Cuando el debate ideológico no estaba reñido con el fair-play
La primera Corporación estuvo muy politizada, pero los buenos modales y las ganas de cambio hicieron posible un gobierno formado al margen de la lista más votada
El concejal más joven de la Corporación surgida de las elecciones municipales de abril de 1977 fue Francisco Lara, a quien el PSOE había encargado la refundación del partido. Procedía de la asesoría jurídica de UGT y recuerda que en la política de entonces “la prioridad de cada partido era fijar sus puntos de vista”. Lara evoca la calidad de los debates en el salón de plenos de El Polvorista, de una gran carga ideológica pero donde los concejales “tenían muy claro que la defensa de las ideas era algo muy distinto a las relaciones personales”. En este aspecto, aún rememora cómo el pacto de gobierno de izquierda (PCE, PSOE y PSA), que relegó a la oposición a la lista más votada (UCD), no tuvo repercusión negativa en las relaciones humanas de aquella primera Corporación: “Víctor Unzueta tuvo una actitud ejemplar, defendía con convicción sus ideas, pero después del debate era una persona muy agradable”.
Manuel Pacheco, que concurría en las listas de la centrista UCD incide en la deportividad con que este partido asumió la imposibilidad de gobernar: “La campaña electoral la hicimos con mucha ilusión, pero se veía venir que no íbamos a gobernar porque no teníamos mayoría absoluta”. Pacheco trabajaba entonces de profesor de matemáticas y asegura que la misma noche de las elecciones una comisión de la UCD se dirigió a la sede del PCE para felicitarles por sus buenos resultados y compartir con ellos un ajo caliente. Aunque Pacheco concurrió como independiente, explica que la UCD “contaba con un equipo muy completo”, profesionales liberales y profesores, “con una ilusión enorme y muchas ganas de trabajar”.
La baza de la UCD para obtener el gobierno local hubiera sido un pacto con CD, un partido más a la derecha encabezado por Manuel Moreno, pero la ecuación no resultó. “Yo creo que la UCD se llevó una gran sorpresa, porque pensaban que iban a obtener la mayoría absoluta”, recuerda el entonces líder de CD, para quien el pacto de izquierdas “no sentó bien” en el partido más votado, que había desplegado una potente campaña electoral con el apoyo del Gobierno Central “y personas muy conocidas en la ciudad”. Manuel Moreno califica aquella etapa como “la época del romanticismo político”, los concejales no podían vivir de la escasa asignación que percibían y además “creíamos que íbamos a modificar la ciudad y el país desde el Ayuntamiento”. Coincide en que las ideas “se discutían con mucho ardor, pero terminado el pleno no era infrecuente que nos sentásemos todos a pedir una cerveza en El Rempujo”. Este fair-play se debía también al entonces alcalde Antonio Álvarez (PCE) “un hombre con un gran sentido común y muchas ganas de hacer el bien por los demás”, que había conoció las cárceles de Franco durante la clandestinidad.
El PCE representaba la vanguardia del movimiento antifranquista, y así lo recuerda el ex alcalde Rafael Gómez Ojeda: “Después de tantos años de lucha y reuniones clandestinas, la democracia parecía una cosa que nunca se iba a alcanzar. Fue una gran alegría saber que nos habíamos quitado de encima la dictadura”. No obstante, el gobierno local del PCE creyó que los cambios se producirían con mayor rapidez, pero tropezó con la pesada estructura municipal, “sacos llenos de incobrados, e impuestos y tasas del antiguo régimen”. Sin embargo, cuando llevaban a pleno algo importante para El Puerto, la oposición “no tenía inconveniente en votar a favor, porque apoyaban la labor de cambio”. Las reuniones previas allanaban el camino, y las intervenciones del líder de la oposición Víctor Unzueta Gabiola comenzaban con la respetuosa expresión “con la venia”, adquirida en el ejercicio de la abogacía. Estos detalles eran importantes para crear un ambiente de respeto, al igual que ponerse en pie cuando el alcalde entraba al salón de plenos.
María Ángeles Fernández Cortabarría (PSOE) fue una de las dos mujeres que entraron en la Corporación y su percepción es algo distinta. Como mujer vivió “una pelea dentro del partido para que se tuvieran en cuenta nuestras opiniones, pero sabíamos que estábamos haciendo historia”. A su entender, las relaciones con la oposición no fueron tan buenas: “No habían asumido la democracia, y la dictadura se veía reflejada en algunos comportamientos”, censura.
Antonio Muñoz Cuenca (PSA) insiste en “el sentido de la responsabilidad que tuvo aquella primera Corporación”, y concluye que pese a las diferencias políticas las discusiones “eran muy puras, porque creíamos que íbamos a hacer grandes cosas, y en ellas primaban la ilusión y el compañerismo”.
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