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Bernardo Montoya, una "mala hierba" carne de presidio

Caso Laura Luelmo

Bernardo Montoya se ha pasado casi media vida en centros penitenciarios siempre por hechos contra mujeres

Ingresó en la cárcel en 1997 y terminó el pasado 22 de octubre

Bernardo Montoya, en una imagen utilizada en sus redes sociales. / M. G.
Óscar Lezameta

20 de diciembre 2018 - 06:00

Huelva/Es un perfil visto y repetido, perfecto ejemplo de los errores y miserias del sistema penitenciario y judicial. Para entender la vida de Bernardo Montoya, el primer sospechoso de la muerte de Laura Luelmo, hay que saber de leyes y entender sentencias. Apenas con medio siglo de vida, se ha pasado buena parte de ella de delito en delito, de condena en condena.

El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, apenas tardó unas horas en encontrar varias. A la ya conocida del asesinato a machetazos de una anciana de 82 años que iba a declarar contra él en un juicio, hay que añadir otra por amenazas a una mujer a la que la actuación de su perro salvó de una muerte, aunque el animal terminó herido, otra por quebrantamiento de condena; una más por el robo en una casa a cuya dueña agarró por el cuello y una más por causar lesiones a otra mujer a la que intentó robar el bolso. Ésta última motivó, según el propio TSJA, “que los vecinos hayan interesado ante el cuartel y el propio Ayuntamiento mediante la presentación de escritos, mensajes y whatssap, la expulsión del acusado del pueblo” en la única manifestación de la que existe constancia gráfica en el pueblo.

Manifestación en Cortegana para pedir la expulsión del pueblo de Bernardo Montoya. / M. G.

Salió de prisión el 22 de octubre y todo hace prever que cuando hoy comparezca ante el Juzgado número 1 de Valverde, vuelva a pasar entre rejas una buena temporada. A sus años y dada la gravedad de los delitos que, previsiblemente se le imputarán (al menos asesinato y retención ilegal) parece poco probable que cuando vuelva a pisar la calle tenga vida suficiente para poder volver a agredir a nadie. Su prisión permanente, se la ganó él mismo.

Una cadena de televisión se desplazó hace algunos años a Cortegana, sin duda atraída por el rechazo de los vecinos a la presencia de alguien entre sus habitantes. En su reportaje, oportunamente rescatado en las últimas horas, alguien definía a Bernado como “una mala hierba”. El pueblo se había movilizado harto de la reiteración de los delitos de Bernardo. “El acusado se cruzó con una mujer de 85 años de edad en la localidad de Cortegana y con el propósito de apropiarse de lo ajeno, la sujetó por detrás, forcejeando con ella para sustraerle el bolso que llevaba, lo que provocó que la víctima sufriera un fuerte dolor en el hombro izquierdo, tirando del bolso y consiguiendo sustraerlo con el dinero y las llaves que contenía”. Entre los gerundios jurídicos, se esconde la actitud del acusado de falta de respeto hacia lo ajeno y la superioridad con la que trataba a las mujeres. Era consciente de su superioridad física y consideraba que la misma le era más que suficiente para someterlas a su capricho. La falta de empatía hacia el género femenino lo convitió en alguien especialmente peligroso.

Bernardo Montoya en una de sus salidas de prisión. / M. G.

El 22 de diciembre de 2015, fue condenado a casi tres años de cárcel por otro robo con violencia con orden de alejamiento incluida. En esa ocasión se encontró con una mujer y la siguió hasta una vivienda. La calma con la que se vive en los pueblos, provocó que la víctima cometiera el error de dejar la puerta abierta, como es costumbre. A Bernardo no le hizo falta más para adentrarse en el interior con el propósito de sustraer todo cuanto de valor se encontrara. No lo logró porque la mujer le descubrió en una de las habitaciones; Bernardo la agarró para evitar que se marchara de casa y pidiera ayuda, cosa que finalmente consiguió antes de ser detenido.

Dos años antes, añadía seis meses a su historial por quebrantamiento de condena.

El 13 de mayo de 2010, hacía frente a una nueva condena, en esta ocasión de año y medio. Fueron los hechos que convirtieron a Xurco en un héroe. Xurco es un pastor alemán que tenía cuatro años entonces y salvó a su dueña de haber sido violada por Bernardo en el parque municipal de Los Cipreses de El Campillo. Bernardo se acercó a la joven, con la misma edad que Laura Luelmo, a pedirle fuego.Ante su respuesta negativa, lo último que escuchó fue un “cállate o te pincho. Vente para abajo”, al mismo tiempo que le colocaba un cuchillo en el cuello y le tapaba la boca. En ese momento Xurco comenzó a ladrar alrededor de Bernardo, que no dudó en propinarle una puñalada en el costado, algo que no impidió que siguiera ladrando, con el cuchillo en su lomo, momento en el que la joven aprovechó para darle un codazo en el costado a Bernardo y conseguió escapar. Corrió junto a su dueña hasta que el animal se desplomó en el parque, consiguió recibir ayuda y salvar su vida convertido en un héroe. Bernardo fue detenido a las pocas horas.

La condena más grave fue en su primer choque con la ley, por unos hechos ocurridos en 1995 hace justo 23 años. El 13 de diciembre de aquel año, Bernardo entró con un machete de grandes dimensiones en la vivienda de una anciana de 82 años para, siempre según el TSJA, “acabar con su vida e impedir que pudiera declarar en su contra en un juicio que se iba a celebrar contra él por los delitos de allanamiento de morada y lesiones”. Bernardo entró en la casa de la anciana a través del hueco de una de sus ventanas, abrió el cristal de un empujón y se agazapó detrás de al puerta”.Cuando la mujer entró en la estancia, “Bernardo la atacó con el machete y le asestó una puñalada en la región dorsal que hizo que la mujer cayera al suelo.Acto seguido, se abalanzó sobre ella y le propinó otras seis puñaladas en el cuello que le causaron la muerte” en medio de un enorme charco de sangre.

Adicto a la cocaína y a la heroína, Bernardo todavía tuvo que añadir una condena más a su historial delictivo, en concreto por fugarse durante un permiso penitenciario.Regresó a la cárcel donde terminó de cumplir su condena en 2013. No fue su última estancia, ya que apenas dos años después, sus demás acciones le llevaron tras las rejas de la prisión de La Ribera entre el 1 de junio de 2015 y el 22 de octubre de este mismo año cuando salió en libertad.

Entre los centros penitenciarios que visitó se encuentra el gaditano de Puerto III, donde uno de los funcionarios le calificó como “conflictivo” y con una actitud “que se hacía respetar entre el resto de los internos”. En Huelva ejercía labores de mantenimiento en el módulo 11, uno de los mejores, o menos malos de todo el centro.Salió en segundo grado; su actitud de falta de sometimiento a las normas internas no le hizo merecedor del tercer grado. Volverá pronto a las mismas instalaciones, aunque en esta oportunidad le costará salir de ellas.

Posiblemente sea trasladado a un centro donde el talión no dicte su ley contra quienes llegan acusados de un delito de asesinato y violación a una joven. De lo que le hizo, le será imposible escapar.

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