El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
¡Boom!
Su propio afán
El logo de Podemos es un círculo. Como símbolo quedó redondo, hay que reconocérselo, aunque haya dado lugar a varias bromas y chistes, por lo cerrado y por el círculo vicioso. Tras tantos tanteos, por fin hemos descubierto lo que en verdad era el círculo de Podemos: un ombligo. Llevan varios meses mirándoselo.
Ya no hablan de los problemas de la gente. Las discusiones de Podemos giran de una manera llamativa alrededor de sí mismos. Puede que sea un rasgo generacional. Puede que sea el atracón de éxito, que se les repite. Puede que sea una crisis de crecimiento, como la adolescencia del partido. Puede que sea un eco de la naturaleza humana, más propensa a las rivalidades más enconadas cuanto más cerrados los espacios. Lo advirtió Konrad Adenauer: "Hay enemigos, enemigos mortales y compañeros de partido". Puede que el orden y la disciplina sean mucho más difíciles de alcanzar en un partido de raíces asambleístas y tics libertarios. Puede que sea un cóctel molotov, muy mezclado y agitado, de todo esto.
A lo que hay que añadir el debate ideológico, por supuesto. Que es un debate estratégico, en realidad. Nada más que este dato es de gran interés. Iglesias y Errejón discuten, sobre todo, de táctica política: o hacer frentismo y en la calle o hacer política de acuerdos y en el Parlamento. Y discuten de táctica electoral: o enardecer a las bases o seducir a los simpatizantes. Es interesante porque muestra hasta qué punto la ideología del partido más ideologizado de España está, a lo máximo, en un tercer término. Les cuesta la misma vida salir del círculo del ombligo. No lo digo yo, ojo, lo ve la más lista y preparada de sus filas: Carolina Bescansa.
Ella se preocupa más por esta partida de ping-pong porque es su partido (de ping-pong), pero, desde la discrepancia con Podemos, podemos estudiarla con fruición. No sólo porque el ombliguismo constriñe el círculo, sino porque, gane quien gane, si se consuma, como parece, el enfrentamiento, los que no somos de Podemos tendríamos motivos para alegrarnos. Las tesis de Errejón lo irían llevando, poco a poco, hacia una socialdemocracia de nueva generación, asumible por el sistema. Por lo tanto, bien. Las tesis de Iglesias irían empujándolo a la irrelevancia gritona. Por lo tanto, bien. Son fuerzas centrípetas y centrífugas que se necesitaban para un tenso equilibrio, pero que separadas se pierden en un agujero negro y circular.
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