
Sostiene Salvador Celada que Cádiz debería utilizar a su favor la fama difundida por España acerca de la supuesta tendencia homosexual de sus habitantes varones. Ya saben aquello de Cela -"Absténganse gaditanos"- y las cosas que gritaban a los cadistas en Jerez cuando este pueblo hermano tenía un equipo de fútbol profesional en competencia con el Cádiz (fue efímero, desde luego). Recordé el otro día esta idea cuando leí que los amigos Eric y Vittore van a declarar su hotel La Casa del Cónsul, de próxima apertura en la plaza de España, como gay friendly que es algo así como bienvenidos los gais o amigos de los gais. Esto me llevó a pensar que no conozco ni un solo gay pobre. Todos aquellos que se declaran gais tienen la de Ubrique a reventar, sobre todo si viven en pareja o se han casado. No hay nada más próspero que una pareja gay, así que me pareció una idea extraordinaria. Pensé que eso se podía extender en otros ámbitos de la ciudad. Hace tiempo vino un crucero gay y desde entonces no han repetido. El caso de La Casa del Cónsul parece una excepción y podría resultar la norma en la ciudad si los emprendedores se espabilan. Es un turismo de alto poder adquisitivo con lo que se podría trasladar a cualquier otra actividad la bienvenida a este tipo de parejas. Incluso podría Cádiz aspirar a convertirse en una capital española del movimiento gay como San Francisco para EEUU y Chueca en Madrid.
Ya digo que yo no he visto un gay pobre en mi vida. Puede que lo haya, no digo que no. El caso es que no conozco ningún caso. De ahí quizás la prosperidad de Chueca, con todo tipo de comercios gay friendly porque el mismo barrio es un emporio de todo tipo de conductas dado el carácter abierto de sus vecinos. Incluso hay calles especializadas en distintos tipos de gais (osos, musculocas). San Francisco empezó en los 60 con lo del Verano de las Flores y ha terminado como la ciudad del Silicon Valley , con lo que lleva aparejado. Todo está relacionado. No estaría de más que se imitase la iniciativa de Eric y Vittore. De esta manera la hostelería podría buscar la excelencia en el servicio, en el producto, en la atención a los clientes, en la originalidad de las propuestas, en el diseño y la decoración, en lugar de colocar los bistelitos, la ensaladilla y las papas aliñás de toda la vida revoleás sobre las mesas por un camarero que cobra media jornada y trabaja 12 horas en una terraza oceánica, la antítesis del gay friendly. Machirulos, que diría Irene Montero.
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