La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Su propio afán
Seguir rajando del régimen es lo que pide el cuerpo, pero ya lo hicimos ayer y hoy toca, ay, el método constructivo. Si me funcionase, ya publicaría un best-seller, una variante di-ética y di-estética del método dietético de Montignac. Expongámoslo ahora en doce rápidos pasos (caminar a buen ritmo es esencial).
1) Extremar las buenas maneras. Hay que dar conversación a todos los comensales y no hablar jamás con la boca llena. Así se pierden -por delicadeza- múltiples ocasiones.
2) Aplacar el ansia. No abalanzarte sobre los canapés, servirte el último, pasar la salsa, sostener la bandeja de croquetas, etc. 3) Servirte más de lo que menos te apetece: te sirves -automáticamente- menos. 4) Levantarte cada vez que entra alguien, saludarlo, sentarte, levantarte a despedirlo… Quien mueve las piernas, mueve el corazón.
5) Ser encantador adelgaza. Ofrecerte a hacer gestiones, salir a comprar, recoger un paquete, pasear a los niños, cargar las maletas, llevar las bolsas… La báscula también te lo agradecerá. 6) Hay que venerar la comida. Bendecirla es bueno, si se cree. Y ayuda recordar unos versos de d'Ors: "Es una cosa extraña ser poeta;/ …/ partir el pan y ver los segadores". Si uno contempla la cantidad de trabajo que hay detrás de cada bocado, de sacrificio de animales, de regalos pródigos de la naturaleza, no querrá, en ningún caso, abusar de nadie ni de nada. Comerá despacio para ser casi litúrgico. No picará entre horas para guardar el ayuno. Se levantará sin pesantez, que es la forma gastronómica de hacer una tácita reverencia. El ahíto comete el peor de los pecados: el desagradecimiento. Desprecia lo que acaba de comer porque ya hasta le asquea un poco.
7) Quien ama su trabajo y sus aficiones huye del sopor de una comida hipercalórica por puro amor a la vida.
8) Que nos convenza la estética. No la nuestra, que este método se basa en no mirarse al ombligo ni a lo que lo circunvala, sino la de la mesa: un plato rebosante resulta horroroso. 9) En los restaurantes, que pidan ellas: o no tienen hambre o la disimulan y escogen con una sobriedad pasmosa. 10) Pueden hacerse planes con amigos que no consistan en una comida o una cena o unas tapas. Cabe pasear por el campo o ir al teatro. 11) No aburrirse. Los caminos del aburrimiento son retorcidos y acaban en la nevera. 12) No comer jamás mientras se anda y andar a menudo. Las bicicletas no son para el vegano (solamente).
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