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La libertad de los valientes

Esteban (PCE), Cadelo (UCD), Peralta (PSOE) y Paulete (PSA) cuentan que en la primera corporación democrática de Algeciras había que hilar fino para no herir sensibilidades. Los temores se apartaron

David Lendínez / Algeciras

03 de abril 2009 - 09:21

Los dirigentes municipales de la primera corporación democrática de Algeciras (1979-1983) coinciden en que durante los primeros años había que hilar muy, pero que muy fino para no herir sensibilidades. El que fuera el primer alcalde democrático de la ciudad, Francisco Esteban Bautista, recuerda que para no levantar ampollas consensuaron en un acuerdo plenario quitar los nombres de las calles que se referían a personas que intervinieron en la Guerra Civil. La vía José Antonio se mantuvo porque a él no le dio tiempo a participar en la contienda. “Por ser respetuosos con el acuerdo lo tuvimos que dejar”, indica. Tuvieron que aplicar el ingenio para hacer de la avenida Generalísimo Franco la de Fuerzas Armadas y de la plaza del Generalísimo la Plaza Alta, que era como la gente la conocía.

De picaresca ya andaban curtidos los primeros políticos democráticos que venían de la clandestinidad. En aquel tiempo los partidos se financiaban con loterías y en las casetas de las ferias. El Partido Comunista jugó con las palabras para estar presente. Estaba detrás de la de Los Peces, por aquello del PC. Esteban cuenta en su infinito anecdotario que las losetas de la calle Ancha tienen formas de peces y son rojizas. Manuel Paulete, concejal del Partido Socialista Andaluz, indicó que crearon la del Al-Andalus.

Esteban, Paulete, Antonio Peralta (PSOE) y José Ángel Cadelo (UCD) formaron parte de aquella corporación histórica que se constituyó en 19 de abril de 1979. Los cuatro coinciden en la palabra ilusión para definir aquella etapa. “Fue el día más grande de nuestra vida”, dice Esteban. “Era una nueva forma de gobernar, un nuevo sistema político, del que no sabíamos el resultado. Había mucha ilusión”, complementa Cadelo. “Lo recuerdo con alegría y con nostalgia. Veníamos de la clandestinidad con mucha capacidad de sacrificio, esfuerzo y nunca remunerado. Este tipo de personas produjo en España la mejor clase política que ha tenido y que va a tener en mucho tiempo. Eso tuvo su reflejo en la forma de gestionar los ayuntamientos”, reflexiona Peralta.

Una sorpresa fue que el Partido Comunista se hiciera con la victoria en las primeras urnas en que todo el pueblo podía introducir su papeleta. Sacó 8 concejales, seguido de UCD (7), PSOE (6) y PSA (4). Hubo un tripartito de la izquierda y UCD se quedó en la oposición. A pesar de estas distinciones, todos los concejales tenían una delegación, incluido el propio alcalde. “Se tenía otro concepto de la democracia. Teníamos más ilusión. Íbamos de verdad al servir al pueblo, a los que nos habían votado. Había mucha autonomía en las delegaciones”, explica Esteban. “Lo que no había era mucho dinero y había que agudizar el ingenio”, enlaza Paulete. El andalucista, titular del área de Playas, recuerda que se encontró que se sacaba la basura con un carro y un burro y cuando alojó en su casa a la persona que enseñaba cómo se manejaba uno de los primeros tractores que se incorporó. “Fue un inicio con pocos medios, pero con mucha ilusión. Había mucha voluntad”.

Voluntad, pero también bisoñez. Esa falta de experiencia se demostraba en plenos que duraban pasadas las doce de la noche. “Había falta de dinero, pero con ilusión se hicieron muchas cosas. Por ejemplo era un logro pintar un paso de cebra frente al mercado de la Victoria o colocar una señal de tráfico”, informa Peralta. Y no precisamente porque no hubiera acuerdos, sino porque no había dinero. El presupuesto del primer ayuntamiento democrático fue de 350 millones de pesetas.

También buscaron limpieza. Los concejales no podían ser parte de los expedientes en los que tuvieran relación y si el hijo de un edil se presentaba a unas oposiciones su padre debía renunciar a su acta. “Se miraba todo con lupa”, señala Paulete. En este punto Peralta rinde un homenaje a Luis Soler. “Fue de los pocos concejales de Urbanismo que después de dejar la delegación estaba más pobre que cuando empezó”.

El socialista recuerda que era una época de sacrificios y tal vez por el esfuerzo que supuso llegó el desencanto. “Era difícil significarse en aquel tiempo. Significarte en política, y más en el bando de la izquierda, era no encontrar trabajo, que la familia no te entendiera y riesgos personales”.

Sostienen que la sociedad estaba preparada para la apertura democrática por el caldo de cultivo anterior. “No hubo un gran cambio, porque ya en 1976 cambiaron muchas las cosas”, señala Cadelo, alcalde predemocrático (1976-79). “Nos habíamos metido en todas las organizaciones culturales, vecinales y deportivas. Los íbamos preparando. Los rojeritos hemos sido valientes en decir las cosas, aunque nos costaba mucho escoger a la gente. ¿Quién iba a venir en el PCconmigo?”, se pregunta el primer alcalde. Peralta considera que el que más cómodo lo tuvo fue UCD. “Estaba creado desde el funcionariado; para la parte del progreso, la roja, era complicada. Había información y ganas de modernizar el país. Había ganas de cambio”.

Y el cambio llegó encabezado en la figura de Francisco Esteban. “Eras una persona que tenías tirón, te habías movido en la clandestinidad”, reconoce Paulete en presencia de Esteban y Peralta. El último replica: “La verdad que competir con Paco en aquella época era difícil”. “Hoy todavía me los cargo”, bromea el aludido.

Rememoran que había expectación, a pesar de que la estadística dice que sólo votó un 49,3 % del censo electoral. Desconfían del aquel dato. “Era un censo inflado porque antes las ayudas del Estado eran de acuerdo al número de habitantes, entonces los ayuntamientos lo que hacían era abultar los números. La gente tenía miedo, pero lo tiene ahora después de 30 años de democracia”, concluye Esteban. Cadelo incluye otra razón: la de que la gente no estaba acostumbrada a las votaciones.

Para que este sistema evolucionara no se tuvo en cuenta del pasado. “No queríamos que el paso fuese violento. Nosotros no aprobamos ni un solo expediente a ningún funcionario municipal. Les advertimos que lo que hubiesen hecho antes no lo íbamos a tener en cuenta y que ahora estaban al servicio del pueblo. No hubo medidas”, precisa Esteban.

El pasado lo miran con añoranza y sonríen con la valentía que mostraron. Esteban trabajaba en la Renault y cada por tres observaba que la Brigada lo vigilaba desde la puerta. “Era una ilusión un poco inconsciente porque no sabíamos el riesgo que corríamos. La ilusión era superior al riesgo”. De ahí que cuando analizan el presente lo miran con un poco de desesperanza. “Nos hemos dejado muchas ilusiones detrás. Cuando entramos en el ayuntamiento pensábamos en otra clase de democracia”, prosigue Esteban. “Ha primado más el mercantilismo. Hoy un concejal cuesta tanto y el que tenga dinero lo sacará”, intercala Paulete. “Quizás no vayamos todo lo bien que debería”. Lo dice Cadelo, que renunció a su concejalía cuando los ediles acordaron ponerse un sueldo y cuando vio que las opiniones de los partidos prevalecían a la de las personas. “Entendía la política no como una profesión, sino como un servicio a la sociedad”. Más dolido se muestra Peralta, que no soporta a los que se ponen galones históricos: “Estoy desalentado con el tipo de democracia que estamos viviendo. Aquella no es por la que luché y peleé. Ni en el peor de los casos podía pensar que se dieran regímenes como pasa en Madrid con Aguirre (Esperanza) o en Andalucía con Chaves (Manuel). Tampoco me imaginé tanto político en la cárcel, tanto sinvergüenza suelto. Para este tipo de gente no me sacrifiqué”.

Creen que haría falta poner como tope dos legislaturas. “Es fundamental para la salud de la democracia porque hay personas que cuando pasan de los ochos años se creen que están ahí por la gracia de Dios y se olvidan”, apunta Peralta. Y cuando se menciona a Dios a Esteban le salta una alarma. “Hablando de Dios, otra cosa que hay que hacer es la separación definitiva de iglesia y Estado. Cada vez se les da más dinero (por la primera) y cada vez protestan más. Y no hay que olvidar que el dinero es nuestro”. También critica la actual ley electoral y la historia que se cuenta. “Veo en los libros que parece que la historia de España terminó en 1936 y que luego no pasó nada”.

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