El Samuel que llegó no volvería a hacerlo
Acogido desde hace casi tres años en Cardijn, no tiene trabajo pero ayuda a sus compañeros
Cruzó diez países en dos años y medio hasta Marruecos
Cádiz/El camerunés Samuel Parfait Bayeck comparte nombre, pero no destino, con el niño de seis años que flotó 14 días muerto en el mar de Cádiz. Él llegó a España por la frontera de Ceuta y en ese mismo intento perdió un ojo por el impacto de una pelota de goma. Y aún dice que tuvo "suerte" porque esa desgracia le permitió ser atendido por médicos españoles y posteriormente llegar a Cádiz, hace ya casi tres años. Aquí está sin trabajo, aunque ha tenido alguno esporádico, pero quiere corresponder a la ayuda que ha recibido, colaborando en todo lo que puede con otros migrantes que llegan acogidos a la capital de la provincia, al centro Tartessos de la asociación Cardijn. Les sirve de traductor, les acompaña a gestiones diversas, a comprar billetes de transporte, "compartir el mismo sentimiento". "Así ayudo a hacer más fácil la llegada de otros, al igual que a mí me ayudaron cuando llegué", dice con una gran tranquilidad y un español muy bueno.
Samuel se confiesa una "persona con mucha emoción", y dice que al conocer la noticia de la aparición del niño sin nombre se sintió "como siempre muy triste, pero el caso de este niño que no ha conocido nada de la vida y se va así es especialmente doloroso y me sentí muy afectado, como toda la comunidad de subsaharianos en Cádiz". Este Samuel que sí llegó intentó primero pasar dos veces por mar a Ceuta, pero lo consiguió por tierra "y corriendo". Eso es inimaginable que pueda hacerlo una mujer con un niño, "hay más peligro, hay que salir corriendo y con mucha fuerza, sorteando a los policías marroquíes y los guardias civiles".
El pensamiento de Samuel es encontrar trabajo. "Yo no tengo ningún problema con el sitio, pero como está la cosa en Cádiz es más difícil encontrarlo aquí", dice Samuel, que abandonó sus estudios de Biología en Camerún cuando le faltaban dos años para acabar la carrera. Preguntado por la razón para haber salido de su país, cita "tres o cuatro cosas: la curiosidad de saber, de aprender más; la pobreza, allí cien euros son dos meses de trabajo, lo que cobras no te da para cubrir necesidades o comprar cosas".
¿Ahora que está aquí piensa que le ha merecido la pena? "Diría que sí. Pero ahora mismo no lo sé, porque no tengo trabajo, no tengo nada, y la vida es más difícil cuando no puedes comprar lo que necesitas, un reloj o una ropa... Pero cuando tengo un trabajo y un sitio donde vivir, entonces pienso que merece la pena, porque puedo ayudar a mi familia, que fue la razón por la que salí". Samuel tiene en Camerún a su padre, su madre y sus hermanos.
El viaje de Parfait duró "un montón de tiempo" y él lo dibuja como una línea en un mapa africano imaginario que incluye "diez o doce países antes de llegar a Marruecos", viajando en coche y casi siempre por el desierto. "De Camerún primero crucé a Nigeria, que tenía la frontera bloqueada por guerra con Mali. Entonces dimos la vuelta por Chad, de ahí a Mali, de Mali a Níger, luego a Libia, de Libia a Sudán, para volver a Libia porque la frontera estaba peligrosa. En Libia pasé casi dos años,coincidiendo con la época en que mataron a Gadafi. Eso me forzó a entrar en Túnez, donde después de unos meses pasamos a Argelia y finalmente a Marruecos, donde pasé seis meses buscando cómo podía cruzar para España".
Dos años y medio de camino tortuoso, desde que salió de su tierra con 26 años, y sin embargo el país más duro, el más difícil para Samuel fue Marruecos. "Aunque en Libia había una guerra muy cruel y vi morir a mucha gente, yo allí tenía trabajo y podía sobrevivir y ayudar a mi familia, lo peor fue Marruecos. Ahí te maltratan, te insultan, la policía te buscaba y te arrestaba y te soltaba en un sitio lejano en el que no conocías a nadie, tenías que andar de noche, si cogías el autobús te echaban... sólo porque Dios estaba con nosotros no pasaba nada de noche en el camino".
Una vez vista su experiencia, y hablando del caso del niño muertoen Barbate, Samuel responde que él no llevaría a un hijo pequeño en el viaje: "Creo que no. Es más ahora, si pudiéramos dar marcha atrás a la película, yo no puedo coger el mismo camino. Me quedaría en mi país. No lo digo mucho, pero a veces me arrepiento. En las películas, en la televisión allí vemos a españoles, europeos que viven muy bien y lo normal es querer venir. Pero ahora si mi hermano quisiera venir, yo le preguntaría ¿tienes trabajo ahí, tienes una ocupación? ¿Porqué vas a salir? La cosa no es como tú piensas. Yo llevo tres años sin trabajo, y tú te vas a venir y a lo mejor pierdes la vida en el camino. ¿Qué quieres? Quédate ahí mejor. Eso le voy a decir si me pregunta."
¿Qué cosas buenas ha sacado Samuel de todo esto? le preguntamos. "Un montón de cosas" -responde rápido- Por ejemplo, cuando estoy sentado tranquilito y veo a dos jóvenes peleándose, insultándose, eso me hacer reír. Porque yo era así antes, pero ahora, después de todas las cosas que he visto eso me hace gracia. Yo ya no sería capaz de eso, aquí que hay paz. Y he aprendido un montón de idiomas ahora, el inglés, el francés, el árabe, el chino, hasta hablo lengua de signos porque tenía un tío sordomudo. Tengo más facilidades para hacer amigos, para ayudar..."
Samuel Parfait mantiene la esperanza de que esto pueda cambiar, pero para eso "la riqueza en el mundo tendría que estar más repartida. Lo que hace salir a la gente de sus países es el dinero. Con un euro puedes comprar allí cinco cosas, con cien euros puedes pagar a tres personas..."
El primer plan de futuro de Samuel siempre es volver a su país. Pero él se ve bien en un tiempo en España, con trabajo, poder obtener la nacionalidad, "y tener una casa, y una mujer a lo mejor española. Lo negativo siempre lo vemos pero no tienes que ponerlo siempre por delante de lo positivo".
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