Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Inventarios de diciembre (4). Desigualdad
Medio ambiente
Doñana no es ya una muestra de lo que era el mundo sin el hombre, sin que el hombre dictara cátedra sobre él. Ya no es la reserva natural donde el hombre tenía su sitio y no era el mamífero dominante. Ya no, el hombre ha dejado de ser ya un eslabón más en la cadena ecológica. La gente de la comarca, alarmada por la situación, ve su futuro en huida. Y no sólo es la sequía la que seca Doñana, que también, claro, dicen una y otra vez los vecinos, sino el exceso de agua que se lleva la agricultura, la contaminación y los efectos del cambio climático. De ninguna de las tres cosas está ajeno el ser humano. De una valla se sirve el Parque Nacional para separarse del hombre; Doñana se ha convertido en un paraíso cualquiera.
Doñana, Andalucía o España llevan unos 5.000 años siendo modificadas por la acción del hombre, desde que apareció la agricultura. No hay un rincón en el planeta donde la presencia del hombre haya sido inocua. En la marisma, en el entorno del Parque Nacional, se cultivan herbáceas que requieren una gran cantidad de agua, la que no llega después de un periodo insólito de casi una década de sequías. "Doñana se está muriendo por la anemia, por la usurpación de los cauces del agua que nutrían esto, y las administraciones se desentienden de la agonía", explica un vecino de Isla Mayor que sirve de guía entre una marisma cuarteada y adivinando qué tejedor se ha posado sobre un cable de luz.
"En los parques públicos de las ciudades se ven más animales que en Doñana", explica este vecino de la comarca, que desde su coche enseña la muestra más evidente del descenso alarmante de especies animales en una marisma atravesada de canales, diques y drenajes. Santiago, que es el nombre ficticia de este hombre de Isla Mayor, conduce su todoterreno a través del Brazo de la Torre, que es uno de los cauces clave para la inundación de la marisma. "El parabrisas está limpio", observa Santiago, "esta luna habría estado hace unos años negra como el zaíno de tantos insectos que poblaban los humedales".
El Brazo de la Torre, meandro del Guadalquivir y arteria principal en las inundaciones junto al cauce del Guadiamar, cruza seca la marisma desde hace demasiados años. Hace más de un siglo, Luis Felipe Roberto, duque de Orleáns y aspirante al trono de Francia, solía venir a Sevilla para dirigirse directamente a la marisma, bajando el Guadalquivir, pasando ante el Puntal, remontando el Brazo de la Torre antes de adentrarse en el humedal. Ahora, el brazo se ha desangrado y sufre gangrena entre la playa de San Isidro y la entrada al Parque Nacional por el Matochar y el humedal ya no da sentido semántico a su nombre.
Este brazo del río, cerrado con diques y casi cegados por las tierras aluviales, provoca la anemia en Doñana. El año pasado, el Tribunal de Justicia de la UE condenó la gestión del espacio natural llevada a cabo por el Reino de España, criticando la falta de control sobre las detracciones de agua de agricultores y turistas. Ahora, este año, Bruselas ha vuelto a elevar a la Justicia europea el caso de Doñana. Esta vez las multas pueden ser millonarias y es la Comisión Europea la que avisa.
En el camino, mientras guían por Entrediques, los vecinos evocan historias misteriosas de Doñana. Están los cebros, que fue el origen de los équidos de la zona; están las siestas en el carrizo; los edificios financiados por la Unión Europea, aparentemente abandonados después de la inauguración. Y el Centro de Visitantes José Antonio Valverde está vacío de turistas y desolado por la falta de vida. "¿La sequía?", dice un vecino para mencionar la única explicación que aportan las administraciones a la hora de valorar la escasez de agua. "Dale con la sequía... Pero si han destruido los cauces con los depósitos estivales del agua", dice David.
"Las venas y arterias que irrigan la vida de Doñana están siendo destruidos y las Administraciones ni se inmutan", se queja David, que es un vecino de Villamanrique y que no alcanza a comprender cómo puede ser que sea el Estado el que infrinja la ley. Los vecinos se alborotan. Señalan una posible balsa para de un kilómetro. "Para el cultivo sí, pero nada para el parque", refiere David, que nombra el Real Decreto-ley de 1999. Las 30.000 hectáreas de las marismas del Guadalquivir han sido destruidas, explican los vecinos de la comarca, las 25.000 hectáreas del Parque Nacional mueren por la destrucción y ocupación del agua y los cauces, unido a la colmatación y envenenamiento por los pesticidas. Y el agua que debía entrar a las marismas se destina a docenas de balsas para el riego... resume la gente de la comarca.
El decreto ley fue aprobado hace la friolera de 23 años. Desde entonces, desde hace más de dos décadas, las espátulas y los martinetes no pueden hacer sino esperar silbando a que se cumpla la ley.
El Gobierno de España y la Junta de Andalucía han acordado el envío a Bruselas de un documento que incluye la adopción de políticas urgentes para evitar que sancione con multas millonarias al Reino de España. Bajo la presión del Ejecutivo comunitario, más afecto al medio ambiente, las dos administraciones españolas ha propuesto una veintena de medidas, según adelanto El País. La Junta de Andalucía centra su acción en la creación de un grupo de trabajo científico que tendrá como objeto aclarar los efectos que sobre la ecología de Doñana tiene la galopante escasez de agua superficial y subterránea en la zona, al igual que un estudio para constatar las consecuencias de las extracciones de agua —legales e ilegales— a los hábitats protegidos. El PP, partido del Gobierno de la Junta, ha reiniciado en el Parlamento andaluz el proyecto legislativo que frustró el adelanto de las elecciones andaluzas. Entre las acciones que ha asegurado el Gobierno central acometerá en torno a la escasez hídrica en Doñana, figugran la la transferencia de aguas superficiales desde la cuenca de los ríos Tinto y Odiel al del Guadalquivir, la nueva depuradora de Matalascaña, donde se cerrarán dos sondeos.
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