La exhumación de Queipo de Llano y Bohórquez en la Macarena: cinco horas y media para cumplir con la ley
Memoria histórica
Los trabajos se han desarrollado por la noche con total discreción y sin demasiado revuelo mediático
Agentes vestidos de paisano estuvieron vigilando la zona para evitar incidencias
Los restos de Queipo salieron entre aplausos de los familiares y gritos de la asociación memorialista
La Hermandad de la Macarena pide que tras la exhumación nadie la utilice ya con "fines partidistas"
Con nocturnidad y total discreción. Uno de los objetivos de la Hermandad de la Macarena era que la exhumación de los generales Gonzalo Queipo de Llano y Francisco Bohórquez no se convirtiera en un espectáculo mediático como lo ocurrido en el Valle de los Caídos, en 2019, con los restos del dictador Francisco Franco. Así ha sido.
Sí es cierto que ha habido cámaras de televisión, fotógrafos y periodistas, pero estos han sido casi los únicas personas apostadas junto a la puerta principal de la basílica durante el tiempo que duraron los trabajos. No se han producido altercados ni movilizaciones en el exterior del templo. Sólo a la salida del vehículo que transportaba los restos de Queino se escucharon aplausos por parte de los familiares y gritos de la presidenta de la asociación memorialista. La Ley de Memoria Democrática, en vigor desde el pasado 19 de octubre, se ha cumplido en menos de cinco horas y media.
Todo se ha realizado según había anunciado la corporación religiosa la semana previa. "Escrupulosamente" y al inicio de noviembre. La hermandad quería pasar página cuanto antes con este asunto tan espinoso que la ha situado los últimos años en un escenario de confrontación política indeseado, de ahí que ahora, una vez cumplida la ley, exija que se le saque de cualquier debate ideológico.
Trabajos de exhumación
Los trabajos para la exhumación de los restos mortales de los generales (también se sacaron los de Genoveva Martí, esposa de Queipo de Llano) comenzaron a las 21:00 de este miércoles y concluyeron a las 2:20 de este jueves, 3 de noviembre de 2022. La corporación contaba desde la semana pasada con la carta enviada por la Secretaría de Estado de Memoria Democrática en la que le ordenaba cumplir con la nueva ley gubernamental, por la que los enterramientos de Queipo y Bohórquez no podían seguir ocupando un lugar destacado dentro de un templo que, pese a ser propiedad privada, se considera de proyección pública. El jueves 27 de octubre se recibió el protocolo de actuación y seis días después se ha dado cumplimiento a la orden.
A las nueve de la noche llegaban los familiares de Queipo y Bohórquez. La mayoría lucía ropa oscura y entraba al templo por el acceso lateral de la calle San Luis, a una hora en la que los bares de la zona estaban repletos de clientes en los veladores. Algún miembro había asistido a la última misa de la tarde. No tardó mucho en escucharse el ruido de las taladradoras en el interior de la basílica. La exhumación se había iniciado.
La hermandad no había enviado todavía ningún comunicado ni había avisado a los fieles del cierre del templo al día siguiente. Una fuente cercana a la corporación confirmaba a este periódico que los trabajos se desarrollarían durante la noche y se prolongarían "varias horas" para que por la mañana estuvieran acabados. En ellos debían estar presentes un forense y los familiares de los generales, con los que se había acordado la actuación.
Francisco Bohórquez fue el primero en salir
Conforme avanzaba la noche, empezaron a llegar medios de comunicación a la explanada que antecede a la basílica. Cámaras de televisión y fotógrafos se apostaban delante de la verja para intentar captar alguna imagen. Por el momento, sólo podían grabar el sonido del martillo hidraulico, que se escuchaba muy al fondo. Hasta las 23:45 no apareció el primer coche fúnebre, una berlina negra, de la empresa funeraria Mémora, que accedió al interior del templo. Apenas seis minutos después lo abandonaba. En su interior trasladaba los restos de Francisco Bohórquez Vecina, quien fuera hermano mayor de la Macarena desde la guerra civil hasta 1955, año de su óbito. La Secretaría de Estado de Memoria Democrática lo acusa de ser auditor de guerra y de haber firmado ejecuciones de muerte.
Bohórquez se encontraba enterrado a los pies del presbiterio, una zona que desde hace tiempo permanece cubierta por una alfombra, de ahí que muchos de los periodistas presentes se hicieran eco de las fotografías colgadas minutos después en Twitter por el bisnieto de este general, Manuel Campbell Bohórquez, en las que aparece la lápida que ya es historia.
En ella se podía leer: "Aquí yace el Exmo. Sr. D. Francisco Bohórquez Vecina. Consejero Togado. Hermano mayor inolvidable de esta hermandad. A su gran devoción por la Stma. Virgen se debe toda la grandeza de este templo y el auge de esta cofradía. Descanse en paz su alma. Sevilla, 10 de noviembre de 1955". Durante su mandato se construyó la basílica, después de que la hermandad permaneciera durante la posguerra en la Iglesia de la Anunciación al haber sido incendiada por el bando popular su anterior sede canónica, San Gil.
Poco después salieron los familiares de Bohórquez. Entre ellos se encontraba otro bisnieto, el sacerdote jesuita Antonio Franco Bohórquez.
Volvió a escucharse la taladradora dentro del templo. En esta ocasión el ruido estaba más cercano a la puerta principal y era perceptible desde la calle San Luis. Se estaba actuando ya en las sepulturas de Queipo y su mujer. Durante las horas de espera, pasada ya la medianoche, varias patrullas de la Policía Nacional se acercaron a la zona para comprobar que no se producían altercados. Incluso había algunos agentes, vestidos de paisano, a escasos metros de los periodistas.
Familiares y memorialistas en el exterior de la Macarena
También acudió a esta explanada Paqui Maqueda, presidenta de la Asociación Nuestra Memoria, que estos años ha convocado varias manifestaciones en este enclave pidiendo la exhumación de Queipo, con el fin de reparar la memoria de las víctimas de la guerra y de la represión franquista. Permaneció hasta último momento en la zona y pidió un cigarro a los allí presentes para calmar los nervios ante la confirmación de una actuación "largamente esperada".
Poco antes de la una de la madrugada se dejaron de escuchar los taladros en el suelo. Hasta la puerta de la basílica se acercaron varios indigentes -uno de ellos vendiendo ramos de flores- y alguna que otra turista despistada que preguntaba a qué se debía la presencia de los medios de comunicación a esas horas allí. La atención se fijaba en cualquier detalle que pudiera verse por las ventanas o intuirse bajo la puerta.
En un momento de la noche se encendieron las luces del acceso all museo. Se podía ver a varios familiares de Queipo hablando con un oficial de la junta de gobierno de la Macarena. Uno de los descendientes del general portaba un crucifijo de cierto tamaño entre las manos, similares a los que colocan encima de los féretros. En cuanto advirtieron que los periodistas se habían percatado de su presencia, apagaron de nuevo las luces.
Dentro del atrio sólo había aparcado un coche, de color blanco. Durante las horas de espera se especuló sobre a quién pertenecía. Luego se supo que era del mayordomo de la Esperanza, Enrique Espinosa de los Monteros, al que algunos periodistas habían confundido con el representante del Estado que debía estar presente en dicha actuación.
Salida de los restos de Queipo y su esposa
A la 1:23 llegó el segundo coche fúnebre. También de Mémora. En este caso se trataba de una furgoneta blanca que, tras una maniobra, entró en el interior de la basílica. Lo único que pudo verse era una lona negra que tapaba la zona de actuación. Poco después volvieron a escucharse los taladros. Pasó el camión de la basura y se acercaron dos vecinos, uno de ellos con un perro cuyo ladrido repentino provocó el susto (y grito) de una periodista.
Poco después de las dos de la mañana los familiares de Queipo salían de la basílica por la puerta lateral de la calle San Luis. En su interior habían estado unos 30 miembros. La mayoría de ellos esperaban para coger un taxi delante del arco de la Macarena. Otros se quedaron a las puertas de la basílica para ver salir el vehículo que trasladaba los restos del general y de su mujer, lo cual ocurrió a las 2:20 de la madrugada, cuando el frío ya se había hecho sentir entre los presentes y se requería ropa de abrigo.
Momentos de tensión
La furgoneta blanca abandonaba una basílica totalmente a oscuras, con la intención de que ninguna imagen captara su interior. El vehículo fúnebre, con las luces cortas encendidas, atravesó el atrio y se dirigió hasta la Resolana rodeado de fotógrafos y cámaras de televisión. No se sabía su destino, como tampoco con los de Bohórquez.
En ese momento, algunos descendientes de Queipo (sobre todo mujeres) comenzaron a aplaudir como forma de despedida y homenaje (se oyó un "¡Viva Queipo!"), lo que propició que Paqui Maqueda, presidenta de la asociación memorialista, empezara a nombrar en alto las víctimas de la represión franquista. "¡Honor y gloria a las víctimas del franquismo!. Ayer, hoy y siempre", gritaba Maqueda con voz entrecortada por la emoción. Desde un coche se pudo escuchar a un familiar de Queipo lanzarle un improperio: "¡Cállate, pedazo de puta!" .
El único momento de tensión
Fue el único momento de tensión que se vivió en la noche, sin que pasara a mayores. Pocos minutos después los periodistas allí presentes abandonaron la zona. Dentro del templo volvían a encenderse las luces. Todo debía quedar decoroso para que al día siguiente la Virgen de la Esperanza siguiera recibiendo la oración de sus devotos.
Un policía, vestido de paisano, preguntó a un fotógrafo y a un redactor por cómo había ido la noche y si ya no existía riesgo de incidencia. A las 3:25 la hermandad envió un comunicado explicando que se había cumplido con la ley y pidiendo quedar ya al margen de cualquier debate político e ideológico. Nada aclaraba sobre si ha tenido que correr finalmente con los gastos de estos trabajos, que en cinco horas y media habían dado fin a una polémica avivada hace 15 años. Todo se hizo con máxima discreción y cuando la ciudad dormía. O lo intentaba.
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