'El valor de cada instante'

Una placa y un árbol recuerdan en el Parque del Oeste al joven Javier de las Cuevas La familia edita un libro escrito mientras luchaba con su enfermedad

A la izquierda, imagen de Javier de las Cuevas. En la fotografía, bendición del árbol y de la placa en su memoria.
A la izquierda, imagen de Javier de las Cuevas. En la fotografía, bendición del árbol y de la placa en su memoria.
Amaya Lanceta San Fernando

14 de noviembre 2015 - 01:00

"El vivir no tiene más valor y significado que el que cada uno quiere otorgarle en cada momento de existencia". La leyenda de la nueva placa que luce en el Parque del Oeste muestra una de las reflexiones de Francisco Javier de las Cuevas Bernal, un joven gaditano que encontró en este espacio de la ciudad un rincón para el respiro y la tranquilidad en su lucha contra la enfermedad, un tipo de leucemia, que finalmente se lo llevó hace algo más de un año. Sus padres quisieron que se le recordara con este rótulo y un árbol, que crecerá en el parque como homenaje.

Javier no era isleño, aunque la familia vivió aquí un tiempo por el negocio de su padre. Aunque de Cádiz, tenía su residencia en Chiclana, desde donde acudía a recibir el tratamiento, junto a su padre la mayoría de las veces, al hospital Puerta del Mar. A la vuelta se convirtió en una costumbre parar en el Parque del Oeste. "Paseábamos, y charlábamos, me hablaba del libro", explica su padre, Francisco Javier, momentos después de que el prior del convento de Santo Domingo de Cádiz, fray Pascual Saturio, realizara la bendición en el lugar donde se ha plantado. "Pusimos un olivo en Alcalá, pero estaba muy solo, y un día que vine a Bahía Sur, este sitio me llamó. Había pasado algo más de un año pero sentí que Javi me decía "¡aquí, papá!". Entonces habló con la alcaldesa, le explicó la historia y recibió el visto bueno para este rincón de homenaje.

Un grupo de personas, familiares, amigos, conocidos, se reunieron ayer en el Parque del Oeste -también estaba el primer teniente de alcalde, Fran Romero, que quiso estar con la familia- para recordar a Javier. "Era un chico culto, muy maduro, con las ideas muy claras de lo que quería hacer", comentaba su tío Eugenio de cuyas palabras se desprende la admiración por las capacidades del joven. "Estudiaba tercero de Derecho y quería seguir el camino de la judicatura. Tocaba el piano, la guitarra, el ukelele, la armónica. Hacía deporte", cuenta el progenitor. Incluso, ya enfermo, intentaba mantenerse en forma con unas mancuernas.

Ese deseo de hacer cosas, de aprovechar el tiempo, le llevó incluso a escribir un libro sobre la situación que estaba pasando. Más que eso, "tenía el ansia de ayudar a otros al contar su visión, su experiencia", señala Francisco Javier que reconoce que su hijo siempre pensó que iba a superar la enfermedad. Se le ocurrió a los dos meses de empezar su lucha.

El Club de los que tienen arreglo como se titula el libro escrito por Francisco Javier de las Cuevas Bernal ha sido editado por la familia, sin que haya habido corrección sobre lo que el joven de 20 años escribió. Describe de manera fácil qué es lo importante en la vida, cómo hay que enfrentarse a ella. "Aprendí la mayor lección que una persona bienaventurada tardaría en avistar", reconoce el autor, "el valor de cada instante en que nuestro corazón late, el abrazo que se hace esperar un día triste, la sonrisa que extraes de alguien o la que te corta la respiración y acaba cesando instantes después".

De manera gratuita está a disposición de todo el que desee un ejemplar. Sólo tienen que ponerse en contacto con el Ayuntamiento, o pedirlo a través del correo de su padre, javier_delas_cuevas@hotmail.com.

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