El fin del peaje llega tras casi medio siglo de cobros y 26 años de prórrogas
La liberalización de la autopista Sevilla-Cádiz
Los últimos datos cifran en 62 millones de euros los ingresos directos por parte de los usuarios
La medida se vende de nuevo como triunfo político, ¿lo es?
Sesenta y dos millones de euros dejarán de pagar este año que entra los usuarios de la autopista Sevilla-Cádiz, sin duda, la más amortizada de Europa. Justo después de las campanadas de fin de año, esta noche las barreras se levantarán y circular por esta vía de 86 kilómetros que une la dos provincias será gratis tras 48 años de pago ininterrumpido. Casi medio siglo y tres prórrogas que suman 26 años para la desesperación de los usuarios y los vecinos de una comarca que hoy festejan un liberalización “de justicia” pero, todavía incrédulos, temen que esta medida sea reversible a corto plazo.
Las barreras de la autopista Sevilla-Cádiz debieron levantarse en 1993. Es lo que se acordó en el contrato de construcción, conservación y explotación que se firmó en 1969 por 24 años entre el Gobierno y la empresa concesionaria, Bética de Autopistas entonces, que luego fue absorbida por Aumar y ahora pertenece a Abertis. Pero sólo seis años después de que se pusieran en servicio los primeros tramos, cuando el negocio todavía no había despegado, el Gobierno de Adolfo Suárez anunció ya el primer aplazamiento y la fecha de expiración de la concesión se fijó en abril de 1999. Pero 13 años antes, el Gobierno ya en manos de Felipe González aprobó otra demora con poca propaganda: mantener el pago siete años más, lo que retrasaba el momento de la gratuidad a 2006. No conforme con ello, con José María Aznar al frente del Ejecutivo, en 1997, cuando la autopista tendría que haber estado amortizada según los planes iniciales, se aprobó una tercera prórroga que garantizó el peaje hasta 2019.
Decisiones políticas con intereses claramente políticos. El último aplazamiento fijado por Aznar vino acompañado de una rebaja en las tarifas, a modo de compensación, que ayudó a disaprar el tráfico para satisfacción también de la empresa concesionaria. Ya en ese momento el peaje de la autopista Sevilla-Cádiz se había convertido en un auténtico culebrón compartido por gobiernos de distinto color político, un argumento ideal para promesas electorales que ahora se vende como un triunfo político.
Pero la liberalización es sólo fruto del cumplimiento de un plazo que expira, tres prórrogas que suman más años que el periodo estipulado para liberalizar el peaje cuando la autopista comenzó a contruisrse. Si hubiera habido una nueva demora sí se podría haber vendido como un tremendo fracaso del Gobierno de turno.
Políticamente la autopista ha sido utilizada. Los más veteranos en la AP4 recuerdan cómo el peaje del Puente Carraza se eliminó justo cuando los ingresos iban, en un 50%, para el Ayuntamiento de Cádiz. Un detalle que tal vez obviaron muchos gaditanos. Luego, para sorpresa de la mayoría, Manuel Chaves, durante su presidencia en laJunta de Andalucía, decidió liberar por su cuenta el peaje de Jerez, que entonces costaba poco más de un euro. Con el dinero de todos los andaluces, la Junta rescató un tramo de una carretera que era y seguiría siendo estatal, una decisión aplaudida en la provincia de Cádiz, operación que ha supuesto un desembolso de 125 millones de euros de las arcas públicas a favor de la concesionaria y que termina de pagarse este año.
¿A cambio de qué? El acuerdo de Chaves y con el Gobierno de Zapatero, en Madrid, era más completo: el Estado acometería el desdoble de la carretera N-IV, a la que le quedaban 70 kilómetros entre Dos Hermanas y el aeropuerto de Jerez. Pero pasaron siete años sin noticias, un silencio que contrataba con las protesas vecinales de los pueblos del Bajo Guadalquivir que exigían una alternativa a la ya conocida como carretera de la muerte, una nacional que ha sumado en una década un centenar de muertos.
Pero pese a la gran presión social, el desdoble de esta N-IV tardó en iniciarse. Fue el Gobierno de Rajoy el que puso en obras en el tramo comprendido entre Dos Hermanas y Los Palacios y se espera que concluyan en unos meses, justo cuando circular por la autopista paralela será ya gratis.
El peaje se ha vivido últimamente en las comarcas por las que discurre la autopista como una condena. ¿Qué pasará cuando las dos autovías están operativas y sean gratuitas? El desdoble tardará en completarse y la autopista aumentará su uso y, en consecuencia, requerirá un buen mantenimiento. Las condiciones actuales son difíciles de igualar cuando Fomento, desde esta medianoche, asuma la conservación de una carretera que se cifra en más de cinco millones anuales y deje de cobrar la concesión.
El fin del peaje es un acto de justicia que da paso ahora a nuevos debates. A finales de los 60 la propagana del NoDo rezaba que las autopistas de pago era lo mejor que le podía pasar al país. La de Sevilla-Cádiz fue la primera del sur y hoy la más amortizada de Europa. Vender las ventajas de la seguridad, rapidez, comodidad... ya no basta. En los 70 el Gobierno avaló un festival de infraestructura privada construida con avales del Estado y préstamos extranjeros. ¿Quién gana y quién pierde con el fin del peaje? Se abre otro debate.
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