Confabulario
Manuel Gregorio González
Retrocediendo
Su propio afán
El amor, para quien lo trabaja, como las estrellas en esa maravilla de título de Juan Carlos Mestre: Las estrellas para quien las trabaja. El problema del trabajo es que no basta con las ganas, sino que hay que saber y tener en dónde. Hace unas semanas oí de una empresa española que triunfa en China enseñando los rudimentos de las técnicas para ligar.
Me coge muy lejos: China y la necesidad del curso, por suerte; pero despertó mi curiosidad. Trabajaban la conversación amena, algo de estilo personal, el cuidado del físico y cuestiones tan sorprendentes como la enología, para darse un toque sofisticado al pedir la carta de vinos. Tonificar la musculatura de los candidatos y su higiene ayudará, sin duda; lo de los comentarios enológicos temo que no, aunque sí, por supuesto, un buen vino, incluso con el peaje del pegote, porque el vino es mano de santo. El éxito de la empresa, sin embargo, lo atisbo en dos requisitos implícitos y previos: sus clientes tienen dinerito para pagar la factura, lo que es un detalle de indiscutible trascendencia y, sobre todo, están deseando trabajar para enamorar y enamorarse, que es lo fundamental.
El amor caído del cielo es, para seguir con Mestre, una estrella fugaz. Hay que aspirar a las estrellas fijas y, a partir de ahí, saber cómo. Con todos mis respetos para la empresa española en China, a la que deseo lo mejor, son los grandes pensadores, novelistas y cineastas los que más ayudan. Las tesis del antropólogo René Girard explican que, para que alguien te quiera, es fundamental gustar al entorno de esa persona. El respeto, la admiración e incluso el amor tienen un componente mimético, como sugiere Shakespeare sin cesar. Lo sabe el refranero cuando habla de adorar al santo por la peana y la esposa que se arregla más para ir a una fiesta que para quedarse en casa con el marido. No es vanidad, sino sabiduría. Él la verá a través de los ojos que la admiren.
Orgullo y prejuicio de Jane Austen tendría que estar en la bibliografía básica del curso ése. Enseña a no perseguir a quien te gusta (o a que no se note), a ganarle el corazón a base de nobleza y sacrificio, a que el matrimonio es lo máximo y a que el buen humor es más serio de lo que se piensa. Nuestra empresa en China podría dar un curso basado en las seis novelas de la inglesa. Mientras se deciden, celebremos nosotros que el día de los enamorados cae en laborable. Es el mensaje.
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