El furor del Ozempic agota las existencias en Andalucía
Un número creciente de andaluces recurre a los medicamentos que engañan el hambre, provocando el desabastecimiento
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
Manuela suele contar que se echaba a dormir cuando apretaba la gusa. Para la abuela Manuela, que ya es bisabuela de tres chavalillos, dormir era la mejor forma de engañar el hambre. Eran los años de la posguerra. En los cortijos de Pruna, donde Manuela vivió hasta que se casó, la privación se hacía penuria cuando empezaba a escasear la aceituna, el aceite y el pan. En el siglo XXI nadie come ya bocadillos de aceitunas y nadie duerme para engañar el hambre. Los medicamentos son más eficaces.
Hay medicamentos milagrosos. El caso de los llamados agonistas del receptor del GLP-1 es el fenómeno de la farmacología actual. Sus nombres comerciales son Ozempic, Wegovy y Mounjaro y están indicados, cada uno con sus particularidades, para pacientes con diabetes 2 y con obesidad. El éxito es irrebatible. La empresa Bidafarma ha cuadruplicado la distribución de estos medicamentos desde 2022 a 2024. “Es sin duda un hito en la farmacología moderna”, resume Reyes Ravé, especialista de Endrocrinología y Nutrición del Hospital Virgen Macarena de Sevilla.
Nada es lo mismo desde que empezaron a comercializarse estos medicamentos. La doctora Ravé, dedicada específicamente a la obesidad y la cirugía hiperbárica, afirma que su impacto “va más allá de la eficacia clínica”, pues “ha cambiado el paradigma del manejo de la diabetes del tipo 2 y de la obesidad”. Es tal la fiebre del Ozempic, por citar el fármaco más conocido, que la empresa danesa que lo sintetiza no da abasto frente a la demanda. Y en las farmacias hay desabastecimiento.
El deseo de la lámpara
Los fármacos que cuentan con la semaglutida como principio activo (Ozempic y Wegovy) y con su semejante, la tirzepatida (Mounjaro), comparten un efecto de consecuencias insondables. Quien se lo administra a unas ciertas dosis pierde el hambre. La causa es que ralentiza la digestión y provoca en el paciente una prolongada sensación de saciedad. Para muchos es el deseo del mago de la lámpara hecho realidad.
Desde ese punto de vista se entiende el furor por el Ozempic y por sus derivados. Todas serían sonrisas si no fuera porque los fármacos tienen una producción limitada y un alto coste. Y porque el Sistema Nacional de Salud solamente financia el Ozempic, indicado específicamente para el control del nivel de azúcar en las personas con diabetes 2.
La investigación farmacológica tiene estas cosas. Ideado inicialmente para regular el metabolismo de la glucosa, el Ozempic demostró una rápida disminución del peso a quienes se lo administraban. La empresa farmacéutica que tiene la patente, Novo Nordisk, procedió a comercializar un nuevo fármaco, el Wegovy, indicado exclusivamente para pacientes obesos (índice de masa corporal mayor o igual a 30) o con sobrepeso (IMC mayor o igual a 27), señala la guía de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios.
Diferentes precios
El Wegovy, sin embargo, no lo financia el Sistema Nacional de Salud y cuesta 180 euros en la presentación que va de los 0,25 mg. a 1 mg. El coste del Ozempiz, que se dispensa con un visado de inspección, es decir, con un control reforzado, es de 128,15 para el mismo segmento de la dosis. El paciente abona sólo la aportación que le asigne la Seguridad Social, como el resto de medicamentos financiados, señalan fuentes del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Sevilla. (Las presentaciones de Mounjaro, del laboratorio Lilly e indicado para la diabetes y el control del peso, son más caras.) He ahí el contratiempo. La diferencia del precio de uno y de otros ha provocado un efecto reclamo entre la población que tiene como objetivo engañar el hambre. La elevada demanda del Ozempic ha perjudicado a los pacientes diabéticos que tienes prescrito el tratamiento, el tratamiento indicado.
“Agotado el Ozempic”, avisan algunas boticas en la puerta para evitar una inútil espera del paciente inadvertido. “El problema del desabastecimiento”, señala un farmacéutico que prefiere omitir su identidad, “viene porque la gente se lo está pinchando para adelgazar. Y hay médicos que lo siguen prescribiendo como no financiado en la receta electrónica y que es para la obesidad; me lo dicen los pacientes”. Las picaresca está servida.
Para Ravé, el creciente consumo de estos fármacos revela la “mayor concienciación” sobre la obesidad como una “enfermedad crónica” y en las “complicaciones” que acarrea en materia de salud y en la “mortalidad”. No obstante, esta endocrina del hospital sevillano identifica al mismo tiempo varios “retos”, como “el acceso equitativo, la disponibilidad y el uso adecuado, según las indicaciones médicas”. El desafío está servido.
De un efecto secundario a la acción principal
Un reciente estudio que ha analizado el consumo de los agonistas del GLP-1 –Ozempic y Wegovy– ha revelado una serie de efectos secundarios inesperados entre los usuarios. Un número de ellos ha mostrado una acción beneficiosa contra la demencia y las adicciones, de un lado, y una acción perjudicial para el riñón y el páncreas, por el otro. La investigación, del tipo observacional, se ha publicado en la revista Nature Medicine. En el estudio han participado dos millones de personas que han tenido un detallado seguimiento de los síntomas mientras se administraban ambos medicamentos. Estos resultados han despertado la fantasía.
Del mismo modo que la reducción del peso fue en un primero momento el efecto secundario de un medicamento antidiabético –ha sucedido con el Ozempic–, ha cundido la esperanza de que los nuevos efectos secundarios registrados en la investigación resulten siendo el efecto principal de un futuro fármaco. La doctora Reyes Ravé, endocrina en el Hospital Virgen Macarena de Sevilla, avisa de que tales investigaciones no sugieren más que ”asociaciones”: “No establece una relación causal definitiva”, explica Ravé que, con “cautela”, estima que los posibles beneficios advertidos en el estudio “son prometedores”. Se abre una puerta a futuras investigaciones.
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