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Ya lo decía el gran filósofo estadounidense Noam Chomsky , una de las figuras más destacadas de la lingüística y teorías cognitivas del siglo XX: “Nunca fui consciente de cualquier opción que no fuera la de cuestionar todo“. Y es que cuestionar y aprender a discernir es una de las principales claves para darnos cuenta de que podemos estar siendo manipulados.
La manipulación es el arte de persuadir usando las debilidades ajenas para obtener poder o un objetivo codiciado de forma premeditada.
De niños instintivamente ya manipulamos, por ejemplo, en forma de llanto para recibir lo que deseásemos. Esta manipulación inconsciente va desapareciendo a medida que vamos creciendo y adquiriendo otras habilidades que nos permiten obtener lo que queremos sin necesidad de actuar. Sin embargo, en edad madura, personalidades más ególatras, frías y con una conciencia muy limitada, hacen de la manipulación un medio de vida .
Ante una manipulación nos podemos sentir muy solos y desconcertados, por lo que el primer requisito indispensable para protegernos ante una manipulación, es creer en nosotros mismos.
Para darnos cuenta de que estamos siendo manipulados hemos de creer en nosotros mismos. Ser conscientes de cuales son nuestros valores y comportamientos para intuir u oler que alguien nos está liando, mareando, o en definitiva manipulado.
Hay personas diferentes, con poca o nula conciencia que simplemente se prioriza y usa a las personas para conseguir sus objetivos.
Las máscaras son aquellas caretas que usamos bajo nuestro personalidad para aparentar lo que no somos a cambio de conseguir un objetivo o fin.
Cuando tengas dudas sobre alguien obsérvale desde la distancia. Estudia cómo se comporta con otras personas y cómo actúa contigo. El objetivo es desenmascararlo. Generalmente el manipulador usa a quien considera más débil, bonachón o fácil de convencer.
Además de las diferentes máscaras que usa todo manipulador, una estrategia, plan premeditado y estudiado con anterioridad básica de todo manipulador es el juego de la zanahoria.
El juego de la zanahoria consiste en crearte expectativas sobre algo que te pueda interesar. Va minando tu mente creándote ilusiones de darte aquello que deseas a cambio de… Este juego simula la colocación de la zanahoria atada a tu cuerpo a través de un palo y una cuerda, la vas imaginando entusiasmado pero nunca la consigues alcanzar. Cada vez que la solicitas porque hayas hecho algún logro de lo acordado, siempre hay una justificación o excusa o un “no es suficiente” o “no es el momento”, de tal manera que te tenga detrás de la zanahoria sin llegar a conseguirla nunca, pero mientras, el manipulador juega con tus expectativas, tiempo e ilusiones. La zanahoria nunca se llega a alcanzar, y si no les queda otra opción que ceder en algo, dan la migaja, el rabillo verde, ni por asomo la zanahoria.
En definitiva, todos somos susceptibles de ser manipulados. Si encuentras a una persona así lo mas importante es desenmascararla. No pretendas ser su “amigo”, ni cambiarlo. Mantén las distancias y evita el contacto. Cuando te des cuenta se centrará en otra víctima y te habrá dejado en paz. Mantén amistades auténticas y entornos saludables.
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