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Una periodista de la televisión americana Fox ha caracterizado de forma positiva a Donald Trump como el macho-alfa, el líder que siempre está al mando. Creo que lo es; y si no lo es, es como lo ven sus seguidores, que es lo relevante. No entraré en mi tesis doctoral (liderazgo, sexo y género) para opinar sobre cómo una mujer define positivamente a un alfa-macho. Veámoslo de forma más amplia.
Durante los últimos 30 años se ha vendido un concepto benévolo del líder, que motiva, genera visión, trabaja en equipo, etc. Es un concepto fácil de vender y de comprar (y genera una industria multimillonaria de "liderazgo"). La realidad tal vez sea más simple, como la historia europea y mundial del Siglo XX demuestra.
A finales del Siglo XIX aparece la Teoría del Gran Hombre. Es una forma de comprender los grandes eventos de la historia en base al papel de hombres muy especiales. Esa construcción, aunque superada con teorías marxistas, económicas y sociológicas, responde al inconsciente colectivo de la necesidad de un gran líder, alguien mejor que nosotros que hace los grandes cambios positivos de la Historia. Alguien que nos da respuestas cuando no las tenemos, alguien que nos saca de las crisis cuando no sabemos salir de las mismas.
Max Weber (padre de la Sociología) defendía que el liderazgo es un hecho fundamentalmente religioso. Se basa en la necesidad de las personas de dar respuesta a los problemas y las crisis que no saben responder y resolver. El gran líder no se basa en atributos, sino en un proceso atributivo; en lo que vemos en él, en lo que representa para nosotros, al margen de cómo sea.
Stanley Milgram, en la Universidad de Yale en 1963, hizo un experimento sobre la obediencia a la autoridad (al líder); el 66% de las personas mataba a otros si se lo mandaba el líder y nunca nadie dejó el experimento. Dicho estudio se repitió en Argentina a fines de los 90 y, más recientemente, en Inglaterra en el 2007, con resultados parecidos. Es el ser humano.
He dado unas 50 clases de poder, autoridad y liderazgo en América y Europa con unos 1.500 participantes. En dicha clase, para vivir y comprender dichos conceptos, paso de forma progresiva de una situación de autoridad (el profesor) a una de total e inaceptable dominación . Ningún grupo se me ha opuesto; tan solo una persona (Víctor, ahora gran amigo) se fue de la clase; otros se me opusieron de forma significativa, algunos se marcharon, pero volvieron de inmediato, pero ninguno tuvo el apoyo de los demás. Su oposición no sirvió para limitar o acabar con mi dominación. El comportamiento humano, individual y grupal es predecible.
La sociedad ha mejorado mucho en los últimos 50 años. Las democracias han pasado de 72 en 1975 a 120 en el 2005; billones de personas ahora viven en sociedades más abiertas, tienen mucha más educación (pensemos en China e India). La mujer, el 51% del mundo, tiene más estudios que el hombre y cada vez más trabajan y son relevantes en el mundo. Yo veía la evolución desde 1978 de las teorías de liderazgo hacia planteamientos mucho más colectivos, postheroico, menos individuales, a tenor de ese apoderamiento educativo y cultural de las sociedades. Pero el ser humano es el mismo. La obediencia al líder, a ese macho-alfa, parece que está en la base del ser humano, en especial, en las crisis.
La aparición de Trump nos ha sorprendido a todos, aunque la teoría de liderazgo nos llevaba tiempo indicando que en esta larga crisis había un riesgo de volver al superlíder, el macho-alfa, el líder-heroico. Además, defiendo, aunque no lo puedo demostrar, que las sociedades, como las actuales, que se ha hecho más laicas generan una aún mayor necesidad de líderes. Los conceptos de Dios, mito, héroe y líder tienen la misma construcción.
Esto solo ha hecho empezar. La crisis ha sido generalizada y la necesidad del líder la tenemos todos (al menos, en Occidente). En 1929, ante una gran crisis mundial, las dos sociedades más avanzadas del mundo, Estados Unidos y Alemania, eligieron a sus líderes: Roosevelt y Hitler.
Trump no es el problema; somos nosotros. Necesitamos seguridad ante crisis y problemas. Se dice que Europa necesita grandes líderes; pronto veremos qué elegimos. Puede que elijamos machos-alfa (o hembras-alfa, como en Francia). Esperemos que, aunque el comportamiento humano sea predecible, la Historia no se repita. Cuidado con querer grandes líderes, puede que aparezcan.
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