José Aguilar

El gran fracaso de la Junta

La esquina

La insolvencia intelectual de los dos rectores ascendidos a consejeros retrata el estado educativo de Andalucía

10 de diciembre 2016 - 02:10

Como es habitual, el informe PISA ha venido a pisar callos, especialmente los de las autoridades que salen malparadas en esta radiografía de sus sistemas educativos. El de 2015 refleja una mejora insuficiente en los indicadores nacionales (ciencia, matemáticas, lectura) y la instalación de Andalucía en el furgón de cola. Con Extremadura, Canarias y Murcia.

Sólo se me ocurre una cosa más pavorosa que el estado de la enseñanza andaluza: la incuria de sus responsables directos, que mercadean con excusas para salvar su culpa innegable. Al contrario que Urkullu, que promete autocrítica por los malos resultados del País Vasco -mejores que los de Andalucía-, nuestros consejeros autonómicos ejecutan maniobras de distracción en varias direcciones, todas insuficientes. Cualquier cosa menos reconocer que ellos pueden estar haciendo algo mal.

Primero dispararon contra la Lomce, o sea, contra el Partido Popular, obviando que la ley ha estado en vigor un rato y, aun así, en Andalucía ha sido boicoteada, corregida o aplazada. Después la consejera de Educación, Adelaida de la Calle, ha atribuido el actual retraso andaluz a los niveles de analfatebismo que padecíamos en la Transición. Hace cuarenta años. La herencia recibida, vamos. Oiga, que los adolescentes que ahora cometen faltas de ortografía hasta hablando son los nietos o bisnietos de aquellos adultos que no tuvieron la oportunidad de aprender a leer y escribir. En treinta años de gobiernos de la Junta con todas las competencias en educación ya se podía haber volteado esta fatalidad social. Otro consejero, Antonio Ramírez de Arellano, ha descubierto justo ahora que el informe PISA carece de rigor científico y ha decretado que sus datos no deben regionalizarse (¿y los del paro sí cuando son favorables a Andalucía?).

Tanto De la Calle como Ramírez han sido rectores de sus universidades. Esto lo explica todo: que unos rectores ascendidos a consejeros esgriman argumentos de tanta insolvencia intelectual retrata la postración en que se encuentra el sistema educativo andaluz. El gran fracaso de la Junta después de casi cuatro décadas de autonomía. Responsabilidad entera de sus gobernantes, que acertaron al universalizar y democratizar la enseñanza, pero se quedaron ahí. Triunfaron en la cantidad y han fracasado en la calidad. Todos tienen acceso a las aulas, pocos salen de ellas preparados para el mundo que les espera. Un drama.

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