José Manuel Martín: “Ponemos la investigación al servicio del desarrollo”
Entrevista al director del Instituto de Investigación en Desarrollo de la Universidad Loyola
El responsable de la Fundación ETEA-Instituto de Desarrollo acaba de ser reelegido. El curso 20/21 la entidad impulsó 26 proyectos en 14 países
La vocación de la Universidad Loyola con el desarrollo regional es firme y se gestiona a través de la Fundación ETEA, encabezada, tras su reciente reelección como director del Instituto de Investigación en Desarrollo, por José Manuel Martín, que en esta entrevista nos detalla la labor de la entidad.
–La conexión entre el mundo de la empresa y el de la Universidad siempre ha sido escasa ¿diría que eso ya ha empezado a cambiar?
–La conexión empresa-universidad, más que escasa, ha estado muy delimitada al ámbito de la formación en competencias profesionales y la incorporación laboral del alumnado egresado universitario. De todas formas, ya hace años que la relación de las empresas con las instituciones universitarias y centros de investigación empezó a trascender a otros ámbitos de colaboración, especialmente en el ámbito de la RSE y la investigación aplicada.
–¿Por qué la Universidad Loyola ha decidido implicarse en el ámbito del desarrollo con el programa de doctorado, la revista científica y otras iniciativas?
–Bueno, realmente nuestra universidad, siguiendo la misión de la Compañía de Jesús, ha estado siempre implicada en el desarrollo. Ya en su origen como Escuela Superior de Técnica Empresarial Agrícola (ETEA), en el año 1963, la institución se enfocó a contribuir a la mejora del contexto rural andaluz. Luego, en 1988, se comenzó un intenso programa de cooperación universitaria con las universidades jesuitas centroamericanas, que abrió las puertas a proyectos de colaboración para impulsar el tejido empresarial. El auge de los programas de cooperación internacional nos condujo a crear en 2002 la Fundación ETEA, con el fin de mejorar la gestión de la actividad. Esta experiencia nos ha permitido posicionarnos como un actor universitario relevante en materias como el desarrollo rural, la integración regional o el diseño y evaluación de políticas de desarrollo, siempre con una perspectiva de transferencia de conocimiento, fortalecimiento institucional y enfoque de capacidades. La creación de la Universidad Loyola en 2010 supuso la incorporación de nuevas disciplinas como ingeniería, comunicación, psicología, relaciones internacionales, derecho…, con personal docente e investigador que deseaba colaborar con su conocimiento experto en la mejora de los territorios más desfavorecidos. Con esta idea en la mente, en 2017 la Fundación ETEA se convirtió oficialmente en el Instituto de Desarrollo de la Universidad Loyola. Y en este punto estamos, trabajando para poner la investigación al servicio del desarrollo.
–Ha sido reelegido como director de la Fundación ETEA-Instituto de Desarrollo de la Universidad Loyola ¿Qué supone para usted?
–Un honor y una enorme satisfacción. Puedo decir que está siendo la mejor etapa de mi vida profesional por varias razones; en primer lugar, dirijo una institución que mantiene viva la herencia de aquellas personas que hicieron posible lo que hoy es el Instituto de Desarrollo; personas que dieron lo mejor de si mismas y que nos animan a seguir trabajando para transformar un mundo herido. Por otra parte, la enorme calidad de los equipos; todos aquellos que hacen factible que la Fundación sea lo que es, tanto su personal interno directo como todos los investigadores de grupos de investigación que nos apoyan sin descanso. Finalmente, la satisfacción de acompañar a la Universidad en su objetivo de impulsar la investigación en este ámbito y la alegría que uno siente de colaborar con la misión de la Compañía de Jesús en el mundo en su decisión de caminar con los más pobres y desfavorecidos de la tierra.
–¿Qué retos se plantea en esta nueva etapa?
–El Instituto de Desarrollo-Fundación ETEA ha hecho suyo el compromiso de la Universidad por la investigación en desarrollo y ha establecido líneas de actuación que permitirán “que la Fundación sea instrumento de investigación para potenciar la voz de Loyola en el desarrollo, tanto en la red de universidades de la Compañía de Jesús como en otros centros académicos y de investigación nacionales e internacionales”. La institución pretende mantener y reforzar su posicionamiento como entidad experta en la articulación multinivel de políticas en los territorios, así como continuar con su papel de socio académico preferente de organismos internacionales con enfoque regional en desarrollo y socio universitario clave de la Cooperación Regional española con Centroamérica.
Transferencia de conocimiento
–Tienen como bandera la transferencia de conocimiento y asistencia técnica entre Andalucía, América Latina y Asia ¿En qué sectores?
–Nuestro compromiso con la región centroamericana ha sido especialmente relevante. En nuestra larga relación con el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) podemos mencionar hitos como el Programa de Capacitación para funcionarios del SICA o las asistencias técnicas vinculadas a las políticas regionales, como la Política Agrícola Centroamericana o la Estrategia Centroamericana de Desarrollo Rural Territorial (Ecadert). El ámbito del desarrollo rural territorial representa otro sector de gran tradición institucional, con especial incidencia en el fortalecimiento de las pequeñas producciones agrícolas y de las capacidades de gestión de los grupos de acción territorial y organizaciones de la sociedad civil.
–¿Qué puede aportar la experiencia agrícola andaluza a esas otras latitudes y viceversa?
–En mi opinión, el legado de la antigua ETEA en el ámbito del sector agrario y el desarrollo rural se mantiene plenamente vivo. El proceso de acompañamiento de ETEA al mundo rural andaluz está lleno de grandes iniciativas y proyectos que han marcado un camino de estrecha colaboración, no solo con la Administración Pública central y Autonómica sino con universidades e instituciones vinculadas al sector agrario y del desarrollo rural. Organizaciones agrarias como Asaja y los grupos de desarrollo rural han sido interlocutores habituales. En el ámbito agrario, hemos acompañado a la Junta de Andalucía en la ejecución de grandes proyectos orientados a establecer sendos diagnósticos de la situación socioeconómica de la agricultura andaluza durante más de 20 años y a evaluar el impacto de las diferentes reformas de la PAC sobre nuestro sector.
–¿Qué programas están desarrollando en común actualmente?
–Una de las líneas más potentes de nuestra Universidad, liderada por el área de ingeniería, ha sido capaz de incorporar procesos innovadores en agricultura inteligente en Honduras y Paraguay. También continuamos apoyando al occidente hondureño en la mejora de la calidad de vida de familias productoras de cacao y café. Adicionalmente, en Paraguay hemos comenzado a trabajar en el desarrollo de la agricultura orgánica campesina para la recuperación económica y la reactivación productiva.
Financiados desde Andalucía
–Realizan algunos proyectos financiados por la Agencia Andaluza de Cooperación al Desarrollo, ¿puede destacarnos algunos?
–Resulta difícil destacar solo algunos, tras quince trabajando con la cooperación andaluza, pues han sido muchos los proyectos financiados por la Aacid en América Latina, Magreb o Andalucía. En Honduras tenemos una larga trayectoria de trabajo con productores de pequeña escala para mejorar sus ingresos a través de técnicas agrícolas más productivas y sostenibles, con énfasis en la calidad, y de la comercialización a nivel nacional e internacional. También es destacable la apuesta por el fortalecimiento de la Denominación de Origen Café Marcala.
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