Enrique Gª-Máiquez

Prestigio canalla

Su propio afán

El prestigio ahora lo tiene lo malote y lo elegante es el desarreglo y el descuido de las formas

21 de febrero 2017 - 02:02

Entre los múltiples talentos de Ángel León, el chef del mar, junto a los gastronómicos, está su habilidad para la promoción. Por eso, si él se anuncia de una determinada manera, podemos estar seguros de que es la que encontrará mayor eco en la sociedad. Ahora va a reabrir su "Taberna" en la calle Puerto Escondido del Puerto, que ofrece su cocina a precios más asequibles. Pero la publicita por su toque canalla y porque está prohibida la etiqueta. Observen que lo dice el no va más de la restauración gaditana, el más exclusivo y renombrado. Al socaire, como era de esperar, del espíritu de los tiempos.

El prestigio ahora lo tiene lo malote. Si promocionan un sitio por su ambiente elegante, el público echa espuma por la boca. Si exigen chaqueta y corbata, huyen para siempre jamás. Vengo a criticarlo, sí, pero viendo la viga en mi ojo, ojo. Soy el primero en sentir mucha pereza de plantarme una corbata. Lo que no significa que no tome mi pereza y el ambiente canalla en general como un signo (chungo) de esta época.

He recordado una carta que Jane Austen escribía a su querida hermana Cassandra sobre unas amistades nuevas que hizo en Bath. Estaba encantada con aquellas jóvenes y ponderaba que "son mucho más elegantes que sus padres, como suele ser frecuente hoy en día". Sería muy difícil decir eso hoy en día, porque la mayoría de los jóvenes son más descuidados en las formas (y los fondos) que sus padres y éstos tal vez que sus abuelos. Las épocas podrían dividirse en aquellas en que las nuevas generaciones se esfuerzan por superar a sus mayores en delicadeza y aquellas que se complacen en quedar por debajo. Serían, respectivamente, épocas ascendentes y épocas descendentes.

Contra lo que podría parecer a primera vista, las primeras suponen una mayor consideración a los padres, porque nada puede hacerles tan felices como que sus hijos sean mejores que ellos en todos los órdenes, desde el más superficial al más profundo. Don Álvaro d'Ors lo explicaba y lo exigía en Cartas a un joven estudiante con acentos épicos: "La conciencia de pertenecer a una estirpe que tú mismo contribuyes a ennoblecer". Mis hijos tendrán fácil ser más elegantes que su padre y muy complicado serlo más que su madre, si sacan la media. Yo también lo tengo crudo, aunque lo bueno es que intentarlo ya nos afina muchísimo, y no regodearse en el agachamiento generalizado es el paso al frente fundamental.

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